El teatro europeo terminó de romper los esquemas modernos. Estación Europa, el festival que trajo a la escena caraqueña textos de autores del viejo continente culmina con una pieza de teatro que retoma el argumento de un clásico de las tablas y aborda complicaciones contemporáneas. Villa dolorosa es una obra de teatro basada en Las tres hermanas de Chéjov, que vuelve a ahondar en el hastío de una sociedad, pero desde el humor negro característico de la actualidad.

La soledad, la falta de iniciativa y el tedio de una clase acomodada son los temas del autor ruso que la dramaturga alemana Rebekka Kricheldorf mantiene en su texto. Sin embargo, el desarrollo de las historias de cada hermana presenta variaciones modernas como la afición al power metal de Manowar o el gusto por el ron, el vodka, el champaña o cualquier bebida con unos grados de alcohol.

Irina, Masha y Olga viven junto con su hermano Andréi en una mansión en ruinas heredada de sus padres. Cuadros rotos, botellas vacías esparcidas por el suelo y muebles puestos sin ningún cuidado complementan la falta de ánimo y el aburrimiento perenne de las tres hermanas. “La única forma de soportar esto es con ironía”, dice una de ellas y reafirma que esa figura retórica es el hilo conductor de toda la pieza.

El director del montaje, Orlando Arocha, investigó por meses junto con Diana Volpe entre dramaturgos del viejo continente para llevar a cabo el Festival Estación Europa. “Quería encontrar voces nuevas del teatro contemporáneo alemán y di con este texto. Cuando leí las cinco primeras páginas pensé que era un fiasco porque no captaba los códigos. Luego entendí que es una maravilla”, explica el director.

Los seis personajes de la pieza interactúan en un ambiente esnob. Las tres hermanas llevan consigo la ironía y hasta la visten en exagerados vestidos brillantes y tacones de plataforma. “Son personaje que están más allá de la moda o del querer parecer. A ellos simplemente no les importa”, sostiene Arocha, quien logró conducir a los actores para que evocaran sentimientos y carcajadas en el espectador sin moverse demasiado.

“El universo se plantea por dentro. Comenzamos a trabajar desde la no gestualidad, desde el cómo decir todo sin decir nada”, explica la actriz Valentina Garrido, que interpreta a una de las hermanas. “Mi personaje desarrolla una historia con un desenlace particular, pero las tres se desarrollan de forma parecida: hay una frustración, algo pesado y repetitivo en el manejo de todos personajes”, agrega.

Tres años transcurren entre borracheras y aburrimiento. La risa estalla cuando el espectador se ve reflejado en todos los temores de estas hermanas que abordan complicaciones contemporáneas. “Todos están frustrados sexualmente, profesionalmente e intelectualmente. El hastío por el mundo no les permite moverse; sin embargo, se atreven a burlarse de todos y de todo”, sostiene Arocha.

A pesar de que las escenas son sucesivas y las transiciones dinámicas, el último acto tiene un ambiente diferente. Una soprano y un tenor entran en escena e interpretan La Traviata. Frente a los ojos de todos, el desenlace es inesperado e insta a la reflexión. “Hay una ironía muy fuerte. Se maneja un humor muy inteligente que no hace que nos olvidemos de los problemas, sino que plantea alternativas. Percibes la tragedia de estos personajes, pero a través de una sonrisa acompañada de pensamiento”, precisa el director.


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