«La sociedad no valora la libertad de expresión»

—¿Encaja el diálogo en la incomunicación de la comunicación?

La comunicación es un componente fundamental del ser humano. Ella implica interacción significativa. Ella es convivencia social, por tanto el diálogo es comunicación. Si hay incomunicación, no hay diálogo. Dicho de otra forma, si no hay interacción no hay diálogo.

¿Son convincentes Rodríguez Zapatero y Samper como interlocutores?

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NO (con mayúsculas). Actores que solo quieren que se hable de lo que al régimen le conviene y le interesa, no funcionan como interlocutores honestos. Su paradigma es la disociación ética.

—¿La semiótica del régimen?

Los significantes (las formas) dominan sobre los significados (los contenidos). El régimen, en cuanto a su política pública, entendida como servicio público, se queda en los significantes y no son capaces de pasar a los significados, a la acción.

¿De la MUD?

—Aunque no siempre lo logran, intentan encontrar el equilibrio entre los significantes y los significados. Les cuesta desarrollar una política comunicacional efectiva.

¿De las elecciones presidenciales?

Puro significado retórico, vacuo. La mejor demostración de la posesión del poder por la fuerza bruta, violenta, carente de civilidad.

—¿De una intervención armada?

—Pensamiento trasnochado. Pura conducta anómica como pauta de comportamiento.

¿Es proporcional la hegemonía mediática oficialista con su nivel de audiencia?

Lo contrario: inversamente proporcional. En nuestro país ni los mismos chavistas creen lo que dicen los medios oficialistas.

¿Qué pasará con las voces disidentes del chavismo?

Serán tragadas por el monstruo que ellas mismas crearon.
Si 90% de la población execra al régimen, ¿tiene esta parte representación en los medios?

—De ninguna manera. El régimen practica cada vez más la censura y muchos medios, que se dicen independientes, se autocensuran.

¿Cómo debería actuar lo que queda de medios independientes?

Lo están haciendo bastante bien. Especialmente muchos portales digitales, que los tenemos, y periodísticamente son estupendos.

—Dicen que la TV se autodestruyó apoyando a Chávez…

—No se puede generalizar. No toda la televisión abierta. Allí está lo que pasó con RCTV y con Globovisión. La primera cerrada y la otra comprada con dinero no muy transparente.

—¿Y la prensa?

Igual. Tenemos actores que han  sido y siguen siendo íconos de la resistencia: El NacionalTal CualEl CarabobeñoEl ImpulsoEl Tiempo, el Correo del Caroní… 
—¿La radio?

—Es quizás el medio más afectado. Muchas emisoras han sido clausuradas por Conatel o por falta de insumos para seguir operando; a otras no se les ha renovado la concesión.

¿Cómo han incidido las redes sociales en la dinámica periodística?

—Ellas han sido una vía de escape para el perceptor, pero también para el periodista. No en todos los medios digitales se hace un buen periodismo. Hace falta creatividad, profesionalismo y acertividad para manejar la noticia y el reportaje.

¿El fenómeno comunicacional del socialismo del siglo XXI?

Como dice Antonio Pasquali, los venezolanos del presente hemos visto, lo estamos viendo, un proceso de devastación sin precedentes en nuestra historia contemporánea. La devastación chavista. Transporte y comunicaciones es su último libro.

—¿Cuánto dice Maduro en dos horas de cadena?

—¡Paja y más paja en cadena! Paja torpe, viciosa, tosca, mentirosa.

—¿El feedback de las resoluciones de la OEA, la ONU o la UE sobre Venezuela?

Creo que su política comunicacional es precisa. No hay vaguedad en sus actos comunicativos, son de una claridad que aquí en nuestro patio no siempre tenemos.

¿Se aleja el país de la aldea global de McLuhan?

—Este tiempo es la era de las comunicaciones. Allí es donde se están produciendo las grandes novedades, los cambios inimaginables. Sin embargo, a Venezuela se le quiere anclar en el siglo XIX; si acaso en los inicios del XX.

¿Imagina a los medios bajo el yugo de una bota?

Estamos bajo un régimen-proyecto hegemónico-militarista; pero todavía tiene piedras en el zapato. Las piedras estorban. Los medios, los periodistas que apuestan por la libertad incomodan a esa bota militar brutal e inhumana. No, no los imagino bajo el yugo de una bota.

—¿Defiende el lector a sus medios?

No los defiende, porque la sociedad en general no entiende el valor de la libertad de expresión, de la libertad de comunicar. Pareciera que a la gente ese tema no le interesa.

¿Cesará la autocensura?

Irá en aumento mientras los dejemos.

—¿El temor mediático del oficialismo?

—A que se comunique lo que él representa, lo que ha hecho y lo que quiere hacer. Su temor es verse reflejado como lo que es: un esperpento nauseabundo.

¿De la oposición?

Intuyo que mostrar los errores cometidos o contrariar las expectativas de nosotros los ciudadanos, incluso si son equivocadas.

¿Se puede lavar la imagen del régimen?

—Demasiado embarrada; no hay detergente que pueda con eso.

¿Y de la MUD?

—Si se comporta como un bloque unido, sí. Lo vimos en su comportamiento en República Dominicana.

—¿Habla más que mil palabras la imagen de la emigración?

—Sí. Es la destrucción de nuestros referentes más cercanos, más familiares.

—¿Qué dice más del gobierno, el carnet de la patria o las bolsas CLAP?

—Es exactamente lo mismo. Hablan de un régimen que ha sobrepasado el populismo. Hablan de un gobierno desalmado.

—¿Qué pasaría en Venezuela si también  interviniesen las investigaciones de la comunicación?

—Cualquier intervención en el mundo de la ciencia sería el fin de la resistencia académica, de la resistencia cultural.

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