La crisis en el sector de transporte se ha intensificado desde hace varios meses en la urbanización de Bello Monte, en Caracas. En enero de 2018, cuando dejaron de funcionar las dos unidades que regularmente cubrían la ruta de la zona, la solución inmediata fue poner en marcha un solo autobús, el cual desertó en tres meses debido a las imposibilidades para adquirir repuestos.

Ante la falta del servicio han surgido otras alternativas de traslado, entre ellas los popularmente llamados “rapiditos”, vehículos particulares y algunos hasta estropeados, que a veces ofrecen el servicio por un costo más elevado que el del pasaje común.

La basura, las moscas y el mal olor que se desprende del río Guaire acompañan a quienes esperan estos carros para poder llegar a sus destinos. Las caras exhaustas se observan a lo largo de la acera, la cual a veces queda vacía porque la voluntad de esperar se acaba.

Los ciudadanos se ven en la obligación de recorrer la urbanización caminando. A quienes viven en la parte alta se les complica más, pues deben recorrer varios kilómetros inclinados. Basta subir la colina caminando para escuchar los pasos insistentes y los jadeos de quienes aún sin conocerse comparten el camino que les permita llega a sus viviendas.

Parada de autobuses en Colinas de Bello Monte (Foto: Betania Palacios)

Vulnerables a la inseguridad

Si bien hay conductores de “rapiditos” que ya son confiables para los vecinos, la delincuencia se las ingenia para hacer de las suyas.

“Ese día nos montamos en un carro que nunca había pasado por ahí, pero era tanta la necesidad que no tuvimos otra alternativa. Nos montamos en el ‘rapidito’ y después el conductor nos apuntó con un revólver”, denunció Marta, de 70 años de edad, antes de lanzar un suspiro y agradecer por haber vivido para contarlo. Mientras tanto, sigue sentada en las deterioradas bancas de la parada de autobuses de la urbanización, donde las unidades de transporte no aparecen.

En cada parada se escuchan las historias de quienes han sido víctimas de robos; algunos ya se manifiestan resignados ante la situación y se niegan a tener que reponer sus teléfonos móviles. “Si me roban este, no compro otro más”, dice Olga, de 35 años de edad, mientras que Alma, de 48, asegura que ya le da igual si le vuelven a arrancar la cartera.

La situación que viven a diario los vecinos de Bello Monte no solo representa un desgaste físico y emocional, sino un riesgo para su integridad. Afirman que deben desarrollar una especie de sexto sentido para evitar a los delincuentes.

Parada de autobuses en Bello Monte (Foto: Betania Palacios)

Quejas que no son escuchadas

Colinas de Bello Monte pertenece al sector 11 del municipio Baruta. Sin embargo, la alcaldía no ha aplicado medidas para solventar el problema que afecta a los habitantes de la urbanización, que alguna vez formó parte de las más prestigiosas de Caracas.

Son muchas las quejas que mediante Twitter se pueden observar, decenas de habitantes de la zona se encargan de exigir por esa vía una solución a la grave crisis de transporte. Muchos de ellos también manifiestan su preocupación ante la inseguridad, pero al parecer no son escuchados.

Los adultos mayores de la zona hablan sobre reuniones, cartas y reclamos colectivos, pero nada de eso se ha visto reflejado en una solución al problema que durante los últimos nueve meses se ha agudizado.

El transporte nocturno es inexistente en la zona, motivo por el cual los habitantes se ven obligados a tomar previsiones para poder llegar a tiempo a sus casas. Hoy en día los vehículos conocidos como “rapiditos” son los únicos que se encuentran cubriendo algunas áreas de la urbanización, pero encontrarlos es una especie de suerte, puesto que no tienen un horario específico.

Los vecinos están acorralados ante la deficiencia del servicio de transporte y, pese a los llamados de atención, no reciben respuestas concretas de las autoridades.


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