El consumo de alimentos sin inspección sanitaria propaga el riesgo de infecciones e intoxicaciones letales de la población que carece de información y que debido a la escasez opta por comprar productos a revendedores informales, aseguró Maritza Landaeta, investigadora de la Fundación Bengoa.

El caso de una niña de 5 años de edad que falleció envenenada luego de consumir yuca amarga, en el hospital Rafael Tobías Guevara en Barcelona, estado Anzoátegui, evidencia la falta de rigurosidad en la aplicación de los protocolos de vigilancia y supervisión de los productos, trabajos que están a cargo del Ministerio de Salud y el Instituto de Higiene de los Alimentos, según la especialista. “Los mecanismos de inspección sanitaria de alimentos que consume el venezolano dejaron de ser una prioridad en este país”. Precisó que los comestibles de producción nacional e importada deben pasar por un mecanismo de pruebas que certifique su procedencia y su adecuado almacenamiento, y eso le corresponde al Ministerio de Salud. “Es su deber”, recalcó.

Indicó que la venta de alimentos en bolsas inadecuadas incrementa el riesgo de contaminación cruzado también por el uso de insecticidas y la falta de medidas de higiene.

Explicó que la escasez y lo altos costos obliga a muchas madres a alimentar a sus hijos desde los seis meses con agua de yuca y pasta. “Eso causa desnutrición y edema en los niños. Ellos se inflaman y entran en un estado delicado por la falta de proteínas”.

Para fomentar la buena alimentación y evitar más casos de intoxicación, Landaeta enfatizó que es necesario educar a la población. “Si los protocolos de supervisión fallan es primordial hacer una campaña para informar a la comunidad a fin de que tome conciencia acerca de lo que está comiendo”.

EL DATO

Con el caso de la niña envenenada en el estado Anzoátegui asciende a tres el número de personas fallecidas en lo que va de 2018. El 19 de enero pasado, dos indígenas waraos del estado Delta Amacuro también murieron al consumir yuca amarga en un sector de Tucupita. Desde junio de 2016 hasta febrero de 2017 se han reportado 18 personas envenenadas por yuca amarga.


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