—¿Cómo estuvo su estadía por el imperio?

—Conocí sus entrañas y las encontré superabundantes de todo lo que carecemos en las nuestras.

—¿Se encontró con algún “revolucionario” antiimperio?

—No parece haberlos. Los hay, sí, contra Donald Trump.

—¿No le decomisaron su pasaporte?

—Deben estar configurando máquinas capaces de decomisarlos  a los narcos y corruptos bolivarianos.

—¿Teme que lo juzguen por traición a la patria?

—Sí. Porque cuido con mucho amor los helechos de mi jardín.

—¿Cómo encontró al país?

—Se dice que del infierno nadie sale, y los que han logrado semejante hazaña no vuelven a él. Sin embargo, yo volví. Lo encontré peor que como lo había dejado cuando escapé.

—De padecerla, ¿cuál sería la enfermedad de Venezuela?

—Sufre la mía; claudicación intermitente. Claudicare significa en latín cojear. Claudica aquel que “cojea” de algo.

—¿Y del cine venezolano?

—El cine venezolano sufre de epilepsia. Le dan ataques, se repone y vuelve a caer.

—¿Proyecta el cine al país?

—No. La Villa del cine se refugia en Bolívar o en Zamora. Es una cinematografía ausente del presente, acrítica.

—¿Su aporte?

—Será el haberle dedicado largos años de mi vida sin pedirle nada a cambio, salvo esmerarse por ser el mejor.

—¿Sigue siendo usted “la historia del cine en Venezuela” (dixit)?

—Es una pregunta ociosa e impertinente.

—¿Una autocrítica como crítico?

—Creerme superior a los demás espectadores.

—¿Crearía un oscar para un crítico?

—!Sería una elección muy complicada!

—¿Un actor político para un oscar?

—Estas preguntas hay que contestarlas rápidamente, casi sin pensar. Se me ocurre que el más digno de recibirlo, póstumo, es Nelson Mandela.

—¿A cuánto pietaje está el país de la estatuilla?

—Tendría que recorrer la distancia que va del túnel de Los Ocumitos hasta los valles de Monay.

—¿Es cinéfilo el venezolano?

—Le gustan los melodramas y los films de acción con explosiones y muchos efectos especiales que no le permiten pensar.

—¿Qué falta para estar a la altura cinematográfica de México y Argentina?

—No sufrir la enfermedad que lo agobia: mayor constancia y una sólida organización.

—En cinematografía, ¿será Venezuela otra Cuba?

—En el principio el cine cubano conoció la cumbre y el esplendor de un enorme talento… hasta que comenzaron a aparecer los “gusanos” y la revolución se convirtió en una abominable satrapía. En Venezuela hubo destellos presocialistas, pero hoy el cine “oficial” es tierra baldía.

—¿La falla sempiterna del cine nacional?

—De tanto decirlo, parece que está en los guiones.

—¿La cenicienta?

—Es la mujer, pero todavía no vista en su verdadera plenitud.

—¿Un tema por explotar ?

—Hay varios: el amor entre adolescentes, los horizontes del humor, los delincuentes del cuello blanco…

—¿Hay memoria nacional cinematográfica?

—Se dice que es como el océano Pacífico: no tiene memoria.

—¿El título para el régimen?

—Titanic.

—¿Para la oposición?

—Burlada. (México, Fernando A. Rivero, 1950).

—¿Un personaje como Maduro?

—No quiero avergonzar a otros.

—¿Cómo Henry Ramos Allup?

—Hay muchos, simpáticos, pero hasta las 11, a partir de esa hora todos se creen Ramos Allup.

—¿El lado inédito del gobierno?

—El gordo de la lotería a quien descubra qué hay en el lado oscuro de la Luna.

—¿Qué le asombra aún?

—¡Qué el régimen persista!

—Ex comunista, ¿el PCV hoy?

—Una triste sombra de lo que fue.

—¿El PSUV mañana?

—La sombra del PCV que hoy es.

—¿Volverán los adecos al poder central?

—Hoy se encuentran semiocultos al amparo del régimen, pero volverán como las golondrinas de Gustavo Adolfo Bécquer.

—¿Volvería al aire con La Cinemateca del Aire?

—La dejaron caer en un barranco y no creo que ella se anime a caer otra vez.

—¿Una nostalgia?

—Le tengo pavor a la nostalgia porque es una de las mayores trampas del tiempo: te atrapa y no te deja salir de sus redes.

—¿Tiene el poder derecho de criticar?

—Por el contrario, tiene el deber de aceptar las críticas.

—¿Un militar para la pantalla grande?

—¿Han pasado algunos como Rommel?

—¿Una realidad que haya superado la ficción?

—Delcy cuando estuvo en la Cancillería.

—¿Un género para la ANC?

—Tragicomedia.

—¿Sigue ensayando esta “revolución”?

—Ensaya en un coro desatinado.

—¿Y la MUD?

—No ha logrado unificar el orfeón.

—¿Cómo sobrevivir al chavismo? 

—Activando en la posibilidad de nuestras fuerzas la desobediencia civil.

—¿Una nueva escenografía para el país?

—Un horizonte universitario.

—¿Qué pasaría en Venezuela si Miraflores se convirtiese en un estudio cinematográfico?

—Haría malas películas sobre aburridos y reiterados temas políticos.


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