La situación de Venezuela es como un tablero sobre el que cada día los restantes jugadores del hemisferio se ven forzados a mover alguna pieza. La avalancha migratoria obliga a mantener los reflectores sobre Caracas y, en paralelo y con mayor urgencia, a tratar de que el éxodo de miles de venezolanos conserve algún orden y no desborde la capacidad de los vecinos para recibirlos.

Autoridades de Perú y Colombia acordaron esta semana establecer una base de datos conjunta de los migrantes que reciben. Ecuador convocó para mediados de septiembre a una reunión regional para coordinar medidas sobre el problema. El presidente de Brasil, Michel Temer, ordenó emplear a la Fuerza Armada para mantener el orden en la frontera de su país. Ecuador y Perú piden pasaporte a los venezolanos que antes podían entrar a su territorio con solo presentar la cédula de identidad, Chile hace tiempo estableció controles como una ³visa de responsabilidad democrática², Panamá ha tomado medidas adicionales de control y se las estudia en Argentina y Uruguay. Trinidad y Tobago ha sido más tajante: simplemente no quiere ser campo de refugio para venezolanos.

El secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, quien ha confrontado al presidente Nicolás Maduro desde 2015, promueve una reunión del Consejo Permanente de esa organización para tratar la que devino en crisis migratoria regional, el mayor dolor de cabeza para el organismo hemisférico.

El presidente de Colombia, Iván Duque, anunció el retiro de su país de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), una iniciativa labrada por Hugo Chávez y Luiz Inácio Lula da Silva. Su homólogo de Ecuador, Lenín Moreno, se retiró de la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América, ALBA. Ambos adujeron la falta de atención a la crisis migratoria, de la que responsabilizan a Caracas.

Duque considera que “si la dictadura de Venezuela no termina, la migración no se detiene”, y su homólogo brasileño Michel Temer afirma que “el éxodo de venezolanos no es un problema interno, es una amenaza a la armonía de toda la región”.

El diplomático y docente Eloy Torres, del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales, Covri, señala: “El mundo que nos circunda por primera vez confronta una realidad como la venezolana y el problema regional que causa con los migrantes, verdaderos desplazados, víctimas de la severa crisis económica y de oportunidades de vida que padecemos”.

Buscando a Mr. Trump. Estados Unidos despachó a las costas de Colombia un buque-hospital de su Marina, el USNS Comfort, para auxiliar a los venezolanos que migran con graves padecimientos y desbordan la capacidad asistencial colombiana. Desde el otro polo geopolítico, China incluyó a Venezuela en la gira que realizará por países americanos su buque-hospital, el  Arca de la Paz. La acción seguiría a maniobras para conmemorar el 13° aniversario de la creación del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada, en las que participarían unidades rusas.

El senador republicano Marco Rubio, considerado asesor del presidente Donald Trump en temas de Venezuela y Cuba,  sostiene que la crisis venezolana “se ha convertido en una amenaza a la seguridad nacional para Estados Unidos, que debe ser tratada”. Y abundó: “El régimen de Maduro es un sindicato del crimen organizado que trafica drogas en nuestras calles, está conduciendo una peligrosa crisis migratoria y ha invitado al presidente ruso, Vladimir Putin, a abrir bases militares”.

“El gobierno de Trump no ha dicho claramente cuáles intereses de seguridad nacional están en riesgo con la crisis venezolana. La declaración de Rubio es un intento de empujar a Trump en esa dirección. La clave para justificar acciones más contundentes siempre ha sido clasificar un riesgo como una amenaza vital a la seguridad nacional”, explica Michael McCarthy, docente de la Escuela de Estudios Internacional en la Universidad George Washington.

Lo que sí ha hecho sistemáticamente el Departamento de Estado norteamericano es criticar y denunciar, incluso en la OEA y en las Naciones Unidas, las que considera violaciones de los derechos humanos y de la vida democrática venezolana por el gobierno de Maduro. El Departamento del Tesoro ha tomado medidas contra funcionarios civiles y militares venezolanos y limitado la capacidad de maniobra de Petróleos de Venezuela.

Trump “es de lo predecible en un mundo imprevisible”, según Torres, y “contradiciendo el arte de la guerra se ha peleado con varios adversarios a la vez, pero acciones o medidas de más alcance sobre Venezuela dependerán de situaciones como las elecciones para el Congreso en noviembre; sin embargo, el envío de barcos muestra que en el mundo se toma la situación con seriedad”.

Estados Unidos ya ha comprometido 55 millones de dólares en ayudas a Colombia y otros países para paliar los efectos de la migración venezolana sobre sus sistemas de servicios, y la Unión Europea otros 40 millones para cuestiones asistenciales en Venezuela y naciones vecinas.

¿Maduro al banquillo?  En el otro extremo del continente, el presidente argentino Mauricio Macri, adversario de Maduro desde antes de llegar al poder en 2015, abogó por “extremar la posición política” sobre Caracas y anunció que pedirá a la Corte Penal Internacional (CPI) que se investiguen posibles crímenes de lesa humanidad en Venezuela, donde “se violan sistemáticamente los derechos humanos y se ha perdido el valor de la vida”.

Macri cuenta con que lo acompañarán sus homólogos Sebastián Piñera, de Chile; Mario Abdo Benítez, de Paraguay, e Iván Duque, de Colombia. Ya en 2017 Duque, entonces aspirante presidencial, solicitó a la CPI, junto con parlamentarios de su país y de Chile, que se investigase a Maduro.

Para el abogado y especialista en relaciones internacionales Mariano de Alba, del grupo estadounidense de expertos Atlantic Council, las denuncias ante la CPI solo lograrían subrayar interés y poner algo de presión para que la Fiscalía de ese tribunal intensifique la investigación preliminar que ya abrió sobre Venezuela.

“Por supuesto que solicitar una investigación contra Maduro influye en la reputación del gobierno venezolano. Pero no queda claro si ese intento es parte de una estrategia de países de la región para mostrar que se está haciendo algo, al precio de no ponerse de acuerdo sobre una estrategia de presión diplomática colectiva”, opina McCarthy.

Buscando estrategia, reduciendo daños

Otro experto en cuestiones del hemisferio, Michael Shifter, presidente del grupo de análisis Diálogo Interamericano, observa: “América Latina y el mundo se retrasaron mucho en denunciar al régimen venezolano, y también en responder de manera coordinada a la crisis de refugiados, que afecta a casi todos los países en la región.  La respuesta, incluyendo a Estados Unidos, ha sida poca y no adecuada, dada la magnitud de la crisis”.

En la OEA se intentó desde hace dos años constituir una mayoría calificada que adoptase medidas efectivas frente a lo que los mayores países del continente (los más extensos, poblados y de peso económico) consideraron una degradación de la democracia en Venezuela. Esa mayoría no se reunió por la reticencia de algunos Estados, sobre todo los del Caribe, más Nicaragua y Bolivia, y los críticos conformaron entonces el Grupo de Lima, que declara desconocer a Maduro y a la asamblea nacional constituyente, y reivindica la vigencia de la Asamblea Nacional.

De Alba prevé que “la comunidad internacional y especialmente los países de la región seguirán respondiendo ante las consecuencias de la tragedia en Venezuela”. “Últimamente la atención ha girado particularmente hacia el tema migratorio. Esta situación es posible que aumente la presión sobre Maduro, aunque gobiernos como el de Colombia, aun teniendo interés en que la cosas cambien para que la migración se detenga, también observan el status quo en Venezuela y ven al régimen de Maduro medianamente estable”.

Shifter es de la opinión de que en los gobiernos de la región, aunque sostienen la preocupación por el deterioro económico, de las condiciones de vida y del quehacer político en Venezuela, “por el momento cualquier esfuerzo se enfocará en reducir los daños, cada día más dramáticos, de la tragedia venezolana”.

Torres subraya: “Obviamente no es que no les importe el deterioro de Venezuela, sino que les preocupa con mayor urgencia el problema que les genera”.

Durante años, muchos gobiernos cubrieron su posición sobre el problema declarando que “la crisis venezolana debe ser resuelta por los propios Venezolanos”, una especie de mantra diplomático que la última semana revivió el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, de gira por la región, quien además pidió que Venezuela “dialogue consigo misma” para encontrar sus soluciones.

Torres recordó que también el gobierno de Maduro cuenta con respaldos internacionales, pero los más poderosos, China y Rusia, “tienen en la región un calado muy inferior al de Estados Unidos, no poseen la capacidad de involucrarse aquí en un conflicto y su respaldo atiende principalmente a una perspectiva de negocios”.

“Cabe una cita de Ayn Rand (la escritora ruso-estadounidense Alisa Z. Rosenbaum): Se puede ignorar la realidad, pero no las consecuencias de haber ignorado la realidad”, concluyó.

Hospitales sobre las aguas

La Armada estadounidense desplegará el buque hospital USNS Comfort en “una misión humanitaria de dos meses” con paradas en Colombia y otros países de la región, informó el Comando Sur de Estados Unidos.

El vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, calificó el envío de ese buque de “una provocación para Venezuela y América Latina”.

El gobierno colombiano solicitó el apoyo “para aliviar la presión del aumento de los flujos de población de Venezuela en su sistema nacional de salud”, por lo que “el personal médico militar trabajará junto con nuestros socios para proporcionar la asistencia médica necesaria”, señaló el comando estadounidense en un comunicado.

Por otra parte, el almirante Remigio Ceballos, comandante del Ceofan, confirmó la visita del buque hospital chino Arca de la Paz, que navega en aguas del Pacífico y se desplazará hacia el Caribe.

Los buques-hospital están construidos y equipados para rescatar náufragos, tratar enfermos y curar  heridos.

Como ejemplo, el Comfort, en servicio desde 1987, tiene un personal  médico de más de 900 integrantes y ha actuado en la guerra del Golfo Pérsico

(1990-91) y en la invasión de Irak (2002-2004), pero también ante desastres naturales, principalmente causados por huracanes en la zona del Caribe y el Golfo de México.

El Arca de la Paz, activo desde 2008, ha servido en las costas africanas y del Medio Oriente en el océano Índico. Actualmente atiende comunidades en pequeños países insulares del Pacífico.

El Comfort tiene una dotación de 1.000 camas ­80 de ellas para cuidados intensivos­, 12 quirófanos, todos los servicios de un gran hospital y plantas de destilación de agua de mar para convertirla en potable con capacidad de hasta 1 millón de litros por día.

El Arca de la Paz, que está al nivel de un hospital chino de primera categoría, cuenta con 500 camas, 12 quirófanos y capacidad para 60 cirugías mayores cada día. Su actuación ha sido principalmente de cooperación con países de África, Asia y Oceanía.

Adiós a la unidad regional

El caso venezolano desmorona estructuras de unidad de acción política e integración económica de América Latina que ya eran frágiles.

Colombia se ha retirado de Unasur porque, según el presidente Iván Duque, esa organización de los 12 países suramericanos “se ha prestado con su silencio y muchas veces con su complacencia para que no se denunciaran los tratos brutales de la dictadura de Venezuela”.

Ya el presidente ecuatoriano Lenín Moreno había retomado el moderno edificio sede de la secretaría general, acéfala por lo demás, para establecer en Quito una universidad indígena. 

Desde abril los gobiernos de Argentina, Chile, Colombia, Brasil, Paraguay y Perú habían anunciado la intención de “no participar en actividades de Unasur”, lo que de hecho la paralizaba. En esa oportunidad Maduro advirtió: “Si algún gobierno de derecha trata de meterle una puñalada (a Unasur) para desangrarla, los movimientos sociales y los revolucionarios de América del Sur la defenderemos”.

Ecuador dio otro puntillazo al esquema que Venezuela y sus aliados estructuraron durante años, al retirarse de la ALBA, el grupo de 11 naciones, la mayoría del Caribe, que lideran La Habana y Caracas y suele “jugar cuadro cerrado” al promover gobiernos y movimientos izquierdistas afines.

Moreno atribuyó el retiro ecuatoriano a “la falta de voluntad” venezolana para solucionar la crisis  migratoria que se ha traducido en un serio problema para su país, entre otros.

El ex canciller boliviano David Choquehuanca, secretario de la ALBA, declaró que la decisión ecuatoriana se suma a esfuerzos de gobiernos de la región por buscar la salida del presidente Maduro, “y coincide con la estrategia política que se desarrolla actualmente en Suramérica, por parte de algunos gobiernos, de atacar a la integración latinoamericana y caribeña”.

El presidente boliviano Evo Morales lamentó que algunos gobiernos “traicionen decisiones de sus pueblos”, y dijo que el retiro ecuatoriano “da la espalda a la integración de la patria grande”.

El lenguaje confrontacional presagia menos entendimiento en estructuras como la Comunidad Andina de Naciones, reducida a Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú después de que Venezuela se retiró en 2011, o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), que ni siquiera pudo reunirse en 2017 para destrabar los desencuentros acerca de Venezuela en la OEA.

Golpeadas algunas estructuras regionales por la crisis con epicentro en Venezuela, posiblemente las que permanecen se concentren más en cuestiones como la economía: es el caso del Mercado Común del Sur (Mercosur), de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, que hace un año suspendió a Venezuela por tiempo indefinido; de la Alianza del Pacífico, formada por Chile, Colombia, México y Perú, y que tiene como aspirantes a Costa Rica, Ecuador, Guatemala y Panamá, y de la Comunidad del Caribe (Caricom), que agrupa a los Estados anglohablantes más Surinam y Haití.

Paradójicamente, la caída de entidades regionales puede reanimar a la OEA al quedar como foro para labrar acuerdos regionales. De hecho, el 5 de este mes debe reunirse el Consejo Permanente (embajadores) para tratar la crisis migratoria originada en Venezuela.

¿Internacionalización del conflicto?

En los países latinoamericanos se ha abierto campo la noción de que en Venezuela hay ³una explosión de desorden², señala Asdrúbal Aguiar, coordinador del grupo de ex presidentes la Iniciativa Democrática de España y las Américas, IDEA. “Existe en ellos un deseo de mover piezas, pero más allá de que se mueva la opinión pública en la prensa, con micrófono o por las redes sociales, ninguno está revisando escenarios como el de enviar fuerzas sobre Venezuela”.

“La migración de millones de venezolanos hace el papel de mover las placas tectónicas de la política en América Latina, donde están cayendo los gobiernos que significaron una resurrección del marxismo a través de la vía electoral y de las comunicaciones; los desenlaces posiblemente serán muy diferentes a como ahora nos los imaginamos”, considera.

Elie Habalián, profesor de la Universidad de Carabobo y ex gobernador de Venezuela ante la Organización de Países Exportadores de Petróleo, afirma que el gobierno de Maduro, como hicieron Cuba con Fidel Castro y Siria con Bashar al Ásad, avanza en una internacionalización del conflicto que vive su país.

“Los conflictos internacionales no se resuelven, se transforman. La internacionalización de conflictos domésticos ha sido una eficiente herramienta para la supervivencia de regímenes totalitarios”, según el experto en geopolítica. “Al involucrar a Cuba en el conflicto internacional de los misiles entre Estados Unidos y la Unión Soviética, Castro garantizó la supervivencia de su régimen”.

“Ásad siguió un guion diferente: en adición a la participación en el conflicto de Irán, Rusia y otros factores, eyectó a 6 millones de sirios (casi la tercera parte de la población), generando graves problemas, no solo para los países vecinos, sino también para Europa. Con un genocidio encima, se declara victorioso”.

“Ante los cambios en la región, y la creciente presión del hemisferio, particularmente después del desalojo de los demócratas de la Casa Blanca, Maduro decide precipitar el guion de Ásad”, ha escrito Habalián.


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