—¿En qué nota musical votará hoy (si es que lo hace)?

—Creo que en si, porque sí votaré, aunque honestamente no sé si re-votaré.

—Humorista sempiterno, ¿qué de gracioso le ve a este año que termina?

—Menos mal que al fin está terminando, como diría Betulio Medina: ¿Qué-te-pa-sa-vie-jo-a-ño-qué-te-pa-sa?

—Su primer recuerdo musical es pegarle con un cuatrico en la cabeza a sus hermanitos. ¿A quién le tocaría hoy?

—Creo que a Maluma por eso de ¿Felices los 4?

—Creador de ritmos caribeños, afrovenezolanos, clásicos, del jazz, brasileños, judíos y tangos, ¿cuál estilo impera hoy?

—El mediocre.

—¿Un refugio musical en Venezuela?

—Las maravillosas tradiciones musicales venezolanas.

—¿Crearía una marcha para la FANB?

No, pero creo que más bien necesitan una FANB-farria.

—¿Qué opina del exilio?

—Es como la ex de uno, que es “ex y lío”; por otro lado, hablando en serio, para muchos ha sido una necesidad.

—¿Y del autoexilio?

—¿Que tipo de carro es ese?

—Y usted, ¿se iría con su  música a otra parte?

—Sí, a Morrocoy, a Mérida, Margarita, Coro, etcétera.

—Si su guitarra hablara…

—La vendería, sería un objeto demasiado costoso; ¡imagínate, una guitarra que habla!

—“Bipolar” (dixit), ¿se ha peleado con ella?

—Quien no se ha peleado alguna vez con su mujer.

—¿Un revolucionario de la música?

—Stravinsky.

—¿Un músico revolucionario (del socialismo del siglo XXI)?

—Hay muchos excelentes; en Venezuela hay demasiado talento, independientemente de la política.

—¿Un pasaje de música clásica acorde con este socialismo?

—El Popule Meus de José Ángel Lamas. Aprovecho para decir que la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas está como el país: un doloroso desastre.

—¿El acorde de la oposición? 

—De  esa no me acorde.

—En esta “Venezuela musical”, ¿qué porción de músicos es de la oposición y del oficialismo?

—No lo sé, pero lo bueno es que la música es como la Vinotinto, siempre nos une.

—¿Ha hablado con Gustavo Dudamel?

—No desde la última vez.

—Si Nueva York lo vuelve loco, ¿qué lugar del país hace lo mismo?

—El Terminal de La Bandera.

—¿Una locura en el escenario?

—He hecho quizás demasiadas, pero para mostrar alguna está la de bailar danza contemporánea con Danza hoy con un traje diseñado por Ángel Sánchez.

—¿Entre los escenarios del exterior y el nacional?

—Si tú escribes en El Nacional, entonces el nacional.

—¿La ovación inolvidable?

—La de la premier de La Pasión según San Marcos de Osvaldo Golijov en Stuttgart, Alemania, donde participé con la Schola Cantorum dirigida por María Guinand. Primero hubo un silencio inolvidable de más de un minuto y después veinte minutos de aplausos de pie.

—¿Cómo digiere los aplausos?

—Con un poquito de mantequilla, aunque sea bachaqueada. Aunque me puedo tomar un omeprazol.

—¿Cantaría en el “balcón del pueblo”?

—No, más bien le cantaría a la gente mayor haciendo colas. Eso es inhumano y merecen al menos que los tomemos en cuenta.

—La ANC es un concierto de…

—Más bien es un des-concierto.

—¿Y la AN?

—Más bien está des-concertada.

—¿El instrumento de la conciliación?

—El con-trabajo.

—¿El instrumento que desafina la orquesta que dirige al país?

—El director.

—¿Un fondo musical para el diálogo?

—El tema musical de El Padrino (acorde con el ministro).

—¿Un canto para las municipales?

—¡Entren que caben cien, cincuenta parados cincuenta de pie!

—¿Qué pasaría en Venezuela si se mantuviese el mismo tenor?

—No lo sé; como me gustan más las mezzosopranos, quizás sea el momento que cante una mujer o un barítono, pero sin duda alguna no más el mismo tenor. Todos deseamos tener al menos un “plácido domingo”.


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