El último sábado de noviembre del 2017 no fue precisamente igual a otros que haya vivido Somalunar. Sus aventuras que comenzaron con su primer EP Géminis, son anécdotas que han superado poco a poco las expectativas de estos jóvenes intérpretes del Rock alternativo.

Su vivencia más reciente fue definida como “soñar despiertos”, un juego entre saber si estás dormido o en la realidad, práctica que invade la reflexión de estos músicos, y que hoy en día se convirtió en un hecho.

La banda caraqueña, que se encuentra desde hace unos meses residenciada en la capital Argentina, presentó en octubre desde los ciclos Indie Fuertes del emblemático Niceto Club, canciones de su álbum debut Ensueño, grabado en Caracas desde el año pasado. Ahora, al enfrentar el ruedo del renacer musical en un país que ha contemplado la historia de tantos icónicos representantes del Rock Latinoamericano, como Gustavo Cerati o Charly García, afortunadamente pudieron tener un casual acercamiento a una de sus grandes influencias: Fito Páez.

El que hizo posible este contingente encuentro fue Martín Páez, fotógrafo, pintor, director del más reciente vídeo de la agrupación, e hijo de Fito, quien los llevó a su casa, entorno que se convirtió para Luigi, Diego y Daniel Meléndez, en un encuentro muy amistoso; pero de convivir traquilamente en la cocina, fueron eclipsados por la sorpresiva aparición del icónico cantante, cuyas primeras palabras fueron: “Yo les quemaría los teléfonos, les daría libros y los pondría a ver películas”.

La siguiente reacción no dio por sentado la voluntad de los músicos por interactuar con él. Luigi, vocalista del trío, respondió que uno de sus libro favoritos es Un Mundo Feliz, y Páez lo reconoció con un: “¡Huxley, Claro!”.

El ídolo, parecía con resaca, aún con pintura entre sus dedos, ya que dos días antes había presentado en vivo desde Rosario su nuevo disco, La Ciudad Liberada. Celebración que seguiría hasta esa noche y los chicos no podían alucinar más con tanta hospitalidad, cuando sí, Fito Páez les ofrece unas copas. “Una reserva de vino mendocino, llamado Luigi Bosca.” Y mientras la refinada botella se servía por la mesa, las primordiales estrellas del rock venezolano fueron resaltadas por la banda, cuando le preguntaron si le sonaban los nombres Dermis Tatú, Sentimiento Muerto, Cayayo.

A lo que respondió emocionado: “¡Yo produje el primer disco de Sentimiento! Ese Cayayo era un tipo muy moderno y muy sofisticado, mucho talento”. Luego de un silencio, su responsabilidad como el mayor y más experimentado de esa cocina fue aconsejarles “Jamás hagan intravenosa, chicos”.

Pero la verdadera música que entró en las venas de Fito Páez fue su referencia más curiosa sobre la escena musical venezolana: “Hay un artista en la Venezuela de los años 70’s llamado Vytas Brenner. Si tenés copias de esos discos, los recibiría con gusto.”

(Fito Páez PH: Guido Adler para Billboard Argentina 2017)

Luigi Escalante prometió llevarle sus discos de Brenner a Fito, pero Diego Picó, decidió preguntar por un recuerdo más sólido de Venezuela; “El Teresa Carreño, precioso lugar”, caminar por las calles de Altamira, o criticar la acústica del Poliedro de Caracas, a pesar de la inagotable asistencia de fans que iban a sus conciertos, son las memorias que conserva Fito sobre el país que vio nacer un disco de post punk puro que produjo hace 30 años.

La noche no terminaba para Somalunar, que fue invitada por el cantante para un “jamming” en su estudio, que cuenta con dos pianos, una batería, amplificadores. “Yo me coloqué su Gibson, y levanté la cara hacía donde posan un montón de premios, entre ellos tres Grammys y un espejo” fue la imagen recurrente para Luigi, quien cantaba temas como “El Amanecido”, “Sábado Especial” y “Molécula” junto a Diego en la batería y Daniel en el piano, dejando sus huellas y una copa llena sobre el mítico instrumento. Mientras el sonido retumbaba sobre la sala y entre sus miradas, respiraban calidad y un futuro inspirado por la breve aparición de su ídolo argentino, quien ya los había despedido con un “Hasta pronto chicos, suerte”.

Podrá ser la promesa de un próximo encuentro, pero con esta experiencia ha sido la bendición más significativa para Somalunar.


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