Fórmula 1, dos palabras, un sentimiento. De eso no hay duda. El rugir de los motores cada fin de semana levanta a los amantes de este deporte de sus asientos. Las intensas luchas entre pilotos y escudería avivan esa llama aún más. Pero existe una interrogante que perturba a sus seguidores: ¿hacia dónde va la Fórmula 1 actual?

Primero hay que aclarar el porqué de esa pregunta. La Máxima Categoría del Automovilismo Mundial atraviesa por fuertes críticas a consecuencia de su modernismo, medidas de seguridad, repartición de ganancias y pare de contar.

Modernismo

Para muchos, la época dorada de la categoría fue entre 1980 y 1995, más que todo por aquellas batallas memorables entre Ayrton Senna y Alain Prost, aunque sería “un delito” dejar por fuera nombres como Niki Lauda, James Hunt, Nigel Mansell y Riccardo Patrese.

En esos años, se necesitaba una garra increíble, valentía de hierro, buen auto y un talento desbordante, sobre todo este último factor. Sin embargo, ese era el aditivo de la Fórmula 1. Hoy  día, se necesita igualmente tener talento, pero el dinero también es el que mueve los asientos a su disposición, tal es el caso de Lance Stroll, piloto de Williams, que si bien es bueno detrás del volante, había varios nombres por encima de él que podían quedarse con la butaca del equipo dirigido por Claire Williams.

Robert Kubica era uno. No obstante, el padre de Stroll es un gran magnate multimillonario, por lo que su aporte económico fungió como plusvalía para el puesto de su hijo en la escudería británica.

Por otro lado, la tecnología también ha modificado la categoría considerablemente, aunque no se puede negar que sea mala, pues conforme van transcurriendo los años la ciencia va avanzando; entonces, sería obsoleto no ir de la mano.

Pero, en 1990, por ejemplo, los volantes no excedían de cinco botones y los cambios eran manuales; de por sí, ya eso indica que el talento del piloto marcaba la diferencia.

Volante utilizado por el mítico Ayrton Senna | Foto: Cortesía

Volante actual de la Scudería Ferrari

Ejemplo de ello es la batalla entre Lauda y Hunt por el campeonato de 1976, en el circuito de Fuji, Japón. Hunt pilotó bajo una intensa lluvia con un hambre que emanaba a través de su cuerpo y contagió a más de uno, tanto así que a falta de un número considerable de vueltas,  la esfera de su palanca de cambios se rompió, razón por la cual manejó con la mano derecha cortada y maltrecha, pues al hacer los respectivos cambios se infringía daño con la barra de metal y acero punzante.

James Hunt sobre el asfalto mojado y resbaladizo del circuito de Fuji | Foto: Cortesía

Actualmente, no se niega que haya pasión, pero muchas cosas cambiaron. Ahora, los monoplazas se monitorean detalladamente por la telemetría, incluso por separado (motor, caja de marchas, neumáticos, electrónica, sistema de frenos). De hecho, un volante actual lleva más de 25 botones, de los cuales solo cinco son operados por el piloto según su criterio, y el resto se accionan única y exclusivamente si reciben órdenes directas de su respectivos ingenieros.

Asimismo, los pilotos perdieron “el hambre” de correr por pasión, como si no hubiese mañana. Ahora, con tantas limitaciones en el reglamento, deben estar preocupados por no acabar con toda la gasolina, así como también cuidar los neumáticos para que no sufran graining (desgaste progresivo de la goma), por no sobrecalentar los frenos. Entonces, la categoría se ha convertido en una lucha interna contra las barreras, perdiendo así el espíritu competitivo de “todo o nada”.

Medidas de seguridad

La prioridad en este deporte es la vida de los pilotos. De eso no cabe duda. A lo largo del tiempo se ha implementado varios sistemas de protección que han contribuido a salvar vidas. Sin embargo, actualmente existe un elemento que “aniquiló” la estética del deporte, se trata del dispositivo “halo”.

El mismo está fabricado en fibra de carbono y tiene forma de “T” curva, y su función es evitar que una pieza de tamaño grande impacte peligrosamente contra la cabeza de los pilotos.

Dispositivo “halo” adherido al Mercedes W09 de Lewis Hamilton, que  claramente resta la visibilidad del piloto, factor que era uno de los “plus” que emocionaban a los espectadores | Foto: EFE

Fanáticos y hasta algunos pilotos estuvieron en desacuerdo con esta inclusión, pero la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) alegó que sería implantada de manera obligatoria a partir de 2018.

No quedó más remedio que aceptarla, aunque se esté claro de que a futuro podría salvar vidas, no contrarresta el hecho de que opacó la belleza del deporte.

Repartición de ganancias

Se ha llegado a un punto delicado e importante. La lógica indica que las ganancias deben repartirse según las actuaciones de cada escudería; es decir, el equipo que finalice en primera posición debe percibir más que el segundo, y así paulatinamente.

Lamentablemente no es así, pues la FIA reparte mayor cantidad de dinero a equipos grandes (Ferrari, Mercedes y Red Bull) sin importar su actuación. Ejemplo perfecto de esto es la temporada pasada, la cual finalizó con Mercedes campeón y Ferrari de segundo, aún así, los italianos recibieron más dinero que los alemanes.

Esto conlleva a un peso descalibrado en la balanza monetaria de las escuderías y afecta severamente a las minorías, tales como Alfa Romeo Sauber, Force India, Williams y Haas.

Ferrari, un grande con funciones extradeportivas

La escudería donde militó el siete veces campeón del mundo Michael Schumacher posee una mancha oscura dentro de la categoría, pues es capaz de decidir, e incluso influir, en decisiones que no competen a los equipos, sino al ente rector, que en este caso es la FIA.

Ha ocurrido en múltiples oportunidades. Por ejemplo, cuando Sebastian Vettel se quejó por la durabilidad de los neumáticos en 2017, inmediatamente la FIA tomó acciones para modificar la estructura de los mismos.

Finalmente, los factores descritos previamente se van apoderando poco a poco de la esencia de este magnífico deporte, el cual posee un gran número de masas alrededor del mundo, pero que poco a poco las va perdiendo a consecuencia de malas decisiones. Entonces, de continuar por este sendero ¿A dónde va a parar la Fórmula 1 actual?


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