Efectos del arma química usada en ataque a Siria

No hay duda que 70 personas, 11 de ellas niños, muertas en Siria en medio de espasmos y convulsiones que terminaron en asfixia presentan los efectos de un elemento biológico que actúa directamente sobre órganos vitales del ser humano.

Los medios de comunicación y agencias sanitarias como la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que se trataría del gas sarín, un tóxico que no se encuentra en forma natural en el ambiente sino que es el resultado de una fabricación industrial.

De él se sabe que fue creado en 1939, en plena Segunda Guerra Mundial, por cuatro químicos alemanes, con lo cual pasó a formar parte del armamento químico del Ejército nazi, al punto que se ordenó la producción en masa durante este evento bélico.

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Su impacto fue tal que a comienzos de la década de los 50 la recién creada Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN , por sus siglas en inglés) lo clasificó como arma química convencional y dio paso a que en la guerra fría Estados Unidos y Rusia lo utilizaran con fines militares.

Se especula, incluso, que en Chile, durante la dictadura de Augusto Pinochet, se usó este gas contra los opositores del régimen.

En 1993, la Organización de Naciones Unidas (ONU) prohibió la producción y el almacenamiento de este gas -luego de que fuera activado en la guerra entre Iraq e Irán- y lo consideró desde entonces como un arma de destrucción masiva y, de paso, dio la orden de eliminar todos sus depósitos y reservas en el mundo.

Sin embargo, pese a la prohibición, se han encontrado rastros de él en los atentados en Japón (1994 y 1995) y en las guerras de Iraq y Siria.

¿Qué es el gas?

Este compuesto se presenta como un líquido inodoro e incoloro, por lo que es imposible detectarlo hasta que actúa. El problema es que cuando se libera al ambiente en forma de gas afecta directamente al sistema nervioso y su mecanismo de acción es similar al de los insecticidas de uso común, pues bloquea la enzima que destruye la acetilcolina en la unión de los nervios y los músculos.

Por esa razón, los impulsos nerviosos para contraer los músculos son constantes e impiden que este órgano se relaje y, por si fuera poco, se producen contracciones que son evidenciadas como convulsiones hasta causar la parálisis de las estructuras musculares respiratorias e incluso cardíacas. En otras palabras, lleva a un colapso respiratorio y glandular, acompañado de pérdida de la conciencia y una acción colinérgica (vómitos, diarreas y aumento de las secreciones de forma espontánea).

Esta acción es la razón por la que en las imágenes del ataque en Siria los afectados mueren asfixiados en tan solo minutos entre convulsiones y sangrados por la boca y la nariz.

Y aunque se ha descrito como gas, también tiene un efecto letal si se ingiere o incluso si hay contacto prolongado en la piel, y aquí el riesgo es que pueda mezclarse con cualquier líquido.

¿Cómo tratarlo?

Como todos los insecticidas que actúan de esta forma, hay un antídoto que bloquea el efecto. Se trata de la atropina y las oximas, que revierten el papel de la enzima que destruye la sustancia que mantiene contraídos los músculos.

Se sabe que rosear agua a los afectados se hace, entre otras, para eliminar de la ropa los restos del gas que pueden afectar a otras personas.

Hay otras recomendaciones, además de los soportes médicos necesarios. En las imágenes que le dieron la vuelta al mundo también se veía talco o harina esparcida sobre las víctimas. 

Esto tiene como objetivo empujar el gas hacia el piso y bloquear su efecto. Asimismo, se aconseja impedir que las víctimas sean bañadas en duchas, pues se corre el riesgo de enviar la sustancia a través de los alcantarillados y contaminar aguas.

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