Dos escritores, el español Eduardo Mendoza, Premio Cervantes 2016, y el cubano Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015, valoraron hoy la ciudad como espacio de libertad, relativa para el primero y literaria para el segundo, quien construye urbes «con la palabra».

Ambos participaron en la primera sesión del V Congreso Internacional de Arquitectura y Sociedad que se inaugura hoy en Pamplona (norte de España), en un primer panel bajo el título «La ciudad nos hace libres».

En declaraciones a los periodistas, Padura explicó su presencia como «intruso» en un congreso de Arquitectura, aunque justificada porque «en la literatura, en la novela, se construyen ciudades», no con elementos materiales y piedras, sino «con la palabra».

«La palabra nos permite tocar un elemento muy importante de la ciudad, su alma, que no solamente la componen los edificios sino sobre todo las personas que habitan las ciudades», advirtió el autor cubano.

Para él, la ciudad es «un espacio cultural, un espacio de identidad. Por eso cada ciudad que logra tener alma, y no todas la tienen, expresa la forma de ser, una cultura, una identidad, una personalidad, que tiene que ver con lo regional, con lo nacional, incluso a veces con una mezcla étnica», como es el caso de La Habana.

Por ello, dijo sentirse bien en el congreso, teniendo en cuenta su especial relación con su ciudad, «que es casi un personaje de mis novelas» y agregó que su misión hoy es animar a los arquitectos presentes a pensar «hasta qué punto la ciudad no solamente les pertenece a ellos sino también a todos los demás».

Así, reconoció que como escritor, él ha asumido La Habana «apropiándome de ella. Me he robado La Habana», afirmó vehemente.

En ese sentido, subrayó que la capital cubana tiene «una historia muy interesante, una historia literaria en la que la palabra ha sido tan importante como la piedra a la hora de construir la imagen de la ciudad», ha reiterado.

Por su parte, el español Eduardo Mendoza aseguró que «la ciudad nos hace libres… hasta cierto punto, pero seguramente sí lo hace más que la aldea», en un concepto en el que la arquitectura «influye de una manera decisiva», aunque no quiso hacer generalizaciones.

Así, «hay ciudades y ciudades, hay personas y personas, hay etapas de la vida… no es lo mismo la ciudad en la infancia que en la madurez o en la ancianidad. Dependen de las condiciones particulares de cada uno», precisó.

«Una ciudad siempre tiene agujeros donde esconderse», aseguró el escritor, que señaló que su papel en el congreso no es aportar reflexiones antes quienes saben «mucho más» que él, sino ofrecer opiniones personales «e incluso repartir perplejidades, dudas y relativismo, es lo que debemos hacer los escritores».


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