El papa Francisco abrió las puertas del Vaticano a los más pobres

El papa Francisco celebró en el Vaticano su anunciada primera Jornada Mundial de los Pobres, un día especial dedicado a los más necesitados que invita a la construcción de esa iglesia a puertas abiertas que frecuentemente propone el pontífice en sus discursos.

La Santa Sede inició la jornada a las 10:00 am con una misa presidida por el propio Papa y que, según datos de la Gendarmería Vaticana, reunió a más de 4.000 personas, entre pobres y refugiados, provenientes principalmente de Italia, Francia, España, Alemania y Polonia.

“La omisión es también el mayor pecado contra los pobres”, afirmó el pontífice, y rechazó la actitud de indiferencia ante el hermano que pasa necesidad, o indignarse ante el mal pero no hacer nada. Una homilía que en definitiva invitó a ir más allá de las palabras para ejecutar obras por el bien común.

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“Es para nosotros un deber evangélico cuidar de ellos, que son nuestra verdadera riqueza, y hacerlo no solo dando pan, sino también partiendo con ellos el pan de la palabra. Amar al pobre significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales”, dijo.

Y Francisco fue más allá de la palabra. Tras el acostumbrado Ángelus, el santo padre se dirigió al aula Pablo VI para comer junto a 1.500 pobres. “Bienvenidos, preparémonos para este momento juntos”, dijo a sus huéspedes especiales.

Luego de las palabras de bienvenida, comenzó el desfile de platos típicos italianos: ñoquis sardos con tomate, aceitunas y queso, albóndigas con verduras, polenta y brócolis; de postre, tiramisú; agua, refresco de naranja y café. Todo servido gracias a la colaboración de 40 diáconos y 150 voluntarios de la diócesis de Roma.

La Jornada Mundial de los Pobres fue creada por el papa argentino durante el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.

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