Tras haber superado con éxito de popularidad el primer tramo de su mandato, el presidente francés, Emmanuel Macron, busca relanzar sus reformas en 2018 para llegar en buenas condiciones a las europeas de 2019.

El presidente pasa unos días en una estación de esquí de los Pirineos, la misma en la que lo hacía durante su infancia y su adolescencia, uno de los pocos momentos de reposo que se permite.

La semana pasada celebró su 40 cumpleaños en un acto en el palacio real de Chambord, un gesto que le valió duras críticas por la polémica que en Francia siempre genera vincular símbolos monárquicos y republicanos.

Pero la imagen de Macron no parece haber sufrido, mantiene vigor, algo que varios comentaristas achacan a su permanente movimiento, una dinámica que su equipo quiere mantener. El tradicional discurso del presidente de nochevieja marcará las prioridades para los próximos meses, después de que en las últimas semanas un grupo de diputados hayan trabajado duro para determinar los campos por los que puede transitar la acción del Gobierno, según el semanario «Le Journal du Dimanche».

Se trata de un equipo de jóvenes parlamentarios, la mayor parte de ellos debutantes, fieles del presidente y en torno a los cuales debe pivotar el proyecto macronista. La reforma de la indemnización por desempleo, la formación profesional, o la igualdad entre hombres y mujeres son algunos de los temas que se impulsarán el año próximo.

Macron conquistó el Elíseo con un partido nuevo y ahora pretende que esa formación, que en la estela de su victoria en las presidenciales obtuvo una amplia mayoría parlamentaria, se convierta en una maquinaria electoral para las próximas citas con las urnas. La siguiente son las europeas de 2019, muy importantes para el presidente francés, porque son las primeras desde su desembarco en el Elíseo, lo que les otorga carácter de evaluación, pero también por la atención que el presidente da a la construcción europea.

No es ningún secreto que a Macron le gustaría introducir listas transnacinonales, una forma de marcar su compromiso comunitario, pero también de colmar algunas de las lagunas de implantación territorial que acarrea su partido. El exportavoz del Gobierno Christophe Castaner, ha desembarcado al frente del partido para tratar de impulsarlo y mitigar la dependencia que hasta ahora tiene de la figura del presidente.

Bautizado como La República en Marcha, la formación macronista cuenta con 70.000 militantes, pero no tiene el peso local de los partidos tradicionales. Resta por ver si, como pretende Macron, el partido se convierte en una maquinaria de ideas para no perder la iniciativa política.

«En un año y medio habremos culminado el programa presidencial», asegura al «Le Journal du Dimanche» la diputada Sacha Houlié, una de las jóvenes debutantes elegidas para relanzar la acción. Agrega que su objetivo pasa por ser una «avanzadilla del proyecto presidencia» y dotarle de un perfil ideológico que asiente su poder en el país.

Para ello, insisten en este grupo, es preciso que el movimiento no se detenga, que la acción se prolongue para que sea el Gobierno quien lleve la iniciativa política frente a una oposición que, por el momento, bastante tiene con levantarse del golpe que supuso las pasadas elecciones.

Aurélien Taché, otro de estos jóvenes diputados, asegura que su función pasa porque el partido no se duerma en la dinámica parlamentaria y que no todo pivote en la figura de Macron. «En la segunda parte del mandato tendremos que se más políticos y, antes que nada, ganar las europeas», insiste en declaraciones a «Le Journal du Dimanche».


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