Tercer dodecálogo de un cuentista

I

Mucho más urgente que noquear a un lector es despertarlo.

II

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El cuento no tiene esencia, apenas costumbres.

III

Hay dos tipos de cuento: los que ya saben la historia y los que la van buscando.

IV

La extrema libertad de un libro de cuentos radica en la posibilidad de empezar de cero en cada pieza. Exigirle unidad equivaldría a ponerle un candado al laboratorio.

V

La quietud como arte de la inminencia.

VI

La voz decide el acontecimiento, más que viceversa.

VII

Al cuento lo persigue su estructura. Por eso, cada cierto tiempo, agradece que la dinamiten.

VII

Un relato absolutamente redondo atrapa a los lectores, no los deja salir. En realidad tampoco les permite entrar.

IX

Todo cuento es oral en primer o segundo grado.

X

Mientras los cuentistas perpetúan simetrías, sus personajes los perdonan con sus imperfecciones.

XI

Tentación efectista del final abierto: interrumpido en un momento demasiado brillante, clausurado en su apertura.

XII

Toda historia que termina a tiempo empieza de otra manera.

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El fin de la lectura

Andrés Neuman

Editorial Libros del Fuego

Caracas, 2017

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