A mitad de una campaña política se narran emociones destructivas

Si alguien decide hacer lo que le venga en gana, ¿quién es peor? ¿Los demás o uno mismo? Sareni Siplenko utilizó como base un entorno político adulterado, con muchas similitudes con el presente nacional, para hablar sobre el renacer de una mujer que decide abandonar la vida que le tocó vivir. Sucede que soy horrible de Gustavo Ott fue el texto escogido para la tercera propuesta del Festival de Jóvenes Directores, y a pesar de que el partidismo se cuela en la trama, la directora prefirió apostar por neutralidad.

“Desde el primer momento que leí la pieza tuve muy claro que yo no quería hacer un panfleto político”, asegura la directora de 24 años que escogió a Nattalie Cortéz, Rolando Padilla, Mariana Marval, Calique Pérez y Beatriz Sojo para narrar una historia en las decisiones de los miembros de una familia llevan a la destrucción. “El tema político está tan a flor de piel que es imposible que no hagamos asociaciones, pero la familia es foco frontal del montaje”, agrega Siplenko, quien se formó con Matilda Corral en el Gimnasio de Actores.

Un padre, el hombre ejemplar y cabeza de una familia de clase alta, también resulta ser el primero en una línea de poder que se ha mantenido en el gobierno por más de 10 años. Su yerno y su hija menor son los únicos miembros del hogar que lo apoyan incondicionalmente y lo siguen en cada mitin. La esposa y la hija mayor por el contrario parecen estar hastiadas de un entorno que les roba su individualidad. Un día, en plena campaña para la reelección la madre da una noticia que deja a todos sin habla y que la transforma en un ser horrible, según su familia.

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“En realidad los que son horribles son los demás. Esa fue la conclusión a la que llegamos Nattalie y yo después de conversar mucho. Es una mujer que renace de un sistema podrido, de esa vida que lleva que no es algo que ella escogió sino lo que le tocó”, explica Siplenko, quien se alió con el escenógrafo Lucho Campos para armar una colorida estructura metálica hexagonal que delimita el espacio en escena. “Hay una tónica vacía y lúgubre, pero que al mismo tiempo admite formas de creatividad”, agrega la directora sobre el espacio escénico en el que no agregó más que dos mesas y un carrito de licores. “Si voy a tener algo en el escenario, es porque realmente lo voy a usar”, sostiene.

Siplenko se mantiene en la neutralidad política en el montaje, pero es tiránica al ejercer la plena autoría de su propuesta. “Mi montaje no tiene que ver con las directrices planteadas en las didascalias del texto de Ott, de hecho las escenografías son completamente dispares”, dice la joven creadora cuyo montaje se podrá apreciar el viernes a las 5:00 pm y el sábado y domingo a las 4:00 pm en el Trasnocho Cultural.

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