La alternativa: EL PEZ SOLUBLE

Las editoriales independientes en Venezuela responden ante la crisis del país con apuestas cada vez más arriesgadas, sólidas y meritorias. Presentamos una serie de preguntas que les hicimos a los más destacados sellos nacionales de esta naturaleza, sobre el origen de su iniciativa, la labor que realizan, los autores que publican y sus próximos proyectos. Continuamos la serie con el Taller Editorial El Pez Soluble, que se inició en el año 1999 y que dirige la poeta y periodista Belkys Arredondo Olivo.

―¿Qué motivaciones y entusiasmos determinaron la creación de su editorial? ¿Cuál es su historia? ¿Por qué el nombre?

“Todo surgió de una forma espontánea. Impulsada por un deseo compartido de los poetas amigos, casi todos provenían de los talleres antiguos del Celarg. Muchos tenían libros enteros sin publicar y con una estupenda calidad literaria. Con diferentes formaciones y un solo deseo, publicar. Había una necesidad latente de publicar poesía. Nos reuníamos semanalmente y compartíamos la experiencia de escribir, las necesidades y limitaciones tanto de la realización como de la entrega de lo que escribíamos.

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En la creación del TALLER EDITORIAL EL PEZ SOLUBLE fue significativo el haber formado parte del taller de poesía que en el año de 1996 el poeta venezolano Juan Calzadilla dictó en El Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, Celarg. Con sus argucias poéticas despertó en sus integrantes variadas inquietudes relacionadas con el oficio de escribir. Fue definitivo el compartir con personas que como yo reafirmaban bajo los ojos del poeta conductor el amor por la palabra en el intento de testimoniar a través de la escritura del poema.

Terminó el taller y seguíamos reuniéndonos, realizábamos lecturas públicas en plazas y locales nocturnos. A veces nos acompañaban músicos, fotógrafos y artistas plásticos, todo lo que nos estimulara. El enfrentar con el público nuestro escribir nos relacionaba con el escucha tan necesario para el escritor. Propuse la creación de una editorial artesanal, una colección para editar, una especial que pudiera ser nuestra. Todos aplaudieron la idea.

Empecé a trabajar en el diseño, el que pudiera merecer la poesía. Concebí la plaquette como una publicación objeto, elaborada con materiales de primera calidad, cien unidades numeradas, firmadas por su autor y además cada una con un objeto elegido o elaborado por el autor que complementa la expresión conjunta. La publicación sería completamente artesanal entregada como lo que queríamos que fuera, una obra de arte. Si su venta era total, que no era siempre, se imprimía la segunda edición.

Y así se empezó a realizar el acopio del material, la selección y elección para cada una de las ediciones. Ya a punto de estar listos los poemarios, coincidió con el inicio de la tradicional Feria del Libro venezolana y decidimos participar en ella presentando las plaquettes con la editorial ya registrada que llevaba el nombre de TALLER EDITORIAL EL PEZ SOLUBLE.

Nuestra participación en la feria fue exitosa. La recepción generalizada. De ese primer contacto con el público salimos realmente satisfechos y con muchas ganas de continuar. Al inicio del año siguiente, en el año 2000, el Centro Nacional del Libro (Cenal) nos entregó el premio Excelencia Editorial según sus palabras “por el desvelo de construir libros de una calidad artesanal, la selección de valiosos autores noveles, la exaltación del universo poético y la originalidad en la presentación de las obras en un voluntarioso impulso para una editorial insurgente”. Las plaquettes salieron de viaje en una exposición itinerante por varios países de América Latina junto a otras ediciones premiadas también el mismo año.

Corrió la voz de lo que hacíamos y en la biblioteca del Celarg, donde nos reuníamos los viernes por la tarde, llegamos a estar hasta más de cincuenta personas. Allí, cuestionábamos duramente los escritos, los reconocíamos. Realizábamos ejercicios in situ, opinábamos sobre el ritmo, la voz, el largo y corto aliento, la realidad que nos envolvía y seguíamos compartiendo con otros lenguajes para conocer otras formas de trabajo. Seguimos publicando entre cinco o seis plaquettes cada año siempre con la edición de poemas de un poeta invitado de trayectoria”.

Muchos podrán recordar el taller al que hace referencia Arredondo: el grupo de poetas Tokonoma, que al final de la década de los noventa y comienzos del nuevo milenio se reunía en los espacios privilegiados de la Biblioteca Isaac J. Pardo, ubicada en el Celarg. Todo tipo de ejercicios literarios se ponía en marcha en dicho taller: juegos de palabras, poemas que surgían a partir de la observación de fotografías y cuadros. La imagen que da el nombre a la editorial proviene directamente de un texto poético de André Breton. La confluencia de disciplinas y la mirada plástica siempre fue una huella importante en el taller, como lo sería también en el carácter artesanal de los ejemplares que vendría a editar. 

―¿Con qué criterios decide su editorial la publicación de un libro? ¿Podría darnos algunos ejemplos al respecto?

“Soy periodista y además tengo experiencia gráfica en diseño y maquetación de periódicos que trabajé por años. Una suerte de conjugación de prácticas que respaldaban esta necesidad y que podían hacer una buena realidad del sueño. Sabíamos que las características propias de este género la apartan de la índole comercial que manejan las grandes editoriales. La poesía es el género literario menos comercial. El Taller Editorial en su 98% publica poesía. Editar poesía tiene sus propios lineamientos, sus propias características de edición bastante diferentes a la narrativa o el ensayo, por ejemplo. Cada poema en su estructura y contenido, en su disposición en la página, la asumimos como una pequeña obra de arte y entre otras prioridades fue importante la toma del poema, su lectura. La escogencia de la plaquette en su condición artesanal era lo más apropiado para nosotros. Más al alcance de nuestras posibilidades. La plaquette como la antelación del libro. Y con relación a la selección de los autores: la selección era asumida en el intercambio de lecturas en el encuentro que continuamos realizando por más de tres años”.

―¿Hay libros más apropiados que otros para los buenos oficios de una editorial alternativa?

“Mi experiencia editando poesía siempre ha sido artesanal. No utilizo el sistema tradicional de selección, impresión y realización.

Tengo la intuición cercana a la certeza de que los lectores de poesía han aumentado en la ciudad de Caracas, y por ende en muchas ciudades de habla hispana. La apreciación es por el acercamiento que tengo a las librerías, por el que tienen conmigo las personas que buscan publicar su trabajo, lectores que buscan adquirirlo y que aman la poesía viva con la que puedan identificarse.

En general, creo que no se requieren publicaciones que sobrepasen la cantidad de 500 ejemplares, ya sea porque la distribución a nivel nacional sea un tanto deficiente y la internacional mínima o casi inexistente. El saldo final casi siempre posee una respuesta económica irrisoria en relación con la energía invertida. El que publica poesía no espera beneficios económicos, detrás de todo hay un sentimiento de rescate, de placer y de corroboración ante algo en lo que cree. En Caracas se han creado editoriales alternativas que por las razones anteriores ya no existen. Aparecen y desaparecen constantemente. La fe por la poesía persiste, pasan de los dedos de mis manos las editoriales alternativas que tratan de llenar ese vacío editorial. A pesar del aumento de los lectores de poesía ha sido un incremento insuficiente y de allí el surgimiento de nuevas editoriales alternativas”.

―¿Para un autor, qué diferencia hay entre ser publicado por una editorial alternativa o por una editorial comercial?

“La respuesta es algo indefinido. Cada autor y editor tiene sus propias expectativas. Nunca se conoce la aceptación del libro que se edita y la editorial es como la casa de maternidad donde se alumbra. Para mí la editorial alternativa cree en el libro que va a entregar a un público como un trabajo que hay que rescatar y que debe ser editado. Habría que establecer cuáles son las diferencias para el autor y el lector entre una y otra. Tener en las manos el libro a publicar. Definir cuáles son sus características y cuál podría ser el público que lo consuma”.

―¿En qué consiste la contribución que las pequeñas editoriales independientes hacen a los lectores?

“La respuesta estaría condicionada por la experiencia de vida y trabajo de cada editorial alternativa.

Hasta el 2015 llevamos publicadas 126 plaquettes y 15 libros de puro material poético. El Taller Editorial El Pez Soluble reafirma y concreta el proyecto inicial que fue el de promover, editar y difundir poesía urbana a fin de establecer un vínculo de raíz individual, de proyección social con los lectores rescatando la poesía viva que en conjunto es un aporte para imaginar la semblanza del alma de la ciudad a través de nuestros poetas. Nuestra apuesta, por ello, intenta dar respuestas al signo de una época caracterizada por la inestabilidad de modelos y valores. Editar poesía y dar cabida a los nuevos creadores de nuestra ciudad no solo es avizorar un futuro, sino plantear en este presente interrogantes de todos los tiempos”.

―¿Qué clase de apoyo deberían recibir las editoriales alternativas? ¿De acuerdo a su experiencia, diría que son respaldadas por otras instituciones, que suelen recibir financiamiento o apoyo promocional externo?

“Un país que ame el trabajo de sus artistas y creadores debería estar respaldado sin que sea asimilado por la política de gobierno. Aquí eso no existe. El dar a la luz pública lo que se está escribiendo es un trabajo titánico que en Venezuela está en la más completa orfandad.

Lo más reivindicable de El Pez Soluble es su autogestión gracias a un mecanismo entre la editorial y el autor recompensado por la compra del lector. El Pez Soluble nunca ha recibido nada de la empresa privada ni del Estado. Siempre un apoyo financiero genera alguna complicidad y rompe la autonomía de la editorial. Y en el caso del Estado sería terrible porque habría un condicionamiento ideológico en consonancia con el pensamiento único típico de la actual gestión gubernamental”.

―¿Qué es lo más difícil de gestionar para una editorial como la suya? ¿Cuál es la mayor dificultad con que se han enfrentado en el último año?

“Una editorial alternativa es sin duda una cuestión de vocación y amor por las palabras. En Venezuela progresivamente la espiral inflacionaria en todos los rubros, hasta en los más elementales como el alimento y las medicinas, escasea a todo nivel. A la gente no le alcanza ni para comprar alimentos ni medicina, menos para ropa, zapatos, y al final los libros en un país donde no existe el hábito de lectura quedan de último lugar. Qué más puedo decir. Por razones graves como el deterioro sistemático del país el Taller está paralizado desde hace dos años”.

―¿Qué explica, en su opinión, el surgimiento de pequeñas editoriales independientes a lo largo de los últimos años?

“Actualmente pienso que las editoriales alternativas viven limitaciones enormes. No creo que se estén multiplicando. Creo firmemente que la realidad las ha golpeado duramente”.

―¿Cómo influye el contexto nacional en su labor editorial: imprenta, distribución, promoción, ventas?

“Nuestro país está en una guerra silenciosa donde persiste la aniquilación de todo lo posible. La industria editorial existe para poder vender en el exterior y recuperar la inversión, las políticas oficiales solo se dan en esta materia para promover la visión y versión estatal. Terrible. Tenemos varios años luchando con una realidad que aplasta”.

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