“El sueño americano” no es exclusivo de los Estados Unidos. Después de la Segunda Guerra Mundial, miles de migrantes europeos llegaron al “Nuevo Continente” para construir desde cero una nueva vida. Venezuela recibió una gran ola proveniente de Portugal, España e Italia. El viaje en barco duraba aproximadamente 14 días, desde el puerto de Génova hasta La Guaira. En 1948, a bordo de una de esas embarcaciones, llegó la familia Visani.

Primero se hospedaron en una pensión en San Agustín y luego vivieron en Roca Tarpeya. A partir de allí la historia se cuenta por sí sola: su hijo, Claudio Visani, tuvo la oportunidad de estudiar Ingeniería en la Universidad Central de Venezuela y empezar a trabajar en diferentes proyectos de construcción, hasta que en 1968 registró la fábrica de cerraduras Cisa. Primero como parte de un consorcio internacional y ahora, luego de un largo proceso legal que finalizó en 2015, como una empresa familiar manejada por sus cuatro hijos. Dos de ellos, Claudia y Andrés, son los que llevan las riendas de una segunda empresa, Visalock.

Esta marca nació hace 20 años para complementar el portafolio de Cisa. “Una de sus grandes fortalezas es el servicio de atención al cliente posterior a la compra. No solo te ofrecemos el producto, sino que estamos aquí para solventar cualquier inconveniente con la mercancía”, comenta Claudia Visani. 

En octubre presentaron su nueva línea “Soluciones integrales” que busca satisfacer el mercado hotelero, residencial y de oficinas. Con el lanzamiento lograron ser los pioneros en la fabricación y la distribución de esta tecnología en el país. “El mundo de los negocios en la actualidad te exige que ofrezcas productos más inteligentes y nuestra misión es servir y satisfacer a nuestros clientes”, precisa Visani.

En la parte de las cerraduras, el usuario podrá vigilar la entrada por captura de la huella digital, reconocimiento facial o acercamiento. En la parte de los ascensores, ofrecen el control de acceso a los pisos según las especificaciones del comprador. También cuentan con un ahorrador de energía que raciona el consumo eléctrico cuando no hay personas dentro de la habitación y, por último, una caja fuerte, fabricada 100% en el país. “El hecho de que el viajero se sienta seguro en su habitación de hotel, como sucede en otras partes del mundo, implica un crecimiento en el sector turístico venezolano”, explica la presidenta de Visalock.

En un país que todo lo importa, Inversora Lockey exporta sus productos a gran parte Latinoamérica (Colombia, República Dominicana, Aruba, Panamá, Nicaragua, El Salvador, Perú, Bolivia y Ecuador). Si bien hay insumos electrónicos que traen del continente asiático, su materia prima y la mano de obra son venezolanas. Tienen a su cargo 500 trabajadores, algunos de ellos llevan en la empresa más de 40 años. Para lograr esa lealtad con sus empleados y clientes fijaron tres pilares fundamentales: precio, calidad y servicio. La flexibilidad es una de sus mayores cualidades: son una de las cinco empresas más importantes del estado Miranda y, a pesar de la crisis actual, continúan fabricando las reconocidas cerraduras.  

— ¿Cuáles son los retos que te ha tocado enfrentar como presidenta de la compañía? 

Venezuela está viviendo una crisis económica que nos perjudica a todos. A pesar de que somos una marca reconocida en seguridad, también nos hemos visto afectados por la contracción del mercado El mayor reto es, ante todas las limitaciones, ser más creativos, mejores gerentes y administradores para conseguir la materia prima y lograr mantener la empresa siempre en marcha. La migración es otro factor con el que tenemos que lidiar. En efecto se ha ido mucha gente, pero también nos ha dado la oportunidad de formar generaciones de relevo: personas nuevas con ideas nuevas.

— ¿Cuáles son las ventajas de manejar un negocio familiar? 

Los negocios familiares, a diferencia de las transnacionales, son muy flexibles. Y la situación del país te exige ser más maleable. El hecho de que podamos tomar decisiones rápidamente nos permite mantenernos en marcha y no sufrir los escollos con los que quizás sí han tenido que lidiar otras empresas.

— ¿Es un desafío ser mujer y presidir una fábrica metalmecánica? 

Sé que quizás puede verse un poco extraño que una mujer esté enfrente de una empresa de cerraduras porque estamos acostumbrados a verla en ambientes más femeninos. Todo esto es el producto del trabajo de mi papá y del que todos nos terminamos enamorando. Para eso nos preparamos: para asumir las riendas del negocio. Nosotras somos multitasking, hacemos muchas cosas a la vez. En medio de esta coyuntura, las mujeres hemos salido adelante y no le hemos tenido miedo a los retos que diariamente debemos enfrentar.

— Inversora Lockey está presente en Miami y Colombia, y además distribuye sus productos a casi toda Latinoamérica. Sin embargo, siguen en el país. ¿Por qué? 

— En Colombia tenemos una “bodega” y una distribuidora que se creó también hace 20 años para servir ese mercado. La marca Cisa se ha logrado posicionar en este país por sus productos de calidad. En Miami tenemos un warehouse que nos ha servido como plataforma para no dejar de atender a nuestros clientes en el extranjero, que nos hemos ganado desde hace más de 30 años. Nosotros amamos Venezuela. Vivir en este país siempre será un privilegio: el clima y la ubicación geográfica son fantásticos. Y lo más importante son las ganas de echarle pichón a la vida. A pesar de esta crisis tan fuerte, siempre buscamos y logramos resolver.

— Este es el año aniversario de Inversora Lockey… 

— Sé que la situación es muy difícil, pero no puede ser que estemos todo el día en un solo lamento. En lo particular, creo que no hay ningún obstáculo insuperable. Con este aniversario le queremos decir a nuestros trabajadores y clientes que estamos cumpliendo 50 años (y vendrán muchos más) en el país y queremos celebrarlo. En Venezuela vale la pena seguir invirtiendo y sacando el músculo. Ahora es cuando los empresarios debemos estar comprometidos con esta tierra y su gente.


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