Por si fuera poca la podredumbre que han lanzado sobre la familia Flores, los dos sobrinos obtuvieron una última gracia del juez Paul Crotty, a cargo del proceso que los condenó a solo 18 años de prisión (16 porque llevan 2 encarcelados), al aceptar que se dirigieran a su señoría al final del juicio para expresar su satisfacción por el trato recibido no solo en el transcurso del proceso sino en la cárcel.

Los sobrinos son al menos agradecidos con el imperio de la ley, o de  la ley del imperio… da lo mismo. Pero a la vez entierran con sus palabras pronunciadas en la corte toda la propaganda contra la justicia estadounidense que ya estaba preparada para lanzarse a morder la yugular del juez. ¿Qué pueden inventar ahora desde Miraflores?, ¿qué mentira van a desenvainar para defender lo indefendible?

Los venezolanos tenemos muy fresco el recuerdo de la humillación pública a la cual fue sometida la ex jueza Afiuni, en un programa de televisión “amenizado” con los chistes, los insultos y la condena anticipada e inapelable del presidente Hugo Chávez en su contra. Si a muchos ciudadanos les pareció un agravio innecesario y prepotente, a los periodistas que observaban la transmisión no les quedó otra sensación que la de haber presenciado un acto de machismo que superaba cualquier otro de los tantos que ha vivido Venezuela, y que sin duda son muchos.

Que los sobrinos presidenciales Efraín Antonio Campos Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas tuvieran la oportunidad de expresar al juez Paul Crotty su agradecimiento, luego de sentenciarlos a 18 años de prisión, vale todo el oro del mundo pues deja sin municiones a los mercenarios cubanos que se encargan de orientar y fabricar toda esta propaganda tóxica sobre la realidad de la justicia en países democráticos.

Ahora bien, queda pendiente una tarea para el fiscal impuesto por Maduro: ¿cómo se pagarán en el futuro los servicios del transportista petrolero, el dueño de tanqueros y otras actividades, que asumió los gastos del juicio y los honorarios de los bufetes carísimos de Nueva York? Se duda mucho sobre la repentina generosidad del empresario bolivariano y de sus intereses al dar la cara ante un caso de narcotráfico cuyo final estaba cantado.

¿Cuánto costó toda esta operación de ayuda a los sobrinos? ¿Fue financiada con dólares libres o a 10 bolívares, compromete al Tesoro Público, tiene otros propósitos más allá del mar de la impunidad que levanta olas en Pdvsa? ¿Es un naufragio o una operación de rescate en toda regla? ¿Quién se bajó de la mula? Tanta generosidad sorprende a todo el mundo menos al fiscal, que silba y mira el cielo implorando que se le aparezca el pajarito que le trajo la buena nueva a Nicolás.

Lo único cierto en todo esto, desde el punto de vista de los venezolanos, es que nadie regala dólares sin pedir nada a cambio. ¿Cómo fue ese negocio? ¿Quién pagó la cuenta y dejó la propina? Es raro que este fiscal general, un verdadero verdugo en cuestiones petroleras según dicen, no haga ni el amago de tocar los negocios del financista de la defensa de los sobrinos. ¿Es que hay petroleros que son menos iguales que otros? 


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