Mienten quienes continúan apostando a las elecciones. O son infortunadas y desgraciadas víctimas de su fatal ignorancia

Concediéndole la cortesía de la honestidad y la buena fe, creo que Zapatero quiere que haya elecciones porque, víctima de la fatal ignorancia sobre lo que realmente ocurre en Venezuela a pesar de haberse convertido en el factótum de sus destinos, jura que Nicolás Maduro las perderá. O, lo que es lo mismo, que la oposición, si participa, las ganará.

En la circunstancia, y sin la más mínima consideración a las condiciones reales bajo las cuales se cumplen los procesos electorales en Venezuela, él agota sus esfuerzos porque ella participe. La realidad se encargará de demostrar que las haya o no las haya, con o sin su participación, Maduro habrá ganado el tiempo necesario para seguir controlando a Venezuela y hundiéndola en los abismos de su devastación. Retardando, de paso, el alineamiento de la región tras la única opción verdadera y real: la intervención humanitaria de la región bajo el respaldo de los Estados Unidos.

Para afirmarlo, que se lo jura a quien quiera oírle, recurre a su propia experiencia: con la grave situación económica que ha creado, no hay Maduro que las gane. Poco importa si el candidato es Rosales, quien traicionara a su leal escudero Timoteo Zambrano arrebatándole la presidencia de la Asamblea Nacional, o es Henry Falcón, que a falta de pan de sus propios hornos es la torta de Primero Justicia. O Henry Ramos, el eterno pretendiente.

Zapatero está convencido de que cualquiera de ellos que vaya al proceso electoral, se hará sin mayores esfuerzos con la presidencia de Venezuela. Y agota sus esfuerzos porque así sea.

Es lo que lleva haciendo desde que echara a andar su estrategia de convertirse en el factor clave de la resolución de la histórica crisis venezolana, posiblemente aspirando incluso a un Nobel de la Paz: servir de bisagra entre el gobierno de Maduro y la MUD. Para ello decidió vivir con un pie en Madrid y el otro en Caracas promovido, protegido y respaldado por los protagonistas de la confrontación: Maduro, que lo escucha con no oculta satisfacción pues sirve como anillo al dedo a sus propósitos imperiales; Jorge Rodríguez, el dueño de la franquicia electoral y personaje clave de apoyo, control y respaldo de Nicolás Maduro; Henry Ramos, su camarada de la Internacional Socialista; su carnal Timoteo Zambrano, como operador político in situ y last but not least, Lilian Tintori, que lo ha considerado la clave para sacar del infierno a su esposo, Leopoldo López.

Un mediador múltiple que luego de terminar por quebrar al líder de Voluntad Popular y sacarlo prácticamente del juego político, ha descoyuntado la Salida y ha conducido a la MUD por el callejón electoral en el que hoy se encuentra, tras haber perdido la importante iniciativa que la llevara a la importante victoria del 16 de julio y la entrampara en el matadero del diálogo.

El papel de Zapatero en esta última circunstancia es apenas, por ahora, la parte final del guion que debe desempeñar: estabilizar la dictadura, afianzar sus bases y terminar por castrar a la oposición mudista. Para lo cual cuenta con el respaldo de Timoteo Zambrano como operador político y la dirección de los partidos dispuestos a seguirle el juego a la dictadura. Que hasta ahora, no se ha propuesto aventurarse en el campo de la oposición que va restando. Aun así, un profundo hiato divide a la parte “opositora” de la ecuación y a la parte oficialista. Los primeros padecen de una grave, letal e irrecuperable fatal ignorancia, mientras que los segundos, que son quienes manejan, controlan y deciden del juego, detrás de Maduro, Jorge Rodríguez, Diosdado Cabello y Tareck el Aissami, poseen la clave de la circunstancia.

Lo asombroso es que un hombre que viene de haber sido presidente de un país de la OTAN, que se ha codeado con la flor y nata del poder europeo, le ha llevado la valija al rey de España, ha sido confidente de los Castro, padrino y promotor de Podemos, y cuyos servicios de información deben proveerle de todo lo que se requiere saber sobre los intríngulis de La Habana, el Foro de Sao Paulo, Miraflores y los compadrazgos de Maduro con Putin y Xi Jinping, hace como que en realidad no sabe que en Venezuela las elecciones son el epítome del fraude. O las gana Maduro o no las pierde Maduro, quien, como el maravilloso personaje de Cantinflas, afirma a los suyos que las elecciones obedecen al más puro y profundo deseo del pueblo, es decir: al suyo.

Cómo es posible, se me dirá, que en un mundo internacional  absolutamente unánime y coincidente respecto de que en Venezuela las elecciones no eligen, son un oprobioso mecanismo de discriminación fraudulento y dictatorial, una trampa cazabobos del poder y pecan por origen y desempeño, pues en nuestro caso concreto no obedecen al orden constitucional sino a una quisicosa ella misma fraudulenta llamada asamblea nacional constituyente, y de cumplirse lo harán sin modificar un ápice la envenenada y torcida estructura comicial; ¿como es posible, repito, que exista un islote de credulidades nacionales que asegura que en Venezuela las elecciones sí eligen? ¿Y de que en fiel reflejo de tal acierto, si hoy las hay y la oposición acepta participar en ellas ganaría de calle? ¿Cómo es posible, diré yo, que ese islote sea presidido por un ex presidente español, dos ex presidentes y el actual presidente de la Asamblea Nacional, y de él participen un grupo aplastantemente mayoritario de diputados, y un cortejo de académicos y doctores de ciencias políticas que nacieron, se criaron y se educaron en Venezuela y han participado de todos los procesos electorales comprobadamente fraudulentos?

Es cuando desaparece la ingenua creencia en la buena fe de Zapatero, Timoteo Zambrano y los capitostes de la MUD. ¿Están equivocados Luis Almagro, los ex presidentes hispano y latinoamericanos, los presidentes y cancilleres del Grupo de Lima, los de la Unión Europea, el Parlamento Europeo, la Conferencia Episcopal Venezolana, el Departamento de Estado y las otras instancias internacionales que rechazan la convocatoria a estas elecciones por un ente espurio en condiciones manifiestamente irregulares? ¿Mienten los cardenales venezolanos, miente Luis Ugalde, miente la inmensa mayoría nacional que descree de dichos torcidos eventos de no efectuarse bajo la arrolladora presión de una amenaza insurreccional y la imposición por la misma de condiciones aceptables? ¿O mienten Zapatero, Ramos Allup, Timoteo Zambrano, Julio Borges, Henry Falcón, los asesores y comunicadores oficiales de uno y otro bando cuando aseguran que ellas son puras y transparentes, sin trampas continuadas ni imposiciones dictatoriales, como ya lo son, antes incluso de que se haya depositado un solo voto en una sola urna? ¿O es que convocarlas entre gallos y medianoche para realizarlas con fecha a gusto de Nicolás Maduro sirviéndose de una mascarada no es prueba concluyente de que se está ante un fraude continuado? Teniendo meridianamente claro que la premura no tiene otro objetivo que torpedear la debida preparación de la MUD, la organización de observadores internacionales, la revisión en profundidad del REP y todos los otros mecanismos concomitantes de obligatorio cumplimiento en comicios de validez internacional, ¿quién puede negar que ya está en marcha un fraude, sin que se haya depositado un solo voto?

Mienten descaradamente quienes continúan apostando a las elecciones o son infortunadas, honestas y desgraciadas víctimas de su fatal ignorancia. Yo ya tengo la respuesta a esa insidiosa interrogante. Dejo la decisión de asumir la suya propia en manos del lector.


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