“Las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel”.

David Lloyd George. Primer ministro inglés durante la Primera Guerra Mundial.

La lucha por el derecho al voto ha sido parte fundamental de las reivindicaciones del mundo libre en los últimos dos siglos. Son muchas las muertes de seres humanos que se han registrado, en la historia universal, combatiendo por una sociedad libre y democrática. Venezuela no ha sido la excepción.

La Primera Guerra Mundial no se produjo por elecciones, pero la derrota de las monarquías o su debilitamiento ayudaron a dar un impulso a las repúblicas democráticas en Europa, aunque la Segunda Guerra ayudó a impulsar los regímenes comunistas, después del reparto de Europa por las naciones aliadas que en buena hora derrotaron al nazismo y al fascismo.

Nadie puede olvidar, luego, la feroz represión comunista a los pueblos que eran sometidos a esa ideología con la excusa de la necesaria etapa de la “dictadura del proletariado”, convertida en dictadura de un solo partido, devenida luego en la dictadura del jefe de ese partido. Nikita Jrushchov en su famoso “Discurso Secreto” en el XX Congreso del PCUS fue quien primero delató al mundo los horrores de las purgas y los crímenes políticos realizados por Stalin durante su régimen oprobioso.

Después de ello siguió dominando la dictadura soviética, impidiendo la democracia en los países bajo su influencia. Nadie puede olvidar las invasiones de las tropas del “Pacto de Varsovia” a Hungría y Checoslovaquia para aniquilar las insurgencias democráticas. Sin embargo, finalmente, la perestroika y el glasnot trajeron las elecciones y la democracia que derrumbaron, como castillo de naipes, aquel imperio que se creía indestructible. Después Polonia, Yugoslavia, Estonia, Checoslovaquia y la RDA fueron cayendo, como piezas de dominó, por las luchas cívicas de una sociedad civil exigente de democracia y elecciones.

También es importante recordar que fueron muchas y muy recordadas las luchas de las minorías raciales negras de Estados Unidos para conquistar su derecho al voto. No podemos olvidar la represión al pueblo de Selma, en Alabama, que dio origen a la famosa marcha, dirigida por Marthin Luther King, desde ese poblado hasta la ciudad de Montgomery que presionó a Lindon B. Johnson, en 1965, a promulgar la Ley de Derecho al Voto que puso fin a años de discriminación.

La política del apartheid en Sudáfrica es también una mancha indeleble en la historia de las injusticias y violaciones de los derechos del hombre en el mundo. Años de discriminación tuvieron su final cuando el partido Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela, después de décadas de lucha y 27 años de prisión de su líder, lograron unas elecciones libres en 1994 que los llevó al poder.

En América Latina Chile, Argentina, Nicaragua, Perú, Brasil, Nicaragua, El Salvador 90% de las dictaduras cayeron también, en cascada, por las luchas pacíficas de sus pueblos y la solidaridad internacional.

En nuestro país la lucha por elecciones universales, directas y secretas fue la consigna de los demócratas durante las largas dictaduras del siglo XIX y del siglo XX, hasta el año 1945 cuando a Acción Democrática no le quedó otra opción que dar un golpe de Estado, no para disfrutar del poder arbitrariamente, sino para convocar por primera vez al pueblo para entregarle su soberanía conculcada desde siempre. Ese experimento de libertad, que eligió a Rómulo Gallegos como el primer presidente democrático de Venezuela, fue interrumpido ominosamente por una logia militar que conculcó la democracia durante diez largos años.

En ese trayecto de tiempo nos asesinaron a balazos a dos secretario generales: Leonardo Ruiz Pineda y Antonio Pinto Salinas; nos dejaron morir de mengua en la Cárcel de San Juan de Los Morros al tercero de ellos, Alberto Carnevali, mientras miles de compañeros pasaron años de cárcel y exilio. En esa etapa de la “resistencia” AD mantuvo su talante democrático, no realizó otra cosa que una denodada lucha por elecciones y jamás torció su rumbo hacia el terrorismo, a pesar de la bárbara represión.

Nunca imaginamos que, en pleno siglo XXI, íbamos a volver a la lucha por una reivindicación conquistada por los venezolanos el siglo pasado. En el camino, dolorosamente, han caído compañeros en esa lucha. Ahora bien, no es momento de paralizarnos por la represión, sino de empinarnos por sobre diferencias, nimias o mayores, para salir de esta pesadilla que ha destruido a Venezuela. Vamos todos a votar para elegir a nuestros 23 gobernadores, como una continuación del combate eterno por la libertad.

Una Venezuela con libertad política, libertad económica, libre competencia y justicia social nos va a permitir ingresar en el siglo XXI, como lo hicimos en el siglo XX, derrotando a la última de las dictaduras que vamos a padecer. ¡Júrenlo! #sihayfuturo.

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