Uno inmediato al otro se cruzan dos sucesos extraordinarios para la situación venezolana. Mañana se instala e inicia actividades en la sede de la Organización de Estados Americanos, OEA, en Washington DC, el más alto tribunal del país, su Tribunal Supremo de Justicia, acto que cuenta con el respaldo internacional como lo evidencia el simbolismo del lugar donde se llevará a cabo el evento. Se espera también que a esto se sume la Fiscalía General de la República, cuya titular, al igual que los magistrados, es objeto de una feroz persecución. El otro suceso es el proceso para la elección de gobernadores que en pocos días se efectuará bajo altas probabilidades de concreción de un fraude que robe al pueblo su derecho de darse los gobiernos regionales que prefiera, y si así ocurriera nada podrá detener una cadena de terribles consecuencias.

Nadie duda que en Venezuela no hay un régimen democrático, lo que tenemos es una dictadura que trata de guardar algunas apariencias a los efectos internacionales, y esa elección de gobernadores es prácticamente la última de ellas, pues ya ha anulado al Poder Legislativo desconociéndole sus atribuciones y sometiéndole a toda clase de atropellos, sin atreverse aún al paso de cerrarlo formalmente precisamente para mantener la referida apariencia que podría terminar definitivamente el próximo 15 de este mes de octubre si ejecuta sus acostumbradas adulteraciones de los resultados de dichos procesos para elegir a los gobernadores de estado, plan que ya con descaro maneja la agencia que una vez fue el órgano electoral, ese mismo cuya más reciente puesta en escena ocurrió al anunciar una fantasmal votación para la farsa constituyente.

En caso de que sean desconocidos los resultados en estas regionales, quienes en realidad resulten elegidos sin duda que se van a alzar contra eso y se proclamarán titulares de las gobernaciones, conflicto que llevará a otra arremetida dictatorial de persecuciones y represión, se volverá a encender la mecha de la protesta masiva en las calles, y ante tal escenario la Asamblea Nacional tendrá que dar el paso de reconocer a dichos gobernadores a quienes se les pretenda escamotear la victoria, ese choque pudiera ser el final de la incertidumbre sobre la intervención internacional de todo tipo en defensa de la vida de los venezolanos y de la democracia lo cual tendrá en paralelo la actuación del Poder Judicial y del Ministerio Público que desde el exilio habrá de intensificarse dictando medidas que para su ejecución acudirá al ámbito internacional.

Todo se junta, es un error ver por separados estos eventos, desvincular los comicios programados para el día 15 de la instalación del TSJ en el exilio sería una ceguera, así como también lo es cerrarse en una diatriba abstencionista que no ofrece más resultados que esperar a que la fruta se pudra de madura y se caiga sola. Hay que aprovechar al máximo todo espacio por pequeño que sea para ejecutar cualquier acción, también por pequeña que sea, para combatir a la dictadura, para movilizar a la gente, para mostrar al mundo el rechazo que el pueblo le prodiga.

¿Alguien puede creer que van a decir que en el estado Miranda perdió Carlos Ocariz ante Héctor Rodríguez y no va a pasar nada?, ¿o que Lacava ganó ante Feo La Cruz y los carabobeños se van a quedar quietos?, ¿o que den ganador a Carmen Meléndez ante Henri Falcón y los larenses se lo calen?, ¿o que Arias Cárdenas aparezca oficialmente adjudicado en Zulia frente a Guanipa y no se alcen los maracuchos?, ¿o que Aragua va a quedarse pasiva si ponen como ganador a Marco Torres y no a Ismael García? Esto por solo citar unos pocos ejemplos, pero la pregunta se puede hacer para todos y cada uno de los demás estados. Resulta más que imposible que un fraude en este caso, o que se lleven presos a 20 de estos gobernadores electos, no provoque una reacción total, estado por estado, municipio por municipio, una reacción general y en cadena con repercusiones internacionales que además tendrá ondas expansivas hacia las autoridades judiciales y fiscales que desde el exilio podrán estar emitiendo órdenes de arresto a Interpol, requisiciones de dineros y bienes públicos sustraídos por el pillaje rojo.

Ah, pero todo será distinto si hacemos huelga electoral, si nos encerramos en “yo no voto porque voy a castigar a la MUD”, “yo no voto porque la dictadura no sale con votos”, “yo no voto porque soy de la resistencia”. Si esa actitud negativa se impone, entonces no habrá más nada, como decimos en Venezuela, “a llorar al valle”. ¡Pero, no señor! ¡A levantarse! A mostrar la fuerza del pueblo en la calle haciendo cola para votar y gritando al mundo el rechazo a la dictadura, ¡que esta se vea forzada al fraude grosero que será la chispa para esas llamaradas de rebelión que incendiarán la pradera!


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