Pocos días atrás medios y redes sociales divulgaron destacadamente un estudio llevado a cabo por el psicólogo Roger Beaty, quien es investigador en el área de neurociencia cognitiva en la Universidad de Harvard. La investigación del mencionado doctor fue publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, y allí Beaty muestra cómo y dónde se lleva a cabo el pensamiento creativo.

El científico comprobó que este proceso ocurre en tres instancias diferentes. Ellas son: la red neuronal por defecto, que se utiliza cuando el cerebro está imaginando; la red de control ejecutivo, que se activa para tomar decisiones; y la red de prominencia, utilizada para discernir la importancia de una cosa y que funciona como un interruptor entre las otras dos redes. Él se dedicó a estudiar el comportamiento de las distintas redes neuronales utilizando una resonancia magnética funcional, que le permitió obtener imágenes de la actividad del cerebro.

Los datos obtenidos por el autor le permiten afirmar que “las personas creativas tienen una mayor habilidad para coactivar redes neuronales que habitualmente trabajan por separado”. Es necesario apuntar que Mr. Beaty está tratando un tema que varios años atrás fue abordado también, pero circunscrito a un grupo de 21 estudiantes de artes, por Rebecca Chamberlain –la psicóloga, no la cantante y artista plástica–, en el laboratorio de psicología experimental de la Universidad de Lovaina, Bélgica. En su investigación, publicada por la revista Neuroimage en agosto de 2014, ella utilizó un escáner llamado Morfometría Voxel para estudiar el volumen de las áreas del cerebro de los citados 21 estudiantes y luego lo comparó con otras 23 personas que no se dedican a ninguna actividad artística visual.

La señora Chamberlain encontró que el cerebro de los artistas muestra un desarrollo visiblemente mayor de la materia gris y la materia blanca en el precúneo y en otras áreas asociadas al procesado de imágenes y a la coordinación motora. Por lo visto, a ambos lados de la mar océana, los estudiosos coinciden en que hay algo fuera de lo normal en los órganos pensantes de quienes creamos.

Para ir abreviando, los creadores tenemos algo diferente dentro de la cabeza y por ello nos hacemos preguntas y planteamientos diferentes a los demás. Tal vez por eso estoy aquí ahora preguntándome: ¿cómo será el de los políticos tropicales, tercermundistas y en vías de desarrollo? ¿Por qué es que ellos siempre aseguran ver lo que los demás ínfimos mortales no podemos ver y nos exigen una fidelidad que ni Rin Tin Tin al huerfanito Rusty? A todas estas… ¿y si es que ellos no tienen? No podemos pedirle duraznos a una mata de topochos.

© Alfredo Cedeño

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