La propaganda de la hegemonía, muy bien asesorada por el régimen castrista, se centra en comunicar que lo “social” es lo más importante de la llamada “revolución”. Bien se sabe que se trata de una mentira monumental, porque el país está sumido en una catástrofe humanitaria, es decir, en una catástrofe social en medio de una bonanza petrolera. En verdad, el meollo de la hegemonía, el meollo de su poder está en una dimensión completamente distinta. Está en regalar dólares…

Maduro debe ser uno de los pocos «gobernantes» del mundo que tiene la «capacidad legal» de regalar dólares. Porque suministrar dólares a la tasa de cambio de 10 bolívares es regalar dólares. Ni más ni menos. Trump no puede hacer eso. Rajoy tampoco. Ni Santos, ni Macri, ni Bachelet. Putin puede regalar dólares, pero de manera ilegal; los jeques del Golfo Pérsico lo harán con discreción. Pero Maduro no. Él regala dólares, millardos de dólares de manera «legal», conforme decidiría el TSJ.

Y los regala a diestra y siniestra. Es decir, a propios y contrarios. Eso le da un poder inmenso para manipular la política… A cualquiera lo puede hacer millonario o hasta billonario en un instante. De allí surgió la boliplutocracia. De eso se trata la estafa cambiaria de 250.000 millones de dólares, denunciada penalmente por el ex ministro Jorge Giordani. Y lo que se ve, mucho me temo, es solo la punta del iceberg.

En otras épocas de la vida venezolana, en los períodos en los que se estableció un sistema de control de cambios –pocos y de carácter expresamente temporario–, el gobierno de turno adquiría o podía adquirir una influencia especial a través de tales o cuales presiones en la entrega de dólares solicitados por los particulares. Pero nunca podía regalar dólares. Eso era inconcebible.

Pero en el siglo XXI lo que parecía imposible se hizo realidad. Primero, el control cambiario se impuso de manera indefinida. Segundo, las distorsiones entre las tasas oficiales y las efectivas se abismaron. Tercero, se mantuvo la tasa que hace al dólar un regalo, precisamente para ejercer un control general sobre todo y todos. Comenzando por la dinámica política.

Y además los dólares no solo se regalan dentro de Venezuela sino que se regalan a los aliados del exterior. Los primeros beneficiarios, claro está, de la regaladera de dólares son los castristas que todavía dominan a Cuba. Pero obviamente no son los únicos.

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