¿Qué hubiera pasado si en 1992 la dirigencia política y la cúpula militar del gobierno del Presidente Carlos Andrés Pérez se hubieran comportado con Hugo Chávez Frías en la misma forma que lo han hecho Nicolás Maduro y sus camaradas civiles y militares con Oscar Pérez?

Chávez no hubiera sido conocido. No habría tenido la oportunidad de aparecer por televisión, hacer su breve alocución pidiéndole a sus compañeros de asonada que se rindieran con la seguridad de que sus vidas serían respetadas, ni hubiera podido concluir su intervención con aquella famosa frase de que habían “fracasado por ahora”.

No hubiera tenido la oportunidad de estar encarcelado con todas las prerrogativas y garantías que le brindaba la “moribunda” Constitución de 1961, ni hubiera podido ponerse en contacto desde su celda con tanta gente, como lo hizo, ni crear una red de seguidores más allá del mundo militar, que era el suyo, hasta ese momento.

No hubiera podido ser indultado, como lo fue, por el presidente Rafael Caldera, que según dicen era su padrino, ni hubiera podido hacer campaña política para competir en las elecciones presidenciales de 1998 y ganarlas, como ocurrió.

No hubiera llegado al poder para llevar a cabo, con los inmensos recursos del boom petrolero que tuvo la suerte de disfrutar, luego de casi tres décadas de depresión de los precios del crudo, su amplia labor populista de repartición de la renta, que le permitió mantenerse en el poder durante catorce años, de 1999 a 2012, ambos inclusive.

En resumen, no se hubiera dado en Venezuela el fenómeno que se ha denominado “chavismo”, que todavía perdura para desgracia de todos los venezolanos, con la excepción de aquellos que han hecho de ese proceso un medio de enriquecimiento mediante la corrupción y el tráfico de estupefacientes.

Su liquidación física en 1992, mitigada por el intento cruento de golpe de Estado que encabezó, hubiera sido olvidada rápidamente. La bonanza petrolera que sobrevino una década después hubiera borrado toda huella del crimen y su muerte hubiera pasado como una más de las muchas que han ocurrido en este país en la serie infinita de golpes, revoluciones, revueltas e intentonas militares que colman su historia.


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