Pese a los esfuerzos que en las últimas décadas ha realizado la andragogía por demostrar que loro viejo sí aprende a hablar, en nuestro país los perros hueveros siguen saqueando los nidos de las gallinas, que confían en que ellos nunca más seguirán haciendo de las suyas. Es más que reiterativo, diría que rayano en lo compulsivo, seguir derramando el agua ya vertida de la alcahuetería manifiesta de ese convite de pícaros que es la MUD.

Recibí días antes del ahora nefasto 15 de octubre, pero muy ansiado y celebrado por los «luchadores infatigables de la democracia», un sesudo estudio en el que se hacían toda suerte de elucubraciones sobre los resultados. Recuerdo dos frases que ahora me saltan como muecas burlonas a la memoria: “Es muy probable que la oposición gane más de 18 gobernaciones con cualquier escenario de abstención”, decía la primera de ellas. La segunda rezaba: “Es difícil que el oficialismo gane más de 7 gobernaciones aun con los peores escenarios para la oposición y una recuperación de su votación”.

Por supuesto que el autor de dichas frases no atina a dar una explicación de cómo fue que la magia roja convirtió sus ditirámbicos guarismos en cinco peorras gobernaciones para los mudecos. Como bien es de suponer, nada se dice de las maniobras de patotero clase media del cara de niño Ocariz cuando soltó aquella muy infeliz frase de que los candidatos eran “los nuevos escuderos de la Resistencia”; ni de las de todos los demás del combo electorero.

Ahora salen muchos, con cara de monja que descubre al sacristán leyendo un número viejo de Playboy, a denunciar la “sesgada actuación de las reptoras (sic) del CNE”. ¡Infelices de tomo y lomo! ¿Acaso era de esperarse que actuaran de otra manera? ¿Por qué la honorable dirigencia opositora no tomó previsiones al respecto, y en cambio ordenó a los electos acatar, quienes saltaron raudos y felices, a juramentarse ante la prostituyente?

Como bien era de esperarse, ahora el nuevo mantra es prepararse para las elecciones presidenciales de 2018. El bagaje de imbecilidades que se oyen para justificar lo injustificable ya ni arcadas provoca. El trapiche de Ramos Allup no cesa en su molienda, él se mantiene con sus aires de caporal vigilando el gallinero y soltando de vez en cuando alguna frase guachamarona para mantener a su público entretenido con su papel de galán matavillanas.

Escribo mientras escucho a Ismael Rivera, y justo ahora él canta “Comedia”, de Plácido Acevedo, y su voz cimarrona suelta:

“En el gran escenario de la farsa

la comedia de esta vida es inhumana…

hay payasos llevando armadura fría

y tenorios que no tienen ni una espada…”.

© Alfredo Cedeño

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