Se da como un hecho la participación de algunos grupos de supuesta oposición, en las también supuestas elecciones presidenciales, que la dictadura criminal de Maduro dice convocar por medio de su nauseabunda asamblea nacional constituyente. Este es el verdadero mayor problema político que tiene hoy Venezuela: padecer de un sistema de dominación que se asienta en una suerte de síndrome de Estocolmo, donde el secuestrado termina por dar gracias a sus raptores por perdonarle la vida,  dejándole respirar un día más.

En su novela de póstuma publicación La punyalada, en 1904, el escritor catalán Marian Varead (1853-1903) describe desde entonces, magistralmente, el fenómeno psicológico conocido como el síndrome de Estocolmo. Aquellos que se encuentran en situación de terror, y conviven con el Estado  totalitario-delincuente que los secuestra, en nuestro caso venezolano, no siempre por razones sencillamente de complicidad del mantenimiento de tal status quo, sino que muchas veces en cambio son víctimas, y luego victimarios, de su propia gente, aceptando abusos continuados y hasta llegar a apoyar los mismos. Ello los va llevado a una situación psicológica de postración.

Existen otras situaciones muy diferentes que no debemos confundir, donde sea por intereses de naturaleza crematística o por facturas que les tiene el régimen de cuentas por pagar, es decir, chantaje puro y duro, determinados actores sirven al totalitarismo para sobrevivir de manera privilegiada, pero esclava, hasta que algo o alguien cambie dicho estado de cosas.

Por diferentes métodos represivos, compras de conciencias y demás aberraciones, se fueron conformando las actuales condiciones  del  entorno político-social y económico venezolano. Desde un control de cambio permanente del signo monetario, el bolívar, en este último ámbito estratégico,  se condicionó mucho más todo el andamiaje de un país sometido, desde mucho antes, al estatismo mediante el rentismo petrolero; solo que ahora se instauraba un filtro total y permanente, para dar oxígeno o negárselo al empresario productivo, selectivamente, con base en su incondicionalidad, o  no, con el régimen.

Se llegó hasta el control del sistema de identificación ciudadana para dominar los registros electorales y el sistema electoral en general, sus rectoras, rectores, y asegurarse la manipulación de los resultados, a satisfacción de la tiranía. Dentro de un juego de simulación de estar en democracia, con votaciones continuas, sin que se respetaran los efectos de los resultados, en el sentido de no aceptar a las autoridades elegidas en el ejercicio de funciones. El desmantelamiento de la Alcaldía Metropolitana no es sino una demostración fehaciente de la despiadada cacería de brujas hacia el opositor versus el total apoyo de cualquier alcalde incondicional. Así se pasó del control totalitario de la economía, destruyendo la libertad de emprendimiento, al control de las elecciones, cuando, otro ejemplo, se repiten eventos electorales a conveniencia, como en el reciente caso de la gobernación del si no primero, segundo estado más importante de Venezuela: el estado Zulia. No pudiendo trastocar  la abrumadora victoria opositora en tales elecciones, se le somete al ganador a una rendición frente a una asamblea nacional prostituyente. Este ejemplo final de sustitución de la Asamblea Nacional por la fraudulenta asamblea constituyente mató el método democrático de dirimir liderazgos en Venezuela mediante elecciones. Finalmente, el control de la subsistencia alimentaria y de medicamentos de toda una sociedad entera cierra cualquier opción de salida democrática pacífica en este país.

La tremenda situación de incapacidad política resultante de la aplicación represiva del castro-comunismo que invadió nuestra república, de mano de quienes la vendieron y de quienes la entregaron de manera risueña, o quizás, para dar el beneficio de la duda cristiana, cuando intentamos interpretar el por qué del proceder de algunos políticos venezolanos, es considerarlos secuestrados, y por tanto victimas del síndrome de Estocolmo. La puñalada que ellos nos propinan con su conducta será motivo de mayor análisis y propuestas de tratamiento, para nuestros fines consiguientes, como libertarios obligados, por la razón y la fe, a luchar hasta ganar la libertad de nuestra nación venezolana, y prevenir la irradiación del mal hacia nuestros pueblos hermanos de  América Latina, en especial hacia nuestra amada Colombia.

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