Toda la población venezolana se encuentra actualmente recibiendo los embates de la grave situación humanitaria que atraviesa el país, acotación que hemos  reiterado en anteriores publicaciones o artículos y que no dejaré de repetir de manera incesante y constante. Sin embargo, no podemos dejar de prestar nuestra atención a algunas poblaciones que no solo son vulnerables sino que están sumidas en el olvido y que han sido invisibilizadas ante la opinión pública. Con esto último me refiero a los pueblos indígenas en Venezuela, que además de sufrir el impacto de la crisis humanitaria de manera importante están sometidos a la desidia, negligencia  y desamparo por parte de las autoridades de salud y del Estado.

En la Constitución vigente, el capítulo VIII está dedicado a los derechos de los pueblos indígenas. Son ocho artículos de gran relevancia que establecen, entre otros aspectos, que “el Estado reconocerá la existencia de los pueblos indígenas”, pero la percepción que se tiene es que cada vez más son marginados y olvidados por el gobierno. Específicamente, el artículo 122 de la Constitución estipula que “los pueblos indígenas tienen derecho a una salud integral que considere sus prácticas y culturas”, pero nada más lejano de la  realidad. El acceso a los servicios de salud es insuficiente y deficiente; además, hay un subregistro de la  información epidemiológica sobre la situación de salud de todas las comunidades indígenas que cohabitan en Venezuela, incluso hay zonas de silencio total desde ese punto de vista.

Considero que debe ser una obligación por parte del ente rector en salud  incluir en los boletines epidemiológicos las cifras o estadísticas oficiales de las  enfermedades que están afectando y diezmando a nuestros indígenas, quienes son tan venezolanos como cualquier otro ciudadano normal y corriente que pudiera vivir en cualquier rincón del país.

En la actualidad se considera que hay un total de 51 pueblos indígenas, constituyendo alrededor de 3.000 comunidades. La etnia wayúu es la más numerosa con 58%, le siguen los warao con 7% y otras en menor porcentaje como los kariña, los pemón, los piaroa, los pumé y los yanomami. Ninguna se salva de esta grave crisis que las ha conllevado a vivir en condiciones de gran alarma humanitaria, en medio de una atmósfera de abandono y olvido.

Basada en información de expertos que conocen en profundidad la situación de salud de nuestros pueblos indígenas, quisiera destacar de manera general los siguientes datos: la población indígena, sobre todo los niños, tienen mayor probabilidad de morir por enfermedades respiratorias, diarreas, aquellas prevenibles por vacuna, tuberculosis, malaria y desnutrición, la cual afecta principalmente a la población infantil en la mayoría de las comunidades indígenas  En los yanomami la mortalidad infantil es de 164,7 por cada 1.000 nacidos vivos, 10 veces superior al promedio nacional; una niña piaroa nacida en el Alto Cuao  tiene una esperanza de vida al nacer 40 años menor que una nacida en Caracas. Enfermedades de alta prevalencia en la población indígena son la malaria, la tuberculosis y la oncocercosis, esta última con una gran incidencia en la etnia yanomami..La mortalidad infantil en la etnia pumé oscila entre 30% y 50% de los niños nacidos vivos, la mayoría antes de llegar a los 4 años de edad.

Por supuesto, hay que destacar la propagación de manera alarmante del VIH/sida en la etnia warao, asentada en Delta Amacuro. Según el reporte de investigadores con relación a este problema de salud, la prevalencia es de 10%, es decir, 10 de cada 100 indígenas warao sufren de esta condición. En esta etnia también hay una gran incidencia de tuberculosis y ambas representan un gran riesgo de mortalidad como consecuencia de la falta de acceso al tratamiento y la ausencia de pesquisa de los casos que puedan ser detectados a tiempo.

No podemos dejar de mencionar el aumento dramático de los casos de malaria en los pueblos indígenas de todo el sur del país, el cual está ocupado casi en su totalidad por la minería ilegal. Esto repercute también en la contaminación por mercurio de los ríos de la Amazonia venezolana, lo que ha incidido de manera preocupante en la salud de los indígenas que habitan en ese territorio. A todas estas, ¿para qué existe un Ministerio para los Pueblos Indígenas?, el cual solo realiza operativos sin darle solución al grave problema de salud de esa población.

Lamentablemente, nuestros pueblos indígenas siguen siendo el sector más desatendido y marginado, con los peores indicadores de salud. Las condiciones de desigualdad económica y social producto de un gobierno en el que prevalecen las políticas de discriminación, indolencia y negligencia, los está condenando.


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