Hoy en día tenemos un mercado petrolero que es el resultado de un cambio estructural por el uso de nuevas tecnologías de producción, las cuales tienen economías positivas y rentables. Por lo tanto, aparecen nuevos oferentes de crudo y determinan su precio techo, estimado en 70 dólares por barril. Es por ello que la OPEP y productores independientes vienen monitoreando la oferta y demanda de manera de mantener su participación de mercado y un precio con el que sean altamente competitivos por sus ventajas en costos.

Todo el incremento en la demanda de petróleo hasta 2023, estimada en 6,9 millones de barriles diarios, será cubierto por Estados Unidos, Canadá, Brasil y México fundamentalmente, según los cálculos de la Agencia Internacional de Energía.

Este cambio estructural liderado por Estados Unidos, pronto a convertirse en el mayor productor de petróleo del mundo por encima de Rusia y Arabia Saudita, trae como consecuencia una fuerte alianza entre estos dos últimos. Pero, además, cada día vemos cómo también se vienen generando cambios en la industria automotriz que aceleran la sustitución de los motores de combustión por otros más amigables con el ambiente, dejando de consumir gasolinas y diesel.

Lo anterior es solo un par de pinceladas sobre el reto que tienen por delante los países productores de petróleo, en especial el nuestro.

La supuesta revolución se empeñó en decirnos hasta la saciedad que somos el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, como si con ese eslogan todo estaría hecho. Hoy todos los venezolanos sabemos cómo el alardeo de reservas no implica bienestar ni riqueza, tampoco representa comida ni medicinas. Las reservas en el subsuelo valen cero para el ciudadano.

Esta dramática situación que vive el país se debe desde 1999 a la falta de una política petrolera. Lo ocurrido es el resultado del uso del petróleo para la política de la supuesta revolución, que dejó al país en la miseria actual.

Hoy en día sufrimos todos por el mediocre manejo y gerencia del negocio petrolero, devorada por la corrupción y sin una dirección adecuada. Hemos pasado de ser el país fundador de la OPEP con Juan Pablo Pérez Alfonzo a ser ignorados en el mundo petrolero.

Pdvsa es considerada una empresa en quiebra, manejada sin ningún criterio de negocio y corrupta. La toma de Pdvsa por Alí Rodríguez Araque, Bernard Mommer, Rafael Ramírez y los ahora llamados “ramiristas” inició y consolidó el desastre.

Ahora Ramírez, convertido en analista, califica su situación de vendetta, un término muy apropiado para describir la naturaleza del modelo político-económico que se viene imponiendo en Venezuela. El Diccionario de la lengua española define vendetta como “venganza derivada de rencillas entre familias, clanes o rivales”, no se requiere más explicación, todos lo entendemos.

La administración del mayor general Quevedo, sin las pericias necesarias, se caracteriza por una salida de personal importante, con trabajadores que no ganan lo suficiente ni siquiera para comer, graves deficiencias en mantenimiento, refinación en una situación crítica, etc. Por lo tanto, es fácil predecir cómo la suma de los problemas financieros, operacionales, comerciales y de recursos humanos harán imposible recuperar a Pdvsa.

El mayor general Quevedo, uno asume que lo sabe, plantea la estrategia de recuperación con la participación de Rusia y China como las palancas básicas. Esa estrategia es equivocada.

A los rusos no les interesa invertir en el negocio en Venezuela, tienen primero que desarrollar su base de recursos y de esta manera mantener su participación de mercado, atender a sus clientes en Europa y Asia, en especial China. Por lo tanto, el interés en Venezuela es geopolítico y no como inversionista petrolero. Sobre China que sigue siendo el país con mayor crecimiento en la demanda de los próximos años, el crudo venezolano es poco competitivo frente a las alternativas del Medio Oriente y de Rusia, tanto por calidades como por distancia, por ende, se deberá vender a un precio con descuentos.

China se asegurará primero de que le paguen su deuda, pero ver a Venezuela como un suplidor será nuevamente como las inversiones petroleras rusas de carácter marginal.

Por último y solo como datos para que nos sirvan como referencia, en noviembre de 1998 Pdvsa exportaba a Estados Unidos 1,4 millones de barriles diarios; en noviembre de 2017 la cifra fue de 600.000 barriles diarios, lo que significa una disminución de 800.000 barriles por día.

Cuando uno lee sobre sanciones a las importaciones de crudo venezolano a Estados Unidos, ya sabemos dónde se iniciaron. La supuesta revolución responsable de la sanción a todos los venezolanos.

@JFernandeznupa


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