La perpetuación de un régimen de manifiesto control por un grupo del generalato de la fuerza armada nacional, que hubo de ascender al poder bajo la dirección de un teniente coronel que habiendo gozado de la dispensa del perdón que le fuere le concedido mediante indulto presidencial, hizo uso sin control de los poderes del Estado mediante prédica de un lenguaje monserga, fastidioso y pesado, que en un momento ganó como adherentes a los muchos que hoy abjuran de tal comportamiento, por incumplimiento notorio de promesas que han producido vacío de solución, carente de sustentación para la legitimidad institucional de la República, por cuanto, la maniobra de la usanza de aparición de un héroe –Hugo Rafael Chávez– y el fracaso de este para actuar en forma renovadora, nos ha retrotraído al pasado de volver a ser víctimas de la entronización de la maldad, de la mentira, de la falta de solidaridad; y han hecho que la aversión al gendarme de exhibición nefasta se haya traducido en un concurrente sentimiento colectivo de rechazo, de los que defraudados por los que han venido detentando el poder como medio de acomodo para guarda de sus privilegios burocráticos y de su enriquecimiento súbito; así como de sus familiares y testaferros, no han hecho otra cosa que prostituir la instituciones e impedir que la participación ciudadana sea la representación de la civilidad, sustituida por “la revolución armada”, como imposición feudal.

Hoy el funcionamiento de los amasadores de riquezas a expensas de los dineros del Estado constituye “ubre de malversación de fondos” especie de patente de corso, privilegio que les abre las bondades del poder a los que, muy mal, se desempeñan como conductores de los destinos del país, donde se evidencia el manejo inescrupulosos de los dineros públicos; así como contundentes denuncias sobre desmanes cometidos, que le facilita permanencia en la administración pública con continuidad en ejercicio funcionarial, con rotación de carteras ministeriales; que llevan a estos ilustres burócratas a ser considerados como lumbreras del proceso revolucionario; y a pelear sus desaguisados después de más de 18 años de goce de poder, por acusaciones que evidentemente surgen por acarreo de ilícitos entre los mismos.

Las sanciones de la comunidad europea. Los papeles de Panamá. Los ilícitos suscitados mediante contratación con Odebrecht. Los depósitos en la banca de Andorra. Los señalamientos con nombres y apellidos de los incursos en delitos previstos en la Ley contra la Delincuencia Organizada, si bien han sido sopesados por la justicia internacional y condenados los responsables –caso Lula– no han sido sumariados por los organismos competentes de la República; lo que es más, lo consideran como un propósito gringo que atenta contra la independencia de la República, con sustento en declaraciones pública que ha hecho el TSJ.

En Venezuela denunciar a un funcionario por cometer hechos de corrupción o pedir su investigación conlleva a convertirse en acusado, con sentencia favorable para el que se revierte en acusador, dado que todo aquel que ejerce funciones públicas se transforma en “ burócrata incólume”. Todo funcionario o autoridad directiva del partido de gobierno actúa sin calificación de falta debido a la conducta indiferente de un Consejo Moral Republicano, hasta ahora incapaz de “intentar por órgano del Ministerio Público “las acciones a que haya lugar para hacer efectiva la responsabilidad de los funcionarios públicos que hayan sido objeto, como en efecto lo han sido, en ejecución del control parlamentario de declaración de responsabilidad política por la Asamblea Nacional”.

No obstante esto, la aversión a las ejecutorias del régimen autoritario, hoy constituido por un gobierno donde privan como responsable de la administración pública un reducido grupo de alta jerarquía castrense, que se sustituye a la sociedad civil, más que cuestionado por las instituciones internacionales y mayoritariamente por nuestra población doméstica, no se ha podido lograr una dirección coherente de la oposición que sea capaz sin trauma de ninguna índole ponerse de acuerdo para el rescate de las instituciones republicanas.

El presidente Maduro mediante argucias, con apoyo irrestricto de la tenida como ANC espuria, ha adelantado el tiempo para la elección presidencial convocada por el CNE; el mismo que presidió las elecciones parlamentarias; el mismo que suspendió el referéndum revocatorio; el mismo que hizo participar a los partidos de la llamada MUD en las elecciones para la escogencia de los gobernadores de estados; pero en este caso existe disconformidad entre votar o no votar, que fuerza a todos los que tenemos interés, a pedir, suplicar por el bien del país, hacer un último intento de unidad nacional para derrotar al sistema de gobierno actual que tiene todas las ventajas, que es dueño de todos medios de comunicación, que utiliza los fondos públicos con fines partidistas, y que a través de argucias, mediante una farsa preparación eleccionaria, crea factores de división para que el pueblo no concurra a las urnas electorales; y los que lo hagan corran con el riesgo de que por una falta de unidad se imponga el autoritarismo de un gobierno militar. Tiempo queda para afrontar el tema de la elección presidencial, si nos unimos de verdad, si no nos apartamos de intereses de partidos y entendemos que la soberanía es la expresión del pueblo unido seguros estamos de que se triunfará; manos al empeño de hacer realidad el triunfo del pueblo para impedir que se imponga la dictadura.


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