Al llegar a la última entrega de las reseñas sobre la serie documental La historia del cine: una odisea (Mark Cousins, 2011) podemos ofrecer algunas impresiones generales. No vamos a negarles que no logró atraparnos tal como ha pasado con otros largos documentales, es más, ya estábamos un poco cansados para estos últimos capítulos que muestran el cine de los noventa y principios de siglo XXI. Agradecemos a Cousins que nos haya dado una idea global de la historia del cine y presentado a directores –junto con sus filmes– que no conocíamos o habíamos atendido poco; pero estuvo algo floja. Y creemos que es por dedicarse en extremo al otro cine, el que se rebeló a Hollywood. De manera que nos faltó una parte importante de la historia. Una mejor descripción y análisis de cada década. A continuación atendemos sus últimos capítulos.

En el capítulo 13 se dedica a aquellas películas que ante la digitalización y el predominio en Hollywood del cine de acción, ciencia ficción (o mejor hablar de “space opera”) o fantasía; anhelan ser lo más realistas posibles. De esta forma, siguiendo a Cousins, hay una vuelta a lo más sencillo de la imagen que resalta los sentimientos y la belleza; y que quiere centrarse en el ser humano en toda su plenitud, y que lo digital no logra captar. Todo el capítulo se burla de las películas como Matrix (hermanos Wachowski, 1999), El señor de los anillos (Peter Jackson, 2001) o Avatar (James Cameron, 2009), aunque no las rechaza totalmente. Y exalta en especial a los iraníes: Samira Makhmalbaf (nacida en 1980), Mohsen Makhmalbaf (nacido en 1957) y a Abbas Kiarostami (1940-2016). Este último buscó la reducción de la técnica y sostenía que el director debía ser una especie de entrenador de fútbol que prepara a los actores junto con el resto de los involucrados en la película, pero que se “aparta” una vez que empieza la filmación.

Después revisa el cine de Hong Kong y Taiwán de la mano de Wong Kar-wai (nacido en 1958) y Hou Hsiao-hsien (nacido en 1947), respectivamente. Ellos muestran “la belleza de la gente triste y solitaria”, el uso de planos fijos y el dominio de las emociones. En el Japón es Shinya Tsukamoto (nacido en 1960) como una forma de mostrar el impacto de la tecnología en nuestras vidas con Tetsuo (1989) y el terror de Hideo Nakata (nacido en 1961) con Ring (1998). Los seguidores del Dogma 95, los daneses: Lars von Trier (nacido en 1956) y Thomas Vinterberg (nacido en 1969), que llevaron la sencillez de la filmación al extremo. Por su parte, los franceses volverán a los temas sociales: los obreros y especialmente las nuevas etnias en la nación gala, y todo el conflicto y violencia que significaba el multiculturalismo.

En el capítulo 14 se dedicará a lo que ha denunciado, que no es más que la forma en cómo Hollywood a partir de los noventa hizo que “la realidad perdiera realismo”. De esa forma nos explica las imágenes creadas por ordenador, dando ejemplos con Gladiator (Ridley Scott, 2000), Terminator 2 (James Cameron, 1991), Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993) y Titanic (James Cameron, 1997). Parecía que el cine volvía a nacer y “tenía la emoción de lo que se ve por primera vez”, ¡por fin se podían ver perspectivas que eran imposibles de crear en el pasado! Pero el mundo empezó a cambiar también y se impuso el relativismo: no hay grandes verdades y “todo es reciclable”. Así se reciclan los géneros y las “películas citan a otras”, como Quentin Tarantino (nacido en 1963) con el cine de gánsters en la cual muestra las diversas miradas sobre la realidad. Otros ejemplos son los hermanos Ethan y Joel Coen (nacidos en 1954 y 1957, respectivamente), y Gus van Sant (nacido en 1952). Todas ellas mostrando una violencia por la violencia, un sinsentido sin límites. Y finaliza con la australiana Jane Campion (nacida en 1954) que dirigió El piano (1993), empeñada en mostrar el subconsciente; y Baz Luhrman (nacido en 1962) con sus trepidantes Romeo + Juliet (1996) y Moulin Rouge! (2001).

En el último capítulo se dedican a las más recientes novedades de la primera década del siglo XXI haciendo una recapitulación, recordando que “la realidad ha vuelto” a través de un hecho político fundamental: el ataque terrorista a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. Los documentales, como el relativo a este hecho: Fahrenheit 9/11 (2004) de Michael Moore (nacido en 1954), se hicieron taquilleros e influyeron sobre muchas películas. Hace un repaso por los filmes de diferentes naciones (Turquía, Rumania, Argentina, México) que muestran la realidad, y se detiene en Corea del Sur, donde predominan los temas de violencia. El cine también examina la mente y sus oscuros deseos. Al final, se logra mezclar la fantasía y la realidad, porque las películas siempre han servido para ello y nosotros anhelamos que así sea.

Cousins es el señor de los adjetivos y eso le quita credibilidad, debe haber repetidos más de cincuenta veces que tal o cual película o director es la mejor, la más innovadora o la más importante de su época. En la serie hay mucho de caótico y ausencia de estructura, de un sistema que te permita ver la historia del cine y no solo el mostrar películas una tras otra. Sí, busca las innovaciones (esta es su tesis), pero no puede ser que haya pocas conexiones entre todas ellas y podamos ver tendencias y un relato ordenado. Le agradezco que me haya permitido ver tantos filmes que no conocía, que me diera cierta idea de cada década; pero me he quedado esperando algo más. Cierra con un “Epílogo: El cine en el año 2046” que parece decirnos: lo importante es la pasión que sentimos por este arte, la cual debemos celebrar siempre: haciendo y viendo películas.


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