Algunos creen que los venezolanos en España están comiendo castañuelas, la jerga utilizada por el timonel de colectivos era una transposición de palabras; realmente lo que intentó describir es lo que en nuestra tierra comunicamos cuando decimos que alguien se “come un cable”.

Comerse una castañuela hace honor a una nueva expresión castiza; describe con exactitud la situación de jubilados, pensionados, estudiantes, empleados del consulado, embajada y miles de despedidos sin prestaciones sociales, vilmente despojados por el gobierno ladino que se olvida de sus ciudadanos ejecutando marrullerías para quedarse con las divisas extranjeras que produce la venta de nuestra savia. Esos compatriotas sufren en silencio y con dignidad el castigo inicuo.

Comentaban unas señoras en el Metro de Madrid cuán complacidas están con la mudanza de algunos jóvenes venezolanos a su edificio, su amabilidad y buena educación contrasta con los locales; que se podría pensar en “venezolanizar” a los oriundos en muchas formas de ser y comportarse; que aquí han olvidado de ayudarles con sus paquetes, abrirles las puertas, dar paso o asientos prioritarios, es decir, exhibir caballerosidad, buenos modales, según Carreño (el bueno). Este diálogo me llenó de orgullo al mismo tiempo que de tristeza, evidenciaba la pérdida de los nuestros que emigran.

Los come-castañuelas en Madrid no se olvidan de sus compatriotas, quienes con esfuerzo y trabajo de voluntariado han podido ocuparse de asistir y ayudar a familias que han visto en su nueva residencia carencias no previstas o insuficiencias de índole material, pues la devaluación de nuestra moneda transformó sus ahorros en buche y pluma que duran lo que la arena entre los dedos.

Hoy atienden a más de seiscientas familias en un comedor social con ayuda de dotaciones semanales. Destaca la labor de Luis Manresa, la Asociación Agua Viva y Asovemun.

Los pensionados son organizados por Pedro Ontiveros, para luchar a diario por lo que por ley merecen.

Otros se han centrado en medicinas para enviarlas a Venezuela. Admirable cómo durante el año 2016 Aseved, coordinado por Vanessa Pineda, junto al equipo de voluntarios, logró enviar más de seis toneladas y triplicar la cifra el año pasado.

Las trágicas cifras de desnutrición y desahucio sanitario evidencian la necesidad de la ayuda humanitaria que estos compatriotas se han impuesto como tarea, en ellos siempre se aprecia cuán verdad es estar lejos de casa y presente en los sentimientos. Venezuela no está solo en el mapa, está en un sentir sembrado alrededor del mundo, en los corazones de la inadmisible diáspora causada por los traidores a la democracia y a nuestra soberanía

La dieta de castañuelas es necesaria para que los gerifaltes reconozcan las penurias causadas por su desgobierno.


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