“Que el siglo XVI es el Siglo de Oro de España, es la verdad: pero no es toda la verdad. El siglo XVI es de oro no solo para España sino para Inglaterra, para Francia. Es el siglo de Cervantes, de Shakespeare, de Rebelais. Las letras no tuvieron antes, en los tres reinos, esplendor parecido. Ni tampoco los reyes: Carlos V y Felipe II, Isabel de Inglaterra, Francisco I, son en sus cortes reyes de oro, con que la historia se viste de nuevo. Pero al fondo hay algo más. Con el descubrimiento de América la vida toma una nueva dimensión: se pasa de la geometría plana a la geometría del espacio. De 1503 hacia atrás los hombres se mueven en pequeños solares, están en un corral, navegan en lagos. De 1500 hacia adelante surgen continentes y mares océanos. Es como el paso del tercero al cuarto día en el primer capítulo del Génesis”. (*)

Si extrapolamos la anterior narrativa a Venezuela, como gran contradicción, podemos señalar que al final del siglo XX y principios del siglo XXI hemos regresado al oscurantismo en el que navegamos desde el descubrimiento.  Toda la historia fue una constante lucha por salir de él y a partir de Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Marcos Pérez Jiménez –incluso–, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Luis Herrera Campins, Jaime Lusinchi y Carlos Andrés Pérez, anduvimos haciendo camino en la búsqueda de la grandeza de su gente.  Hemos tenido un país de oro por sus recursos naturales y su posición geográfica. Pero en el interregno desde 1999 hasta el presente 2017 nos hemos hundido en el estiércol del diablo. Así como Europa vivió su oscurantismo desde la caída del Imperio Romano a finales del siglo V hasta el siglo XV con la caída en 1453 del Imperio Bizantino, esos 1.000 años que estuvieron caracterizados por el fanatismo religioso –ideológico–, por la represión, el hambre, la miseria y el miedo; desde 1999 en Venezuela se está aplicando el socialismo marxista, una etapa alegórica al oscurantismo en la que el temor y el miedo privan por el dogma que se trata de establecer por la fuerza.

Otros países lo han vivido, la Unión Soviética a partir de 1917 con el triunfo de la revolución bolchevique que produce la desaparición de una tercera parte de su población,  la Alemania nazi desde 1933 hasta 1945,  y Corea del Norte y Cuba, que continúan bajo la tutela socialista marxista. Cito a Antonio Sánchez García, en su ensayo “Crisis y estado de excepción en la Venezuela de hoy”, refiriéndose al régimen nacional socialista y rescatando la obra  de Robert Gellately, intitulada No solo Hitler, en la que el autor destaca:  “Hitler y el NSDAP, su partido, fueron apoderándose de la sociedad y las instrucciones del Estado paso a paso y de manera solapada, como una cuadrilla cambiando los pernos y tuercas, durmientes y rieles de un puente de ferrocarril sin interrumpir jamás el paso del tren de cercanía en que lo cruzan diariamente los millones de inadvertidos pasajeros que conforman la nacionalidad. De manera que al cabo del logro de la obra el puente institucional ya es otro, la entronización totalitaria, perfecta, la indiferencia de la eventual oposición, absoluta. A finales de año, el poder ya estaba firmemente asentado”… La historia vuelve a repetirse –ciclo de Polibio, todo vuelve a repetirse– (Grecia. n.200 a.C./118 a.C.) , el régimen venezolano utilizó a partir de 1999 el mismo principio, desde adentro al Estado para combatirlo y liquidarlo. En eso anduvo Chávez Frías y continúa andando su designado Maduro, y para ellos los procesos electorales le sirven de utilería, desde que toman el poder se utilizan para paulatinamente ir ejecutando el apoderamiento de la sociedad, paso a paso.

Del proceso de desmantelamiento del Estado de Derecho y del imperio de la ley, la oposición electoralista se niega a reconocerlo y tozudamente continúa sirviéndole de instrumento en su andar para la destrucción de la República y de nuestros valores judeocristianos, se han hecho cómplices. Cito nuevamente a Antonio Sánchez García, en su señalado ensayo: “La carencia de violencia en ese golpe de Estado de excepción  y  la profunda crisis existencial que hoy sufrimos se debió antes a la mansedumbre democrática de la víctima que a la ferocidad de los victimarios”. Refiriéndose a la salida de Carlos Andrés Pérez, yo agregaría que el mismo propósito se vivió cuando inconstitucional con el visto bueno de la Corte Suprema de Justicia de entonces, en 1999 se dejó sin efecto la Constitución de 1961, sustituyéndola ilegalmente por la de 1999, a través de un procedimiento totalmente írrito, violatorio del artículo 250 de la Constitución derogada, que para muchos aún continúa vigente, en el que los constituyentitas designados se hicieron cómplices.

Termino con la siguiente metáfora dado que comencé este artículo refiriéndome al Siglo de Oro de España. Cuando muere el descubridor de América, el almirante Cristóbal Colón, recibe una sepultura silenciosa, que se abre bajo los ojos de las cuatro o cinco personas que habían ido a acompañarle. Era su quinto y último viaje: su viaje de verdad al paraíso. Una sola navecilla, un solo tripulante, y cuatro o cinco compañeros que le dicen muy quedo, desde la orilla: Adiós mi capitán. *La cita viene al caso  para aplicárselo a los partidos electoralistas y a su dirigencia, pues están tentando con su actitud a que también le digan: “Adiós” –sin el calificativo–, se niegan a aceptar que no se trata de tener elecciones para salir de Chávez, como citara Sánchez García. Se trata de salir de Chávez para poder tener elecciones.

¿Por dónde andará Lucio QuincioCincinato?

*Germán Arciniegas: Biografía del Caribe


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