Una de las mayores vergüenzas a que nos ha conducido este plagio de gobierno, es que Venezuela es el único país del mundo cuyo índice anual de incremento de los precios –producto de la devaluación de la moneda– ha alcanzado las repudiadas 4 cifras. La revolución ha depreciado el bolívar “fuerte” 2.750 veces, solamente durante 2017.

Organismos internacionales, privados y multinacionales sitúan por detrás, y lejos de nuestra trágica hiperinflación, a Sudán del Sur (en guerra civil) con un envidiable 111%,  y a la República Democrática del Congo, con un cómodo 50% de inflación (también en situación de guerra civil). “País potencia” pero en hiperinflación. Ese es parte del legado del “galáctico” y sus herederos.

Desde su llegada al poder en 1999, los gobiernos chavistas han subido los sueldos más de 40 veces, mientras miles de empresas resultaron nacionalizadas o bajaron sus santamarías. Es por todos conocido que las causas fundamentales de la hiperinflación consisten en la inyección descontrolada de dinero base en el sistema y la caída de la producción o importación de bienes. Situación que conduce al desequilibrio entre la disponibilidad abundante de dinero y la escasez de la oferta de bienes y servicios.

No obstante, y en abierta contradicción con la ortodoxia económica, a la población en general se le hace imposible el acceso a dinero líquido o efectivo. Ese es el otro hecho vergonzoso, trágico, inevitable e inmanejable para todos. No se consigue efectivo, salvo que se pague por el mismo hasta 200% del monto negociado. A pesar, por ejemplo, de que la semana previa a Navidad el Banco Central aumentó la base monetaria en 24,15%. Mientras, cual fanáticos religiosos, el gobierno habla de una “inflación inducida” por Estados Unidos, el sistema financiero internacional, la oposición y algunos empresarios y comerciantes locales a quienes acusa de “especulación”.

Frente a la necesaria respuesta, lo único que se les ocurre, además de culpar a otros, es planear y ejecutar saqueos “legales”, ordenados y guiados por el Sundde y controlados por la fuerza pública. Más que beneficiar e intentar inducir a la clase media –ya precaria– a robar (todo saqueo es robo), de lo que se trata es de eliminar las cadenas de supermercados, que funcionan a pesar de las dificultades, dejando en evidencia todo el sistema de distribución de alimentos y productos de higiene que ha intentado el gobierno y que solo ha mostrado corrupción e ineficiencia, tanto de civiles como de militares.

En medio de la crisis, la única opción que les queda es seguir corriendo la arruga, a través de este plan macabro, para buscar ganar una elección en el corto plazo que les permita mantenerse en el poder. La estrategia que van a seguir utilizando –y que lamentablemente les ha funcionado– será la política de control y represión aprovechándose del hambre y necesidades de la gente.

Esta es otra acción irresponsable del régimen en la que, sin duda alguna, busca que todos dependamos de la distribución estatal de alimentos. Vale la pena recordar que comenzaron por “controlar” las compras por número de cédula, luego pusieron captahuellas en los supermercados, siguieron con el cestatickets en efectivo, ahora regresan a los talonarios de papel y se inventan una billetera móvil, sin olvidar el Sucre cuando Chávez y ahora con la criptomoneda, que a mi juicio es otra cosa, que desde Unidad Visión Venezuela estamos analizando. ¡Ah!, me olvidaba del recién anunciado “nuevo” Dicom, en fin, algún día la pegarán, pero mientras tanto… ¿qué?

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