El acceso a los medicamentos en Venezuela se ha convertido en angustia permanente para los ciudadanos. En medio de la crisis humanitaria,  alimentos y medicinas se tornan inalcanzables a medida que pasan los días, pues no solo priva el desabastecimiento sino también lo mucho que cuestan. Si acaso se consiguen los medicamentos para  el tratamiento de una enfermedad, los precios son elevados y el bajo poder adquisitivo de los salarios no permite comprarlos. La inflación desmesurada, desatada y sin control, producto del modelo económico adoptado por el Estado, afincó todo su peso no solo en los alimentos, sino también   en las medicinas. Los derechos a la salud y a la alimentación no son garantizados en el país. De esto podemos inferir también que el derecho a la vida de los venezolanos está en grave riesgo.

Uno de los aspectos fundamentales de la crisis humanitaria tiene que ver con el acceso a los medicamentos esenciales, que son aquellos que satisfacen las necesidades prioritarias  de salud de la población, según la Organización Mundial de la Salud. Por tanto, todos los gobiernos de los países miembros tienen la obligación de garantizarlos. Asimismo, la Organización Panamericana de la Salud, a través del fondo estratégico y rotatorio, con base en un convenio con países miembros entre los que está Venezuela,  facilita la adquisición de medicinas  a costo asequible y en cantidad y calidad requeridas. Por eso, no se justifica que en el país la escasez de medicamentos esenciales haya alcanzado 85%, sin dejar de mencionar los medicamentos de alto costo, cuyo déficit llegó a 90%, lo cual ocasiona ansiedad permanente, sobre todo en los pacientes crónicos.

A eso se suma la deuda que mantiene el Estado con el sector farmacéutico, que sobrepasa los 5 millardos de dólares correspondientes a la falta de liquidación de divisas. Por información de profesionales afines a ese sector, desde agosto de este año no hay liquidación de divisas complementarias (Dicom), tampoco de divisas protegidas (Dipro), las cuales no se otorgan desde octubre de 2016. Ambas son preferenciales. Evidentemente, si no se dispone de esas divisas, en este caso para el sector farmacéutico, se estaría  trabajando a dólar libre  y eso se traduce en el aumento de los precios de  las medicinas.

Los laboratorios farmacéuticos, que pudieran estar produciendo en el país, trabajan por debajo de 50% de su capacidad y con divisas no preferenciales, lo cual explica en parte el alto valor de las medicinas. Medicamentos esenciales como antihipertensivos, antibióticos y analgésicos han duplicado y hasta triplicado el precio, en comparación con 2016. Un ejemplo dramático es el costo de las gotas oftálmicas para pacientes con glaucoma (aumento de la presión dentro del ojo): de 3.000 bolívares  pasó 115.000 bolívares. En cuanto a las insulinas de acción rápida y lenta, fundamentales para el control de la diabetes, solo 100 unidades tienen precio de entre 100.000 y más de 200.000 bolívares solo para un promedio de 10 días de tratamiento, y esto según las necesidades del paciente.

El drama no se centra solo en el precio, también se relaciona con el abastecimiento. Conocemos que hay convenios del Estado con algunos países para la importación de medicamentos. Nos preguntamos en relación con esto último: ¿estas medicinas importadas son sometidas al debido control de calidad y registro sanitario que deben ser realizados por el Instituto Nacional de Higiene y la contraloría del Ministerio de Salud? A esta interrogante sería importante una aclaratoria por las autoridades de salud. No obstante, el déficit de las medicinas es dramático. No hay antibióticos, sobre todo pediátrico, anticonvulsivantes,  medicamentos para enfermedades de vías digestivas y cardiovasculares, oncológicos,  para pacientes trasplantados y  muchos otros. La causa central  del problema no es de distribución, sino de abastecimiento. Por más que se implementen mecanismos a todas luces improvisados y con visos de discriminación por el famoso carnet de la patria, como el 0800-SaludYa, conocido por reseñas en los medios, ¿qué van a distribuir, si no se estimula la producción para que exista suficiente abastecimiento?

En definitiva, la falta  de  acceso a los medicamentos en Venezuela es cada vez más crítica y debemos recordar  que el Estado tiene la obligación constitucional de garantizarlos. ¿Quién con un salario mínimo puede adquirir una medicina a precios exorbitantes para pocos días de tratamiento?


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