El jueves pasado Nicolás Maduro anunció la implementación de un “Plan de recuperación y prosperidad económica” a partir del próximo 20 de agosto.

Un plan que no tiene objetivos y metas, solo prevé seis medidas con las que Maduro piensa resucitar un país moribundo, porque cree que las acciones propuestas pueden contener la hiperinflación, la caída del producto interno bruto, el dólar paralelo, y el déficit fiscal, los “cuatro jinetes del apocalipsis” en la economía venezolana.

Para tratar la hiperinflación, propuso eliminar cinco ceros al bolívar fuerte, para lo cual realizará una reconversión monetaria entre el bolívar soberano y el bolívar fuerte. Sin embargo, el aumento de los precios de bienes y servicios producto de la ingesta desaforada de bolívares por parte del régimen no desaparecerá con esta medida, porque el crecimiento de la producción de bienes y servicio está en caída libre.

Los últimos 19 meses, el ritmo de crecimiento de la cantidad de dinero en el mercado venezolano fue 1.110% en 2017 y 2.053% en los primeros 7 meses de este año. Una velocidad que conduce a la inflación pronosticada por el Fondo Monetario Internacional de 1.000.000% al final de 2018.

Fuente: Banco Central de Venezuela

Desde hace cinco meses la impresión de bolívares por parte del Banco Central de Venezuela tuvo un aumento promedio de 12% semanal (12 millones de bolívares diarios). Un nivel nunca visto antes en la economía de Venezuela.

Por lo que la medida de eliminar cinco ceros a la moneda es un maquillaje contable, no afectará de ninguna manera el aumento sostenido de los precios, más bien lo agravará.

Con la reconversión, el salario mínimo mensual pasará de 5.196.000 bolívares fuertes a 52 bolívares soberanos. El precio de una lata de atún costará en bolívares soberanos, 80; el pollo, 60; un cartón de huevos, 50; y un litro de leche, 17. El dólar Dicom se ubicará entre 1,8 y 2,1 bolívares soberanos, y la banda de dólar paralelo estará entre 35 a 40 bolívares soberanos.

Por otro parte, la reconversión monetaria arrastra el encubrimiento del aumento de la gasolina, porque el precio de un litro de 95 octanos vale actualmente 6 bolívares fuertes, es decir, que pasaría a un nuevo importe de 0,00006 bolívares soberanos, i.e. 0 bolívares. Por lo que habrá un nuevo precio del combustible que introduce un elemento inflacionario, al afectar el transporte y, en consecuencia, el precio final de los bienes y servicios asociados.

Si el litro de 95 octanos escalase a 0,10 bolívares soberano (10 céntimos) el aumento sería 166.567% y si fuera 0,05 bolívares soberano (5 céntimos) el incremento estaría en 83.233%, sin reconversión monetaria, estamos hablando de que el precio de un litro de gasolina de 95 octanos pasaría de 6 a 100.000 bolívares fuertes en el primer caso y en el segundo a 50.000 bolívares fuertes.

En este escenario, la hiperinflación seguirá afectando a la mayoría de los venezolanos, porque la medida anunciada por Maduro para paliar la situación del incremento de la gasolina es un censo de todo el transporte automotor con el carnet de la patria. Una acción para implantar el racionamiento del combustible por la crisis que atraviesa Pdvsa. Asimismo, reforzará el control social de la población, limitando su desplazamiento vehicular. Lo que generará un mercado negro del combustible.

El aumento de la gasolina forma parte de cualquier programa de ajuste que se dé para Venezuela, porque tiene la intención de cerrar el déficit de caja de la estatal petrolera, y, por ende, el financiamiento monetario del BCV a Pdvsa, lo que reduciría el déficit fiscal en Venezuela. Sin embargo, ese no es el propósito del régimen de Maduro. Además, en economías hiperinflacionarias el precio del combustible tendría que mantener un aumento periódico para cumplir con el objetivo del ajuste fiscal.

Las otras cuatro medidas buscan: mejorar el PIB con la eliminación de aranceles a los bienes de capital y agroinsumos; incrementar las reservas internacionales con la flexibilización de la Ley de ilícitos cambiarios y la inclusión de las reservas petroleras del bloque Ayacucho II de la faja petrolífera del Orinoco dentro de los activos contables del BCV; y estabilizar el bolívar soberano con un supuesto “anclaje de la moneda al petro”.

La eliminación de aranceles a los bienes de capital y agroinsumos tiene la intención de aumentar las importaciones privadas de insumos para generar un aumento de la oferta local de bienes y, en consecuencia, reactivar el sector privado. Lo que implica reconocer el fracaso de la gestión de Agropatria en el campo venezolano. Además, la eliminación de los aranceles impactaría en la recaudación del Seniat, lo que obligaría al BCV a emitir más dinero para financiar este déficit, es decir, más inflación.

La flexibilización de la Ley de ilícitos cambiarios tiene la intención de ponerle la mano a las remesas familiares que cada día crecen más. Se calcula que podrían llegar a 4 millardos de dólares este año. A la vez que permitiría la legitimación de capitales provenientes de la corrupción y el narcotráfico. Y en lo que se refiere a la monetización de las reservas petroleras del bloque Ayacucho II de la faja del Orinoco, es la venta de las reservas a terceros que en este bloque sería a Rosneft. Si con China se vendieron 60 millardos de dólares de la futura producción de petróleo, y no se notan en que se gastaron, ahora el régimen de Maduro va por las reservas de crudo para seguir usufructuando los dólares, destruyendo el porvenir de las nuevas generaciones.

Por ultimo, el “anclaje de la moneda al petro” para estabilizar el bolívar soberano es insistir en el uso de una supuesta criptomoneda para seguir con la expansión monetaria, a la vez que evitar las sanciones financieras internacionales. En la práctica el “petro” no es una criptomoneda, es deuda pública. Por lo tanto, mientras los agregados monetarios no dejen de crecer, el bolívar soberano carecerá de la confianza necesaria para garantizar su estabilidad.

En resumidas cuentas, Maduro sigue en su laberinto económico. Sus medidas, en vez de fortalecer la “recuperación y prosperidad económica de Venezuela”, agudizarán la hiperinflación, el lavado de capitales, el control social de los venezolanos y la contracción económica.


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