Según el diccionario de la Real Academia Española se le da el nombre de turca, coloquialmente hablando, al estado de borrachera o embriaguez. Y, claro, esta acepción le cae como anillo al dedo a Nicolás Maduro, quien sin duda alguna exhibe una borrachera de poder que lo ha llevado a extremos inauditos en la Presidencia de la República desde hace casi cinco años, y que van desde la recurrente violación de la Constitución Nacional, denominada “La bicha” por su padre putativo, el Comandante galáctico, Hugo Chávez, hasta ilimitadas acciones de carácter político, social y económico que mantienen al país en una gravísima y crítica situación que requiere de la urgente ayuda humanitaria, negada a troche y moche con su temperamental y prepotente actitud.

Coloquialmente en nuestro país “hacerse el turco” también significa hacerse el desatendido o la vista gorda cuando a una persona se le hace alguna pregunta y observa algo que puede comprometerle. También “coger una turca”, o lo que solemos llamar en Venezuela “una pea”, es una de esas expresiones populares, ampliamente utilizada, cuyo origen parece algo confuso, siendo varias las teorías que los expertos se atreven a dar. La explicación que vincula la borrachera con la palabra turca parece residir en que antiguamente era habitual aguar el vino para que así rindiera más. Irónicamente se decía que cuando se echaba agua al vino “se le bautizaba” tal y como se hace con un recién nacido según la tradición cristiana. El vino puro sin aguar empezó a llamarse turco, ya que Turquía no profesaba la religión cristiana, era islámica, y por consiguiente este vino embriagaba mucho más que aquel que estaba rebajado con agua. Joaquín Bastús en su libro La sabiduría de las naciones, también relacionada con los turcos y su religión, explica que, como la misma les tiene prohibido beber, cuando infringen este precepto lo hacen con tal desenfreno y exageración que cogen unas borracheras de pronóstico.

Y esa borrachera, pero de poder, es la que tiene a Maduro fuera de sí mismo, al extremo de que ni siquiera otea al horizonte para observar lo que casi a diario perpetra con sus políticas (¿?) económicas, sociales, económicas y militares. No se diga en materia internacional, en la cual, pese a haber sido canciller, comete los exabruptos más inadmisibles que se pueda imaginar, como el recurrente ataque al presidente colombiano Juan Manuel Santos, otrora su amigo y ahora visceral enemigo suyo al que insulta, agravia y ofende cada vez que tiene oportunidad, acusándolo de promover supuestas conspiraciones para derrocarlo.

Ni que hablar de sus destempladas acusaciones en contra de la oposición venezolana a la que califica de apátrida, fraudulenta, terrorista, conspiradora y demás epítetos con los que se solaza y grita a todo pulmón, en sus diatribas televisivas que casi a diario realiza en cadena utilizando los medios de comunicación del Estado, con la señal matriz de Venezolana de Televisión, canal por cierto convertido en una trinchera política del régimen y del Partido Socialista Unido de Venezuela, en el que tienen cabida bodrios dizque de opinión al frente de los cuales sus productores y conductores (¿?) se divierten injuriando a más no poder a sus adversarios políticos de la oposición, para lo cual utilizan montajes de videos en los que ridiculizan a sus víctimas.

Maduro se hace el turco al igual que sus pares de Cuba, Nicaragua, Bolivia, Zimbabue, Vietnam, Corea del Norte, Laos, y China cuando les tocan el tema de la democracia, término que les produce urticaria, pues esta es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta, que confieren legitimidad a sus representantes. En pocas palabras, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales.

Por algo más que una simple relación de amistad con Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía recién reelegido, Maduro viajo a esa nación para asistir a los actos programados con tal motivo. En 15 años al frente de los destinos de su país Erdogan ha reprimido con violencia monstruosas manifestaciones y ha enfrentado una sangrienta intentona golpista, por lo que dirige el país con manos de hierro desde el año 2003. En el reciente proceso electoral que ganó dispondrá de un mandato hecho a su medida, de acuerdo con una revisión de la Constitución que ya había sido aprobada el año pasado.

Para algunos observadores políticos internacionales Erdogan es un autócrata que ha realizado masivas purgas y detenido a opositores y periodistas. En Occidente es descrito como un sultán insuperable y un terrible animal político que ha ganado todas las elecciones desde que su partido, el AKP, llegó al poder en el año 2002. Cualquier parecido con el régimen de Maduro, NO es pura coincidencia.

Por qué señalamos que Maduro se hace el turco, pues sencillamente porque pretende ignorar la extremada y grave situación económica, política y social que vive el país como consecuencia de las medidas (¿?) adoptadas por el régimen que preside, que han ocasionado la tragedia en la que se halla inmersa toda una nación, cuya angustia y desesperación por la falta de alimentos, medicinas, corrupción, narcotráfico, inseguridad, nepotismo la tiene con el alma en vilo y desesperación extrema.

Se hace el turco, Maduro, porque no le importa que se cierren miles de empresas y que las propiedades (haciendas, fundos y hatos) expropiadas sean improductivas, y que tampoco cientos de empresas expropiadas por el gobierno hayan bajado sus santamarías por la pésima administración de las mismas, y también porque no toma en consideración las graves consecuencias de la hiperinflación en la economía y se niega a rectificar sus políticas para revertir el deterioro de la calidad de vida de los venezolanos.

Se hace el turco porque nada le importa la triste y dolorosa situación que viven diariamente miles de venezolanos, mujeres, hombres, niños y ancianos en hospitales de todo el país por la falta de medicinas, insumos y tratamientos de diversos enfermedades que les aquejan. Ignora la petición del gremio de médicos y enfermeras que solicitan el aumento de sus salarios, razón por la cual se hallan en paro indefinido desde hace nueve días con convocatoria para un paro nacional, al cual se han sumado distintas organizaciones gremiales e instituciones. Pero sí aumentó el salario a los militares, que algunos lo consideran extremadamente desproporcionado, en relación con el que perciben docentes y profesionales de distintas carreras universitarias.

Bien lo afirmaron los obispos en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Venezolana: “Vivimos en un régimen de facto sin respeto al pueblo”, al mismo tiempo que emplazaron a la sociedad civil a exigir la restitución del poder soberano.

Que Maduro no se siga haciendo el turco, porque el reloj del tiempo comenzó a hacer tic…tac…tic…tac…

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