Por el funcionamiento en el pasado en otros países del tipo de régimen que Maduro encabeza en Venezuela, se sabe que entre sus características están: supresión progresiva de las libertad universal y de las particulares: económica, política, de expresión, de prensa, etc., violenta derechos humanos, que no puede existir sin tener centenares de presos políticos y miles sujetos a presentación aunados con los privados de derechos políticos, ciudadanos eunucos; que es tal la desconfianza originada en el sector empresarial privado como para espantar la inversión en ampliación de empresas o en la fundación de otras nuevas, acarreando desempleo, escasez de productos, mercancías, para la satisfacción de las necesidades sociales.

Y, evidentemente, inflación, que en muchos casos, como en el nuestro, se transforma en hiperinflación; impide el pluralismo, el libre intercambio de ideas, busca siempre posiciones hegemónicas hasta llegar al sistema de partido único, se trata de dominar con argucias legales la vida política, electoral, y condicionar la actuación de los partidos políticos y de otros grupos sociales; no hay elecciones  libres y pulcras, y, sobre todo, instrumenta la supresión de la economía de mercado reemplazándola por la presunta planificación que siempre tropezó con numerosos obstáculos para atisbar los objetivos y productividad de aquella, lo cual refuerza la escasez, el retroceso económico, máxime cuando la población siempre crece a una tasa considerable

Todos los bienes y servicios, mercancías, son producidos por un conjunto de factores productivos, entre los cuales el más importante es la fuerza humana de trabajo. Cada bien o servicio tiene una cantidad  determinada, y por eso calculable, de fuerza humana de trabajo. En el mercado esos bienes y servicios entran en relación, se venden, se cambian por un valor, el cual aparece como una propiedad natural de ellos, y no como una relación social. Las mercancías tienen, en sí, propiedades, al margen de quienes las poseen. Son objetos sensibles, puesto que los perciben los sentidos, suprasensibles, esto es, por estar en ellos el factor esencial para su producción, es decir, la fuerza humana de trabajo que no ve en las mercancías.

Como ya se dijo, el régimen comunista, socialista radical, hace esfuerzos por destruir la economía de mercado, mejor dicho: destruye el mecanismo mediante el cual las mercancías entran en relación, que se vendan por el valor que representan, que se cambien por un valor que es una propiedad inmanente, en otras palabras, la perturbación político-ideológica del sistema productivo privado desemboca en la parálisis de la actividad económica, ocasionando graves inconvenientes a la población: falta de medicinas y bienes, de servicios prioritarios, de insumos de toda naturaleza, bienes de capital, esto es, la contracción de la economía real, en presencia de los ingresos petroleros como de la creación monetaria irresponsable del Banco Central de Venezuela,  provoca una burbuja financiera que alimenta la elevación desmedida de los precios.

Mientras exista el gobierno presidido por Maduro no creo que pueda haber cambio en los mecanismos y políticas que han sucumbido la economía venezolana y el país en general, sobre todo, cuando en los intentos de diálogo con una “oposición” no representativa no hay atisbos de que se aborden estos verdaderos problemas agudos que nos aquejan, como he insistido reiteradamente. No creo que con este “diálogo” Maduro modifique su agenda, que se democratice y busque instrumentar una economía de mercado. Prueba de ello es la reciente Ley de precios acordados , que  acentúa la eliminación progresiva del mercado, que los bienes y servicios entren en relación y se vendan por su valor inmanente, sin especulación que, por lo demás, la auspicia el sistema cambiario y los circuitos de compra y distribución oficiales. Que no surja especulación  desde el gobierno sería como pedir que no haya corrupción en la administración de los fondos públicos. Son vicisitudes surgidas de la conducta humana perversa, morales, casi mortales, por lo difícil que es su erradicación al buscar el estamento político convivir, aprovecharse, con tales lacras sociales.

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@psconderegardiz


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