Qué Venezuela tan triste. La cara de los venezolanos sin distinción de raza, clase, sexo o actividad económica transmite angustia. El país se sumerge en la mayor crisis económica de su historia y aquí hay aún gente tan ingenua que cree que quienes lo han gobernado pueden salvarse de su responsabilidad histórica en esta situación de deterioro.

Son más de 18 años gobernando, ofreciendo un mejor país, más justo, productivo y democrático, y lo que encontramos es todo lo contrario. Más pobreza, menos producción, más deterioro social, la infraestructura del país por el suelo y tantas ofertas y propaganda como la mente permite se han hecho a cambio de nada. Despilfarrar miles de millones debido a la falta de un modelo económico productivo, a la corrupción y a la malversación nos colocaron como uno de los países que más ha retrocedido en el planeta.

Hay que repetirlo, en un mundo complejo como el que vivimos, muchos países han tenido crisis tremendas pero han sabido superar sus deficiencias. El nuestro, por el contrario, no ha intentado ni siquiera las simples disciplinas fiscales que nos permitan corregir la inflación, la crisis de la salud, la emigración de millones de venezolanos. ¿Por qué la mayoría de los países controlan la inflación y nosotros no podemos? Simple, porque al igual que el curandero que se niega a usar los antibióticos para curar infecciones, los jerarcas en su más absurda inconsistencia intelectual siguen, hasta con buena fe algunos, creyendo que la economía socialista es viable con su versión criolla del “yocreisismo” que tanto aplicó el comandante y su entorno.

Insisto, Venezuela no se merece esta situación. Somos una vergüenza ante el mundo que observa con asombro como un país con tanta riqueza, que atrajo a cientos de miles de emigrantes, con una diáspora que todos los días demuestra su capacidad intelectual y espíritu de trabajo en las más adversas condiciones, que tuvo una democracia ejemplo en el continente, pueda estar sumergido en tamaña crisis, en donde cada vez que aparece un “scout” con el espejito sale el gobierno a ensayar y a equivocarse. No es un tema ideológico, ni de un proyecto oscuro, ni del interés de potencias extranjeras por explotar al país. Esas son consecuencias de la irresponsabilidad de la cúpula. No, se trata, de una visión insensata de unos pocos que quieren controlar una nación sin ofrecer nada a cambio. Arriesgándonos a peores tragedias, además de la evidente pobreza en que sumergieron a la casi totalidad de la nación venezolana.


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