La frase que sirve de título a este artículo no es original mía, pero comparto plenamente su significado y sus alcances.

La frase es de los ex presidentes Sanguineti, de Uruguay; Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; Ricardo Lagos, de Chile, y Felipe González, ex jefe del gobierno de España, cuatro ex gobernantes que se distinguieron y siguen siendo reconocidos como adalides de la democracia tanto en sus países como mundialmente. Esa afirmación la hicieron en un evento de la Fundación Círculo de Montevideo celebrado en Buenos Aires, en el cual debatieron acerca de la “responsabilidad y los derechos del ejercicio ciudadano”.

Los cuatro ex gobernantes hicieron un llamado a actuar ante la situación de “Estado fallido” de nuestro país e instaron a movilizarse ante esta realidad.

Creo que el calificativo de “fallido” es un término demasiado benévolo para lo que ocurre aquí. Venezuela ha dejado de ser un país, ya no es una nación. Se ha convertido en un solar manejado y manipulado por un capataz del peor pelaje que no tiene escrúpulos para maltratar, asesinar, robar impunemente.

El llamamiento de los cuatro ex presidentes refleja la necesidad urgente de dar un paso adelante antes de que el ilegítimo termine de convertir el país “en polvo cósmico”, como acostumbraba decir el fenecido papá putativo y tutor del dictador.

Muchos gobernantes, personalidades internacionales, instituciones y organismos internacionales, los más importantes medios de comunicación social (televisión, prensa escrita, radio) han emitido contundentes manifestaciones de preocupación por la situación que atraviesa Venezuela y han hecho serios pronunciamientos de solidaridad con la disidencia y en general por las terribles condiciones que confronta la población, sobre todo el sector más humilde. Pero esos llamamientos, exigencias, requerimientos a respetar la Constitución caen en un saco roto.

Estas expresiones de solidaridad han sido, y siguen siendo, sumamente importantes. Estimulan la determinación y la capacidad para continuar luchando en un combate desigual en el cual se enfrenta un enemigo más numeroso, dotado de recursos modernos y sofisticados y de medios de protección que los hacen prácticamente invulnerables.

El apoyo moral recibido de gobiernos e instituciones espolea y motiva el espíritu de lucha, el valor, la disposición al sacrificio. Por primera vez en Venezuela un pueblo desguarnecido se enfrenta a un régimen asesino exponiendo su pecho, su propia carne que ha pagado caro su valor y sigue combatiendo con consignas pancartas, banderas y sus manos vacías a guardias nacionales, policías acorazados como robocops y pandillas armadas de malhechores armados y protegidos por el régimen.

Ha llegado el momento de actuar, hay que ir más allá de las marchas de las concentraciones, de los discursos, de decisiones que se quedan en la nada.

En mi artículo publicado el 01/05 escribí: “El ilegítimo está librando una guerra de desgaste contra la oposición”. Dije que el cruel, desalmado y sanguinario dictador se vale de su superioridad material y militar para mantener a la oposición dentro de los límites de su capacidad para hacerle frente a la represión. Esa estrategia persigue lograr que la resistencia de la oposición se debilite porque sus sacrificios no se traducen en resultados concretos y el sátrapa pretende demostrar, con sus apariciones frecuentes y sus discursos llenos de falsedades, que en el país no sucede nada.

El sátrapa dictador espera confiado que el coraje, el valor de esos miles de venezolanos decaerá. Al contrario, esa cruel y salvaje estrategia de guerra de desgaste sigue siendo enfrentada por un bravo pueblo que ha demostrado admirable valor para continuar y mucha imaginación para concebir nuevo nuevos y originales recursos defensa y ataque.

Siempre se ha dicho que los militares solo intervendrán cuando el pueblo tome la iniciativa, pero ya es evidente que la cobardía prevalece sobre el patriotismo y no podemos contar con los militares. En las actuales circunstancias la única forma de salvar lo poco que queda del país es con ayuda externa.

Ha llegado la hora de actuar. Actuar no significa necesariamente una guerra civil en la cual se enfrenten hermanos contra hermanos. Nuestra historia registra numerosos dolorosos casos de esa naturaleza Tampoco significa una intervención militar extranjera. El derecho internacional cuenta con recursos que pueden ser efectivos para castigar a un régimen delincuente, facineroso.

Lo digo responsablemente, corriendo el riesgo de que me acusen de traición a la patria. Ha llegado el momento de actuar y si es necesario pedir auxilio a quien esté dispuesto a brindárnoslo.


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