La crisis económica que vive nuestro país afecta a los más vulnerables: los niños. Abundan casos  de alumnos que se desmayan en clases porque no comen y el ausentismo aumenta cada día más, muchas veces de manera definitiva.

Estamos hablando de una generación que pagará las culpas de una política económica fracasada: la generación del hambre. Este panorama no solo trunca sus oportunidades, sino su propia vida. De acuerdo con organizaciones especializadas en el tema, semanalmente mueren entre 5 y 6 niños por desnutrición. Si no hacemos nada esta cifra pudiera llegar a 280.000 niños.

Quienes no mueren sufren marcas permanentes que la desnutrición deja en su desarrollo. De acuerdo con Caritas Venezuela, la desnutrición infantil grave llegó a 15% en el mes de agosto, lo que significa para ellos una verdadera emergencia humanitaria.

Quizás para otros, pobreza sea sinónimo de fidelidad, la fidelidad del que con hambre extiende la mano y es chantajeado a cambio de ayuda. Para nosotros el hambre representa el peor de los males de una sociedad, representa muerte, atraso y subdesarrollo.

Pero como hay quienes no están dispuestos a quedarse como testigos viendo cómo miles de niños mueren, esta semana tuvimos el honor de dar inicio al programa de alimentación Venezuela Sueña de la fundación Un Par por un Sueño,  que destinará 8.431 almuerzos diarios a niños en edad escolar de Petare.

Todos los días durante todo el año los niños recibirán alimentación en sus escuelas. Darle un plato de comida a un niño en su escuela garantiza no solo disminuir las cifras de desnutrición, también garantiza el aumento de la matrícula escolar. 

Llevar a cabo este programa de alimentación es un trabajo arduo, pero recompensado con las sonrisas de quienes en 10 años estarán al frente del país. Involucramos a toda la comunidad en este proyecto porque cuando entendemos que el futuro comienza hoy, no existen excusas para no colaborar. 

No es una solución a la crisis, pero sí una medida que puede salvar vidas. Hay quienes no les interesan los niños porque no votan, pero ver que hay quienes ponen su esfuerzo y su trabajo para ayudar a otros nos pinta un panorama alentador. Dicen que las posibilidades para este país son positivas mientras haya gente que esté dispuesta a creer en él, aun en las peores condiciones.

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