Hay millones de exiliados políticos en las Américas. Son víctimas de delitos cometidos por los dictadores de Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador/Correa. Personas forzadas a abandonar sus hogares por aplicación de la metodología del socialismo del siglo XXI para separar de la vida nacional a líderes políticos, sociales, de prensa, empresarios, profesionales, clase media y trabajadores que confrontan al sistema. El exilio político en las Américas es otra consecuencia de los crímenes que cometen los regímenes de delincuencia organizada.

El origen latino de la palabra exilio “exsilium” se remonta al vocablo “exsul, explicado como sacarlo de (ex) su suelo”. Exilio es la “separación de una persona de la tierra en que vive”, es el resultado de acciones que obligan a la persona “al alejamiento del lugar en que reside o de su tierra natal”. Es la “expatriación”, dejar sin Patria, separar a la persona de su “tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos”.

No hay exilio voluntario, porque aunque sea la persona quien toma la decisión de abandonar su tierra, las causas y las circunstancias que la motivan son de fuerza, de hecho y condicionan su voluntad. La decisión de abandonar la patria no es un acto de libertad, al contrario, es la consecuencia de acciones de violencia que el régimen comete o amenaza contra la víctima, y en tales circunstancias, al ejercerse violencia e intimidación en la persona, no existe acto que pueda ser calificado de voluntario.

El exilio es la consecuencia y la expresión de la violación de la libertad de la persona para forzarla a vivir fuera de su hogar, de su familia, de su sociedad y de su patria. Es la renuncia obligada a permanecer donde le gustaría seguir viviendo, para proteger su integridad personal y su vida. El exilio debería ser una situación transitoria que termina con la desaparición de las causas que lo motivaron cuando se recuperan las libertades, la democracia y el Estado de Derecho, pero en muchos casos afecta toda la vida por la prolongación de los regímenes dictatoriales como la Cuba castrista.

Es precisamente Cuba, la de los Castro, la única dictadura que existía en las Américas en 1999, la que con el dinero y el petróleo venezolanos malversados por Hugo Chávez creó el castrochavismo como proyecto bolivariano, Alba o socialismo del siglo XXI, contra las democracias en la región. Expandieron el modelo dictatorial que hoy controlan Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, del que trata de salir Ecuador con Lenín Moreno luego del periodo de Correa, con el que están aún amenazados México, Colombia, Salvador, Guatemala, Honduras, y del que se han librado Argentina, Perú, Brasil, Panamá, Costa Rica, Paraguay (el lector puede agregar o corregir países).

Hasta 1999 la dictadura castrista de Cuba había producido cerca de 2 millones de exiliados cubanos y generado una “diáspora” mundial. Con el castrochavismo, en casi 20 años, son cerca de 3 millones de exiliados venezolanos que forman otra diáspora; hay mas de 1.500 exiliados bolivianos en Brasil, Paraguay, Uruguay, Perú, España y Estados Unidos; decenas de exiliados nicaragüenses y ecuatorianos.

Todas las acciones y omisiones de los Castro en Cuba, Chávez/Maduro en Venezuela, los Ortega en Nicaragua, Evo Morales en Bolivia y Correa en Ecuador, para forzar el exilio, son crímenes que muestran la organización de delincuencia organizada transnacional que integran. Responden a un modelo, casi una franquicia, creada por la dictadura cubana y expandida en sus territorios bajo responsabilidad de los dictadores locales. La observación de la realidad objetiva, la prensa internacional y el estudio de casos así lo prueban.

Los delitos contra las personas para forzarlas al exilio que se perpetran por los Castro/Díaz Canel, Maduro, Ortega y Evo Morales y los cometidos por Rafael Correa, van desde la persecución con fines de eliminación física y torturas, juicios con falsas acusaciones ante “jueces infames”, aplicación de las seudoleyes del régimen que violan los derechos humanos o “leyes infames”, restricciones a la libertad de expresión o de ejercicio de un empleo o profesión, asesinato de la reputación para convertir a la persona en indeseable, sometimiento a estado de indefensión, hasta la supresión de empleo y de alimentos, y mucho más.


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