La ineptitud corrupta solo puede manejarse a través de los shows. Todo es una pantalla, un circo sin pan.

Continúa la política del máximo de los destructores, quien, luego de la tragedia, con varias víctimas entre trabajadores y vecinos del Complejo Refinador de Amuay, la única respuesta del máximo responsable fue: «El espectáculo debe continuar». No han podido recuperar, ni siquiera en 50% la capacidad del trabajo refinador de ese complejo, pero «continúa el show».

La economía no es un juego ni una puesta en escena; no sigue guiones voluntaristas, mucho menos los planes diseñados por la ignorancia más espesa. La economía se desarrolla solo, y únicamente, mediante las reglas del mercado.

Dentro de esas normas de mercado, los precios no son otra cosa que información, tanto para oferentes como para consumidores, que transmite las muy subjetivas consideraciones sobre valor (utilidad) y escasez relativa (presente o futura).

Luego de la fiscalización por parte del gobierno a varias cadenas fui a una de ellas a buscar alguna de mis medicinas y los precios siguen siendo inaccesibles. Sumado a que ya comienza a notarse la escasez. Ni siquiera las vitaminas que se conseguían “fácilmente” tenían, muchísimo menos las pastillas que tomo para la diabetes.

El comentario de la gente: “de qué vale el aumento, si con ese nuevo sueldo tampoco pueden acceder a la mayoría de los productos”.

La caja CLAP subió 20 veces y el Metro ni hablar, de 4 bolívares fuertes ahora a 50 soberanos.

Claro que hacía falta el aumento, y con ello sincerar los precios, pero como dice el dicho: «Lo que es bueno para el pavo…». Con este argumento es que el gobierno interviene, apresa y obliga a las distintas cadenas a bajar los precios. Pero de igual manera, quien termina siendo perjudicado es el pueblo, todos los que salimos a “lidiar” con las compras de alimentos, medicinas, pagos de servicios que no sirven, transporte que no existe; y entonces, ¿quién interviene al gobierno como único responsable de todo lo que estamos viviendo en Venezuela? Será el pueblo.

Sin ánimo de ser abogado del diablo y apostarle al fracaso de las nuevas medidas recién anunciadas, considero que no puede haber reducción del déficit fiscal y apertura económica sin el respaldo de los organismos multilaterales.

Por ello, la independencia del Banco Central de Venezuela es sine qua non para la disciplina fiscal y evitar la irresponsable emisión de dinero por teclados de computadoras. El gobierno ni siquiera «emite» o «imprime» dinero inorgánico. Simplemente lo teclea a la banca pública o privada en su intento por mantener o incrementar el dispendioso e irresponsable gasto corriente, al que llaman «inversión social». Produce así totalmente el efecto contrario: acelerar más la hiperinflación y sumar más pobres a la atroz hambruna, en una Venezuela en la que no solo colapsa el salario sino el trabajo en sí. El ausentismo laboral es de prácticamente un tercio diario de las horas que deberían de trabajar.

En definitiva, al país que ya estaba al borde del precipicio Nicolás Maduro le ha terminado de dar el más fuerte de los empujones.

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@OmarAvilaVzla


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