En 3 minutos, el mago del suspenso, Alfred Hitchcock, cambió la historia del cine, desde 78 ángulos diferentes de cámara editados en los 52 cortes de la famosa escena de la bañera de Psicosis (año 1960).

Suficiente para detonar los imaginarios disidentes de una generación y modificar las pautas de rodaje de la industria.

La secuencia fue analizada en el pasado por innumerables libros, ensayos y trabajos audiovisuales.

Hollywood estudió el caso en el disparejo biopic, Hitchcock, protagonizado por Anthony Hopkins con la idea de reconstruir el contexto de creación de la obra maestra.  

El polémico Slavoj Zizek dedicó uno de los capítulos de su Guía del cinéfilo perverso, para elaborar una discutible lectura del entramado freudiano de la cinta. Según el filósofo, Norman Bates es un Edipo dominado por el sótano de un subconsciente enfermizo.

Por último, el notable Hitchcock y Truffaut indagó en la relación de los dos autores, planteando nuevos escenarios de interpretación del legado conjunto.

La pantalla develaba el detrás de cámaras de una conversación entre maestro y discípulo, en el ánimo de refrescar la vigencia de una magnífica entrevista, cuyas preguntas y respuestas compusieron las páginas de un libro de cabecera.

Ya la posmodernidad había dado cuenta de la pasión de los jóvenes por reivindicar el arte del genio británico, ante la falta de referentes y el sentimiento de vacío de la contemporaneidad.

Primero, Brian De Palma cocinó a fuego lento una propuesta kamikaze de reinventar las lecciones del responsable de La ventana indiscreta.

El afán manierista y revisionista lo llevó a diseñar increíbles ejercicios de estilo, como Vestida para matar y Doble de cuerpo, pero también a cultivar una entropía estéril.

El juego de la clonación tuvo un momento de crisis en el remake de Psicosis, a cargo de Gus van Sant, a quien condenaron por querer igualar o superar al hito del pánico anglosajón.

En el fracaso del proyecto de replicar el clásico, los cronistas atisbaron a divisar el síntoma de una patología de la meca.

Los críticos llamaron a combatir a los encargados de sacrilegio, pusieron algunas cuestiones en orden, sacaron provecho del escándalo, desalentaron a los potenciales saqueadores del patrimonio ajeno y ahuyentaron por un tiempo a los profanadores del templo.

Pasadas las décadas y los tumultos, el milenio vive una etapa de reforzamiento de mitos unificadores, levantando capillas alrededor de ejemplos de consistencia y trascendencia. Una respuesta segura a las blandengues apuestas del siglo en curso.

¿Simple refugio conservador, una tabla de salvación para surfear el oleaje discreto de los últimos años?

Antes de asomar una conclusión lapidaria conviene atender a los símbolos del entorno mediático. Uno de ellos merece rescatarse por su depurada concepción. Se trata de 78/52, el documental de un erudito sobre la escena más icónica del séptimo arte.

Hablamos del segmento de la ducha de Psicosis con Janet Leigh y Anthony Perkins, al compás de la música estridente de Bernard Hermann. Todo un asunto de tesis.

La película disecciona el fragmento en las voces de especialistas, geeks, fanáticos, montadores, entusiastas y consagrados. Atención con las apasionantes declaraciones del reparto. Los miembros del cast poseen el don de la palabra. Hipnotizan y recrean al espectador con sus relatos filosos y académicos, salpicados de humor y amor.

La cámara registra sus impresiones y expresiones en blanco y negro. Los testimonios, en primer plano, se funden con los fotogramas del objeto de investigación, arrojando luces a un paisaje nebuloso, abstracto, difuso y a la vez familiar.

Es el placer de adentrarse al fondo de un cuadro tenebroso y polisémico, equivalente a la Mona Lisa. Un Da Vinci lo pintó en el siglo XVI, subvirtiendo el curso de los códigos de censura.

La creatividad nace, entonces, de aceptar el reto de transgredir límites. Así, los ojos del presente aumentan la perspectiva y la mirada, reconociendo los atributos de los marcos de representación del pasado. Por tal motivo, recomendamos el visionado de la joya.

La imagen de una mujer acuchillada y acosada despierta cualquier cantidad de conjeturas, teorías y visiones encontradas.

De seguro, la difusión de 78/52 permitirá alentar debates urgentes fuera de la caja.


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