Comentarios introductorios:

Hoy en día es muy sencillo distinguir a los «autonombrados», «enchufados» y nuevos ricos que han nacido, se han reproducido y retroalimentado de esta tragedia nacional. La remuneración producto de nuestro trabajo decente es despojada por los indecentes directos e indirectos que han generado pobreza y miseria: que la reproducen para mantenerse en ese poder mal concebido y entendido. El venezolano no tiene con qué comer y preservar su salud. Pero además en este análisis y crítica acerca de la precaria cobertura de HCM, se suele dejar por fuera a las empresas que ofrecen el servicio de salud, las cuales en términos generales especulan los precios a su antojo y de forma arbitraria. El derecho prioritario que es la vida está seriamente vulnerado: esta circunstancia nos atañe a todos, en el sentido que nadie se escapa o se puede escapar de esta terrible realidad que amenaza seriamente sin distingo de nada o de nadie. Por lo tanto, tenemos la moral y la razón para exigir y hacer valer lo que nos corresponde. Fundamental entonces que pasemos del “modo queja al modo exigencia”.

Somos mayoría pero estos «individuos» la saben hacer para mantenerse en el poder o cerca de lo que representa. Es la maniobra deliberada e inducida que se desarrolla en el país con complicidades internas y externas para construir una situación caótica, decadente e involutiva que «expulsa» del país a los talentos y personal capacitado. El portafolio de bonos y «regalos» se complementa con la economía del cangrejo, es decir, «un paso para adelante y dos para atrás». Lo que tendría que verificarse es si con la anhelada caída del dólar “negro”, el control de la inflación y la recuperación del poder adquisitivo, los agentes económicos en su conjunto también comiencen a bajar los precios de los productos. La fortaleza espiritual es de trascendental importancia para los creyentes de Dios y su suprema misericordia, sobre todo en estos momentos de confusión e intriga generada por la turbulencia y el acecho del mal en todas sus formas.

En efecto, todo nuestro padecimiento agónico es deliberado e inducido, por lo que nadie puede poner en duda que los desequilibrios presentados en el sistema económico y social venezolano son producto de la fatal conjunción por parte del Estado intervencionista, la “cosa nostra”, el “lavado del cerebro”, la “mano peluda”, etc., que además en conjunto pueden ser fielmente explicados por los enfoques populares o empíricos que caen en la categoría del “cangrejo”, del “gusano”, la “hormiga”, “the theory of the fool”, etc., pero también contrastadas a través del conocimiento científico proporcionado por la teoría económica clásica, la teoría del “cisne negro”, la teoría del caos y complejidad, la física cuántica, la internalización de las externalidades o la relativa a la economía del regalo entre otras; y todo sobre un basamento técnico económico que guarda relación con la viabilidad, factibilidad, sustentantibilidad, productividad, equidad, justicia, rentabilidad, efectividad, eficacia, eficiencia, etc.

Planteamiento:

En referencia al planteamiento desarrollado al inicio de este año 2018, en los artículos publicados en este prestigioso medio de comunicación con el título “¡Señor presidente!” (I y II); y partiendo de la premisa de que 1 bolívar al tipo de cambio Dipro que prevalecía aún para el 29-12-2017 daba vida al dólar negro del día “today” (al financiar la compra del efectivo y activar el triángulo perverso bolívar-bolívar-peso y/o bolívar-peso-dólar), se formulaba con sustento metodológico que al eliminar ese tipo de cambio oficial protegido o controlado permitiría que la tasa oficial entre el bolívar y dólar pudiera converger entre los 30.000 y 50.000 bolívares por dólar.

Razonamiento:

Las reservas internacionales y liquidez monetaria para Venezuela a finales del mes de diciembre de 2017 se ubicaron en los 9.500 millones de dólares y los 148,9 billones de bolívares respectivamente (enero 2018), lo cual estima un tipo de cambio (dólar implícito) aproximado de 16.000 bolívares por dólar, existiendo un factor de ajuste (que aglutina el efecto de variables como la inflación, tasa de interés negativa, el crecimiento del PIB, saldo presupuestario, el riesgo país, estabilidad política, seguridad jurídica, fortaleza institucional, entre otras) el cual determina en definitiva un precio de referencia entre las 2 divisas. Y complementariamente debe decirse también, que el dólar implícito en lo básico puede incrementarse en alguna de las siguientes circunstancias: i) aumenta la liquidez monetaria pero se mantiene el nivel de reservas; ii) aumenta la liquidez monetaria y disminuyen las reservas; iii) se mantiene el nivel de la liquidez monetaria y disminuyen las reservas; iv) aumenta la liquidez monetaria en mayor porcentaje que el aumento porcentual de las reservas.

Por otra parte, es una verdad irrefutable que durante los últimos años las reservas internacionales han sufrido una disminución significativa. Pero también se ha mostrado un incremento sistemático de la inflación (en 2017 muy superior a 4.000%) , motivado fundamentalmente a la caída estrepitosa de la producción nacional (por encima de 18%) y a la par por la aplicación en pleno desarrollo de una política monetaria dual y contradictoria (expansiva y restrictiva a la vez) que significa en la práctica una evidente, deliberada e inducida escasez del dinero en efectivo que se ubica entre 30% y 60% del total de la liquidez monetaria.

En lo que refiere particularmente a las reservas operativas (todas aquellas divisas extranjeras que cumplen con los requisitos de alta seguridad, liquidez y rentabilidad) puede decirse que en promedio alcanzan la cifra de 2.000 millones dólares, por lo que una merma de la liquidez monetaria de 30% significaría un dólar implícito para esta situación que se ubicaría en los 52.465 por dólar, y de la misma manera para 60% de “evaporación” o disminución del dinero circulante en la economía venezolana la relación implícita entre la divisa nacional y la de Estados Unidos tendría un valor de 29.980 bolívares por dólar. Se hace mención asimismo de que dólar implícito considerando la liquidez monetaria en términos nominales con respecto a las reservas operativas arrojaría un valor de 74.950 bolívares por dólar.

El anterior razonamiento nos lleva a dilucidar que para un tipo de cambio de 50.000 bolívares por dólar, la relación entre el tipo de cambio oficial en Colombia de 2.984 pesos por cada dólar (29-12-2017) con respecto a este “tipo de cambio oficial” (hipotético o supuesto para llamarlo de alguna manera) determinaría por tanto la relación cambiaria oficial de 0,05969 (2.984 ÷ 50.000) pesos por bolívar contrario a los 288,53 (2.984 ÷ 50.000) pesos por bolívar que regía para esa fecha de finales del año 2017. Obsérvese que con esta última relación (generada por el Dipro) existía la posibilidad más que cierta de que alguna persona inescrupulosa y con privilegios pudiera convertir pesos a bolívares en Cúcuta, por lo que potencialmente un bolívar pudiese comprar una cantidad significativa de los mismos bolívares en la capital del Norte de Santander-Colombia, y entonces debido a una elemental causa-efecto potenciar la devaluación diaria o “today” en el mercado “negro” o paralelo.

En otras palabras, es probable que los bolívares generados de esta forma sean la fuente principal que financia el sobreprecio que se paga para comprar los bolívares (génesis principal de su escasez), los cuales se logran cuando ingresan en el triángulo cambiario perverso y maligno (tan igual como el de las “Bermudas”), que viene definido por la formulación bolívares-bolívares-pesos y/o bolívares-pesos-dólares. Todo ello con el propósito maquiavélico o deliberado de deteriorar la relación del tipo de cambio pesos por bolívar en la frontera colombo-venezolana, y consecuentemente impulsar el crecimiento exponencial de la cantidad de bolívares que se deben pagar por cada dólar.

Bajo estas circunstancias se afirmaba para ese momento de referencia (29-12-2017) que con la eliminación del dólar controlado o protegido en Venezuela (llamado Dipro), de manera inmediata el tipo de cambio oficial que tendería a ubicarse entre los 30.000 y 50.000 bolívares por dólar, también determinaría una relación oficial de pesos por bolívar que oscilaría entre 0,05969 y los 0,099467.

Conclusiones: revertir la situación de quiebra, descapitalización, pobreza y miseria agravada que padece la sociedad venezolana en su totalidad depende primariamente de una confianza renovada y la reducción de los altos grados de incertidumbre y conflictividad, pero respaldada por la aplicación de una política económica integral, coherente, sensata, pragmática y disciplinada. Pero dentro del peor de los males se prefiere un precio del dólar real que sea “costoso” como resultado de la interacción natural entre la oferta y la demanda, pero no ilusorio y especulativo producto de la manipulación, falsedad y el engaño.

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