Ciudadano Diosdado Cabello:

Le escribo estas líneas con respeto, pero sin agachar la cabeza y con toda la entereza de saber que hablo en el nombre de millones de venezolanos.

Usted como político le ha hecho un gran daño a Venezuela. Su conducta es probablemente la más hipócrita y contradictoria que hemos visto en casi cuatro lustros de una política que en el último sexenio perdió el cauce del sentido constitucional, cuando menos en su forma. De hecho, cómo creerle a un individuo quien afirma que “no le gusta la plata”, pero nunca se desplaza en Metro, transporte público o siquiera en taxi, y, en contrario, solo se mueve en sendas camionetas blindadas, rodeado de hasta más de una decena de “círculos de seguridad”, y cuando se traslada de un estado a otro solo lo hace en aviones, por no decir llamados “jets” privados, al estilo de los más rancios capitalistas y millonarios del mundo.

Señor Cabello, usted vive hablando desde un programa de televisión de que la “revolución es amor”, pero en su léxico solo se construye la morfología y semántica de la “guerra”, del “enemigo”, de los “asesinos”, de los “traidores” o “apátridas”, de los “vendidos al imperio” y cualquier semejanza que destruya la posibilidad de establecer un acercamiento de ideas o pensamientos que vayan en beneficio de ese “pueblo” para el cual dicen “trabajar”, pero que en la praxis, usted y yo sabemos, solo lo utilizan para dominarlo ideológicamente, porque la única realidad es que usted, junto con la cúpula del partido oficialista, no representan a ningunos revolucionarios, sino a una nueva burguesía política, cuyo fin es perpetuarse en el poder.

Tal vez por ello, jamás por omisión o ignorancia, usted o alguno de sus panegíricos mencionan a Rigoberto Lanz cuando este decía que los sectores marginales no constituían una clase social, pero sí un grupo humano de rechazo al sector capitalista, pero que lamentablemente por su grado de atraso se constituían en fáciles presas de manipulación pensativa. Y eso es lo que ustedes intentan controlar desde un poder enfermizo, solo que les está fallando el razonamiento que conforme, así como dominan a ese grupo por razones determinadas, en cualquier momento ese mismo grupo puede ser dominado ideológicamente por causas diferentes.

Señor Cabello, hemos dicho que sus acciones, al revisarlas con estudios de historia comparada en el espacio político de los sistemas totalitarios, su personalidad está en franca sintonía con Molotov, quien era el representante de Stalin para destruir cualquier instancia de diálogo¹, y de allí el nombre de las populares “bombas” con ese nombre. Usted no es un individuo para el diálogo, porque quien dialoga negocia, no impone sus pensamientos y menos su visión del poder sobre los otros. Es tal su nivel de imposición que, sin tener la jerarquía militar correspondiente, usted obliga a militares con rango superior al suyo, es decir, desde mayor hasta general, para que estos le rindan pleitesía públicamente en posición de firme, lo cual solo deja en evidencia el excesivo régimen militarista del madurismo.

Es tal la confirmación de lo que decimos que dos de sus máximos panegíricos y zascandiles, como Pedro Carreño o Francisco Ameliach, son otros militares hasta administradores de galpones con toneladas de alimentos, mientras un pueblo busca en el medio de la basura qué puede comer.

Para qué mencionar que los últimos gobernadores oficialistas de entidades como Zulia, Táchira o Nueva Esparta eran oficiales del ejército, o ver el cómo en el resto de los estados, o instituciones públicas, son los militares quienes tienen la mayoría del poder. ¿Y esta manera de gobernar usted le llama “democrática”?

¡Claro! Para ello, emplean el remoquete pensativo del “pueblo uniformado”. Un “pueblo” militar que desde el sacrificio de la política “revolucionaria” viste de etiqueta, utiliza colonias europeas, se desplaza en camionetas del imperio norteamericano o japonés, viven en lujosas urbanizaciones, comen en restaurantes del este disfrutando del mejor escocés, y, por si fuera poco, dicen como usted que “no les gusta la plata”, pero ni de vaina nos enseñan los balances de sus cuentas bancarias, o menos dar muestra de vivir en austeridad y sacrificio como millones de venezolanos.

Señor Cabello, la cúpula del Partido Socialista Unido de Venezuela ha sido una bazofia política para el país. En esa cúpula, olores como los del azufre terminan siendo un jardín de flores, porque cuando menos de aquel por sus orígenes naturales pueden derivarse compuestos químicos o medicinales en beneficio de la humanidad, mientras que de una cúpula política como la del PSUV solo se ha derivado una inmensa corrupción que se ha transformado en pobreza, miseria y hambre sobre millones de venezolanos, y aunque lo niegue, usted tiene una gigantesca responsabilidad sobre las desgracias que hoy tenemos como pueblo, razón por la cual, es evidente que mientras usted sea parte del problema, no habrá solución para que podamos salir de la crisis.

Diosdado Cabello, para que los venezolanos comencemos a encontrar soluciones a nuestras dificultades, usted debe abandonar al país. Su racismo, su exclusión, su odio, su intolerancia, su hipocresía y por supuesto, el pensar que el resto de los venezolanos “le amamos”, cuando en realidad ni en su propio partido lo aceptan, salvo un reducido grupo de fanáticos, es el signo inequívoco del daño que usted, desde la cúpula de un partido político, le ha hecho a Venezuela.

Diosdado Cabello, usted, quien dice que “no le gusta la plata”, tiene que irse de Venezuela. Déjenos vivir en paz. Cuando menos tendremos en el futuro una razón que agradecerle en el medio de la barbarie que desató en contra de millones de venezolanos, y que ahora estamos condenados a vivir bajo el signo de la pobreza y la persecución política.

***

¹ http://efectococuyo.com/opinion/maduro-cabello-y-rodriguez-los-fracasados-stalinistas-del-poder


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!