El simulacro de elecciones presidenciales rechazado de plano por la comunidad internacional sigue adelante con la venia de los partidos de la MUD, a pesar de las claras advertencias y valientes críticas de la Conferencia Episcopal Venezolana a través de un comunicado en el cual rechaza de forma categórica el adelanto de unos comicios que no son más que un fraude que le garantizará a Maduro otros seis años en el poder, con la complicidad de los candidatos de la falsa oposición, dispuestos a blanquear a la narcodictadura en las urnas.

Después de abril, cuando el dictador logre salvarse por un tiempo más de los juicios que le esperan en una Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad y violación de los derechos humanos, terminará de aplicar su plan de tierra arrasada sin importarle los frenos que implica el cúmulo de sanciones de la comunidad internacional, el desconocimiento de los gobiernos demócratas del mundo, y obtendrá entonces el control absoluto sobre toda la sociedad.

Tenemos un pueblo sitiado y temeroso que, agobiado por las penurias, está dispuesto a venderle hasta el derecho de nacer a cambio de una triste bolsa de comida, o del bozal de arepa de los bonos para mantener la instantánea ilusión de un auxilio económico que de inmediato se esfuma ante la brutal devaluación de la moneda.

Hay una realidad muy sórdida, el régimen ha venido orquestando con mucho éxito una oposición hecha a su medida, para que se diga que esto es una democracia que hace elecciones, cuando en realidad es una dictadura perfecta, con una oposición oficial que se presta a sus desfachatados juegos, como eliminar la tarjeta electoral de la Mesa de la Unidad Democrática para beneficiar por descarte a candidatos de su preferencia –Henry Ramos o Henri Falcón– y borrar del mapa a otros partidos políticos, entre ellos Voluntad Popular, que muestra la mayor cantidad de presos políticos, unos 500, incluido su máximo líder, Leopoldo López, sus principales dirigentes exiliados y refugiados en embajadas, como el caso del diputado Freddy Guevara, a quien le allanaron su inmunidad parlamentaria.

La inhabilitación de Voluntad Popular al menos logró que ese partido reaccionara y despertara después del largo letargo que lo llevó a traicionar una iniciativa como “la Salida”, que en 2014 se propuso el desalojo del gobierno bajo el impulso del movimiento estudiantil y de Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado, a quienes el tiempo les dio la razón. Ahora, más vale tarde que nunca, VP se retiró del falso diálogo en República Dominicana, al entender que debe colocarse al lado de la historia, volver a su objetivo de salir del régimen y no validar la inminente farsa electoral.

¡Despierta y reacciona!

El documento de la Conferencia Episcopal Venezolana ante la convocatoria a elecciones presidenciales adelantadas es un enjuiciamiento implacable de la realidad política y social de Venezuela, donde ratifica el carácter inconstitucional e ilegítimo de la asamblea nacional constituyente y considera como “un despropósito ético y humano, un verdadero crimen que clama al cielo, que en medio de una situación de penuria, hambre, parálisis de servicios, muerte y colapso nacional, se privilegie un espectáculo de distracción y alienación en condiciones desiguales”.

También hace una crítica severa a los dirigentes políticos al afirmar que “la dirigencia de los partidos políticos ha sido en muchas circunstancias deficiente e incoherente”. Traducidas a buen cristiano, significa cómplices y colaboracionistas. El comunicado concluye con las vigentes palabras de Juan Pablo II cuando visito el país: “Despierta y reacciona, es el momento”.


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