Las universidades venezolanas han resistido durante casi veinte años las políticas de miseria de este régimen; sin embargo, hemos llegado a un punto particularmente peligroso no solo para la educación, sino para todo el país.

En los últimos meses la Universidad de Carabobo ha sido noticia por los constantes hechos delictivos que se cometen en sus instalaciones. Imposible contabilizarlos, atracan y hurtan a diario. Las pérdidas son milmillonarias, imposible poder reponer lo que se han robado. Si ya era cuesta arriba mantener activas todas sus dependencias con las irrisorias partidas de funcionamiento o de equipamiento, imagínense ustedes cómo será ahora que se encuentra desvalijada.

Muchas oficinas han tenido que cerrar, otras, fusionarlas para que el menguado presupuesto alcance para lo mínimo indispensable. Les pongo un ejemplo, el fondo que se le asignó a la Secretaría (uno de los cuatro despachos rectorales) para todo el año 2018 fue de aproximadamente 150 millones de bolívares. Eso, como verán, no alcanza ni siquiera para 10 bombillos de los que utiliza el despacho. No hablaré del tonner, reparación de impresoras o fotocopiadoras, viáticos, productos de limpieza y pare Ud. de contar. Eso es solo la Secretaría, saquen cuenta de lo que sucede en cada una de las 7 facultades, sobre todo en aquellas que utilizan reactivos para los laboratorios que se cotizan, como todo en el país, en dólares.

Nostalgia por un tiempo mejor

Nostalgia sentimos cuando recorremos el campus Bárbula o La Morita en Aragua. Paisajes otrora desmalezados y limpios, hoy enmontados y con acumulación de desechos sólidos en algunos espacios. Ni se diga los estacionamientos, con muy pocos vehículos y los que se encuentran, en su mayoría, un tanto descompuestos. La destrucción es la que ha venido marchando a paso de vencedores. Sucede lo mismo en toda Venezuela. Si no, den una vuelta por hospitales, psiquiátricos, ministerios, calles y avenidas, incluso centros comerciales.

A quienes nos ha correspondido la gerencia de esta universidad torpedeada, nos hemos enfrentado a muchísimas dificultades. La primera, mantenernos en los cargos por habérsenos impedido las elecciones, como deben ocurrir cada cuatro años. No es fácil soportar esta pesada carga que sobrepasó por bastante el tiempo para el cual nos habíamos programado. Algunos hablan zoquetadas sobre nuestra permanencia en ellos, pero lo otro sería abandonar nuestra alma máter.

Acá en la UC no ha ocurrido, pero en otras casas de estudios superiores sí, han muerto o se han enfermado de gravedad autoridades, y el CNU ha nombrado sus sustitutos, en otras se han marchado. Aquí nos hemos propuesto cumplir el juramento que hicimos cuando fuimos elegidos. Cuando nos dicen que somos unas autoridades vencidas, yo les doy la razón, les confieso que nos mantenemos en contra de lo que desearíamos. Yo creo en la renovación y en la alternancia, cosa que el régimen nos ha negado.

Creo en los nuevos liderazgos. Señores, por la deslegitimación y la anarquía apuesta el régimen. Que dejemos los cargos y que sean ellos quienes nombren los sustitutos.

Seguimos en estado de supervivencia

En este momento estamos sobreviviendo. Pienso que esa permisividad con la delincuencia es intencional, porque esa situación influye considerablemente en la desmoralización y en la división interna. Nos asignan responsabilidades. Comienzan discursos absurdos haciendo creer que la policía no entra a proteger a los estudiantes o las instalaciones porque las autoridades se lo impedimos. Lamentablemente, algunos sectores (pequeños pero los hay) caen en la trampa del régimen, y les endosan a las autoridades la responsabilidad de la seguridad.

Sin embargo, basta ver las cifras de inseguridad que el mismo régimen ha tratado de ocultar, en las cuales aparece un promedio de 25.000 asesinatos al año en toda Venezuela, para entender que la inseguridad es política fundamental del régimen para infundir temor. No hay seguridad en la UC ni en ninguna parte del país por las paupérrimas condiciones en que nos encontramos en todas su dimensiones. No hay políticas preventivas ni tampoco represivas. Ausencia total de políticas criminales, es más, Venezuela está sumergida en un total estado de abandono dirigida por personas no aptas para gobernar. Esa es la política de Estado, lo dirigen como un cártel de mafiosos que poco o nada les importa las instituciones, es más, mientras menos instituciones existan, mejor. El mando se lo reparten entre verdaderos capos.

El problema es la tiranía

Insisto, el problema de la inseguridad en la Universidad de Carabobo es gravísimo, pero me atrevo a asegurar que así se mude el comando de la Guardia Nacional y la Policía Nacional o de Carabobo y todos los demás cuerpos policiales al campus Bárbula, no mejorará la situación.

Quizá haya menos delitos en el campus universitario, pero los atracos se incrementarán afuera, aunque lo más lamentable es que nuestros trabajadores seguirán teniendo sueldos de hambre, no importa que se los aumenten semanalmente. Lo mismo sucederá con otras ramas del sector público y privado, pues la hiperinflación producida por el régimen se devora cualquier salario. Eso es solo en cuanto a los salarios o becas. Para qué detenernos en explicar lo necesario para invertir en la investigación o para que la universidad cumpla cabalmente su misión. Simplemente imposible. Lo de la seguridad será luego una excusa para el régimen cuando le dé la gana mandar a proteger las instalaciones y a los integrantes de la comunidad. Dirán: ¡Ya tienen la policía, ahora trabajen! Pero no habrá cómo llegar al sitio de trabajo porque no hay transporte, las oficinas estarán desmanteladas, los salones oscuros y sin cableado. Laboratorios inactivos y, en fin, en la UC requerimos más que seguridad. Exigimos respeto. Y ese respeto no es precisamente con operativos de entrega de medicinas o de cajas “claps” como si se tratara de un favor. No señor. El régimen ha maltratado a los trabajadores. Les quitan el poder adquisitivo y luego los “premian” consiguiéndoles las medicinas y la comida. Qué tristeza. Exactamente igual al que luego de quitarle las piernas a alguien le regala unas muletas. El régimen sabe que hay necesidad y por eso humilla al trabajador. Eso acribilla la dignidad. Un trabajador universitario hace pocos años no necesitaba anotarse en ninguna lista para que la UC, por directrices del ministerio, le dotara de los medicamentos y mucho menos de alimentos. Con lo que se ganaba lo comprábamos en las farmacias, y la comida, en los supermercados, en la cantidad y los días que quisiéramos. Ahora no. Nos sometieron a una vulgar libreta de racionamiento.

El problema es de modelo de gobierno. Lo que quiere decir que mientras tengamos a este régimen en el poder, las universidades seguirán hundiéndose en el abandono. Les propongo unirnos para defender nuestra alma máter, y la mejor defensa es luchar por salir de la tiranía.


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