Nada se puede seguir ocultando. La quiebra del país por culpa de Maduro debe ser endosada a alguien ante el inminente default en el cual entrará Venezuela cuando no pueda pagar sus compromisos internacionales. Ante ello, al madurismo se le hace indispensable hablar de la quiebra de Petróleos de Venezuela, sociedad anónima, para “justificar” que el actual presidente de la República, cual niño de pecho, jamás tuvo nada que ver con el desfalco y la destrucción de nuestra industria petrolera.

Esa es la razón por la cual la ilegal e ilegítima “constituyente” designó a Tarek William Saab como “fiscal” general usurpador, en sustitución de Luisa Ortega Díaz. O sea, no es casualidad que el anterior “defensor” del pueblo, en sus primeras declaraciones como seudo-representante del Ministerio Público, hablara de una supuesta red de extorsión y chantaje que tendría la legítima fiscal general de la República con su esposo, el diputado Germán Ferrer, con relación a que dentro de la industria petrolera los casos de corrupción no eran investigados por el pago de inmensos sobornos, entre ellos, suponemos los generados por la empresa Odebrecht que curiosamente al parecer no existen para Tarek William Saab, pero que ahora sí aparecen muchos gerentes de la petrolera, quienes con el aval de Rafael Ramírez, pero sin el “conocimiento” de Maduro, habrían estafado a la nación.

De verdad, piensa Tarek William Saab que los venezolanos somos tan pendejos e ignorantes para creer que cualquier funcionario, aunque sea de alto nivel, pudo validar ante acreedores internacionales bonos de deuda de Pdvsa, o de la llamada Petroleum Corporation (Citgo, siglas en inglés) sin la firma del presidente de la República, máxime en un gobierno cuyo centralismo es tan excesivo que hasta para retirar una caja de marcadores para una escuela se requiere la firma presidencial, y quien además casi a diario se “encadena” para decirnos a los venezolanos que con su firma y la voz al grito de “aprobado” nos conduce hacia la “felicidad”.

Es claro que Rafael Ramírez desde la Organización de Naciones Unidas  tiene mucho que perder si continúa defendiendo las múltiples irregularidades en que el madurismo convirtió a Pdvsa, porque fue después de su salida de la industria petrolera que comenzó la crisis económica y el desastre de corrupción en términos gigantescos (eso no quiere decir que antes no existía), los cuales desembocaron en una nefasta conducción de las políticas monetarias, y por ende, económicas del país, sin obviar que muchos de los contratos de empresas mixtas que se generaron en tiempos de Maduro fueron a través de nuestra petrolera estatal con China y Rusia (esperando que el barril de petróleo llegara nuevamente sobre los tres dígitos por barril), en condiciones desfavorables para el país, como la compra de autobuses, carros y electrodomésticos a los comunistas del gigante asiático, y armas al gobierno de Putin.

Tampoco podemos obviar que los chinos son responsables de muchas obras inconclusas en nuestro país, especialmente una desastrosa red ferroviaria, servicios públicos y hospitales, los cuales pretenden ser utilizados por la cúpula madurista para hundir a Rafael Ramírez, alegando que esa corrupción solamente puede estar centrada en el ex presidente de Pdvsa en complicidad con Luisa Ortega Díaz, y desde allí se habrían originado los problemas de corrupción y financiamiento externo traicionando a Hugo Chávez. Por ello, no es casualidad que Ramírez señale que él fue uno de los más cercanos al líder la revolución bolivariana en sus últimos días, mientras Maduro indirectamente lo acusa de querer “traicionar” su gobierno, al punto que Iris Varela, cual “constituyentista” aparezca  como “retadora” de Ramírez, dentro de un cuadrilátero en donde hasta Luis Tascón ha aparecido repartiendo golpes virtuales, contra y desde la “derecha endógena”.

La quiebra de Pdvsa y Venezuela están disolviendo al madurismo. La república al no poder pagar sus compromisos internacionales, implica que la cúpula madurista sabe que vendrán más sanciones no solo individuales contra cualquier “funcionario”, sino que estamos al borde del embargo petrolero, y esto desatará la hambruna en la patria de Bolívar en términos de lo que hemos llamado la madurización del país; verbigracia, una crisis política, económica y social, más profunda de lo que conocemos con el nombre de “africanización” en los países más pobres de ese continente.

Para el madurismo urge tratar de demostrar que Rafael Ramírez y Luisa Ortega Díaz serían los únicos corruptos de Pdvsa, buscando con ello extender su agonía gubernamental desde la mentira, cuando lo que ha hecho el neototalitarismo es que tanto el ex presidente de la petrolera como la ilegalmente destituida fiscal estén ahora unidos para ir contra lo que representa esta neodictadura, y eso ha generado una enorme consternación en la cúpula madurista, que hasta uno de los autoproclamados “hijos de Chávez” dice que la “economía es un punto débil”, sin razonar lo que podría decir, por ejemplo, una verdadera hija de Chávez que trabaja en el propio imperio con Rafael Ramírez y de quien dicen por allí vendría a Venezuela en 2018 para postularse como candidata presidencial del llamado Partido “Socialista” Unido de Venezuela, ante la posibilidad de que Lorenzo Mendoza, el empresario y magnate de Empresas Polar, termine siendo el candidato unitario de la oposición.

Y ante tal contexto internacional habría que preguntar ¿quiénes están en mejores condiciones para explicarle al mundo y las transnacionales la verdad sobre lo ocurrido con Pdvsa, Citgo y Venezuela? La única verdad es que el madurismo se va quedando cada vez más solo desde adentro y desde afuera.

Rafael Ramírez, Luisa Ortega y la hija de Chávez van contra el madurismo, y ni la “constituyente plenipotenciaria y todopoderosa” podrá ocultar la verdad de la corrupción que entre todos ellos serán descritos cuales capítulos de la serie que podríamos titular: “El comandante no será televisado”.


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