Pueblo todo de Venezuela

Estimados compatriotas:

Luego de una profunda reflexión, confieso que he cometido muchos errores que han llevado al país hacia un estado desastroso en sus procesos políticos, económicos y sociales cuando éstos son interdependientes con máxima influencia sobre la vida de los ciudadanos en este etapa de nuestra historia.

¡Compatriotas! El presidente Chávez delegó en mí una responsabilidad, una tarea enorme para conducir a Venezuela por el marco de la prosperidad, el desarrollo integral y la construcción de un nuevo modelo económico y social. Lamentablemente, debo admitir que, a pesar de las funciones ejercidas como sindicalista, parlamentario, canciller y vicepresidente, no logré la experiencia política necesaria para enfrentar la crisis que se derivó como producto de la caída de los precios del petróleo, aunado con los errores que cometí junto con mi grupo de colaboradores, en relación con la estatización de empresas, muchas de ellas abandonadas, o funcionando con mínima producción, o pésimo funcionamiento en la administración de servicios, como, por ejemplo, las hidrológicas responsables en el suministro y distribución de agua y las corporaciones que deben generar la electricidad para todos los rincones de la geografía nacional, sin obviar que también reconozco que nuestras empresas de telecomunicaciones, en los ámbitos de telefonía residencial, celular y servicios de Internet se encuentran en franco deterioro.

También debo asumir que esa empresa para la cual trabajé durante varios años, o sea, el Metro de Caracas, donde fui operador de Metrobús, tengo que reconocer que se ha deteriorado en demasía. Nuestro transporte subterráneo siempre fue una referencia de la Venezuela moderna, pujante, con una cultura ciudadana envidiable por cualquiera de los países que se denominan de primer mundo. Aquel transporte masivo en el cual provocaba viajar todo el día, hoy no es ni la sombra de lo que fue. No solo me refiero a la desmejora en el servicio, sino que la conducta de aquel ciudadano ejemplar se perdió. El Metro de Caracas ha sido llevado estos años hacia una profunda anomia en su servicio y funcionamiento tanto por quienes laboran en ella como por parte de sus usuarios, aunque como jefe del Estado debo comprender que cuando los responsables en seguir manteniendo aquel excelente servicio dejaron de cumplir sus obligaciones, pues, lo demás se hace historia.

Sobre Petróleos de Venezuela sería mezquino que no confesara ante ustedes que además de la disminución en los niveles de producción, como producto de la crisis de estos años sobre el mercado petrolero, estamos importando gasolina porque no somos autosuficientes para el derroche del consumo que sobre ese importante derivado del crudo se realiza en el país. Y en esto nuestra responsabilidad está en no terminar de aceptar que la gasolina no puede ser vendida a precio risible en el mercado internacional. En otras palabras, mientras Pdvsa prácticamente regale la gasolina, no solo es que vamos a tener consumo irracional de este producto, sino que el contrabando hacia Colombia, Brasil e islas del Caribe va a continuar multiplicándose, generando con ello no solo tal delito, sino la conformación de mafias que han herido a Pdvsa con un infranqueable muro de corrupción, con el cual he tratado infructuosamente de luchar. Pero honestamente, todo ha sido en vano.

Dejo claro que me equivoqué cuando llegué al poder, pensando que los precios del petróleo volverían a superar la barrera de los tres dígitos por barril, y por ello no tomé las decisiones oportunas en relación con los precios internos de los combustibles y, por ende, en otro conjunto de medidas económicas necesarias para haber generado la confianza que requería el país en este ámbito.

Por el contrario, y allí también asumo que el haber orientado el aumento de la masa monetaria con la impresión de dinero inorgánico nos ha llevado por una creciente inflación que ahora está en los cuatro dígitos anuales, la cual ha empobrecido severamente a millones de compatriotas que dolorosamente hoy comen de la basura, mientras otros han tenido que emigrar porque simplemente no tienen optimismo ni esperanzas sobre Venezuela en el actual contexto político y económico.

Ignorar que existe una crisis gigantesca en el plano de la salud, al punto de que ustedes no puedan comprar una medicina en una farmacia, o comprender que la escasez de muchos productos alimenticios se debe no solo a la quiebra de muchas industrias o el abandono del campo, sino que en otra de mis erradas decisiones, en vez de haber renegociado la deuda en términos favorables para la población, decidí equivocadamente la supresión de importaciones pensando que si pagaba la deuda lograría encontrar otros préstamos, pero la verdad es que lo poco que entraba por divisas se volvía a ir en el pago a acreedores internacionales y también de la corrupción.

Sobre la educación, estamos viviendo una etapa que requiere recuperar la infraestructura de escuelas, liceos y universidades, y reconocer que debe haber una inversión inmediata que garantice la alimentación de nuestros estudiantes y docentes, como forma de corregir un punto que ha sido abandonado en todos sus órdenes.

Me duele mucho la pérdida de más de 100 venezolanos, en su mayoría muy jóvenes, por las protestas que con mucha razón se hicieron en mi contra en este 2017, sin incluir los otros fallecidos por protestas similares en 2014, y obviamente, los miles de hombres, mujeres y hasta niños que han muerto por culpa de la delincuencia desmedida que también nos ha azotado durante todos estos años, y cuyas causas están sustentadas en la impunidad, porque tenemos un sistema judicial que en honor a la verdad ha fallecido como instrumento para la generación de justicia.

En el medio de esta vorágine de equivocaciones, errores y decisiones incongruentes, también reconozco que convoqué a una constituyente sin referendo previo al pueblo, así como suspendí las pasadas elecciones regionales de 2016, porque, es cierto, la derrota que hubiese recibido en términos políticos hubiese sido descomunal, y tal vez barridos en todo el sentido de la palabra como plataforma política hacia el futuro. Sobre esta constituyente pediré a sus miembros que se disuelvan como “poder” en los próximos días. Es más, la verdad es que su principal acción que era política, para destituir a la fiscal general de la República, de nada nos sirvió, no solo porque la constituyente ha sido desconocida por la mayoría de las naciones con mayor influencia sobre las gestiones diplomáticas y de poder mundial, sino que, irónicamente, hoy, Luisa Ortega Díaz se ha convertido en una embajadora del país en los distintos contextos de las relaciones internacionales.

Sobre la Fuerza Armada, también firmaré un decreto que anula la conformación de las milicias como parte de su organicidad, porque esta no solo viola la Constitución de 1999, sino que en la praxis ese cuerpo es inviable en su connotación para el contexto republicano. La Guardia Nacional Bolivariana será objeto de una reestructuración inmediata, y para ello activaré el Consejo de Seguridad y Defensa de la Nación, con la participación, como es constitucional, de los representantes de la Asamblea Nacional.

En ese orden de ideas, solicito al Tribunal Supremo de Justicia que cese en el llamado desacato de la Asamblea Nacional para que esta, con sus dos terceras partes, como fue el mandato del pueblo, proceda a designar las nuevas autoridades en todos los campos del poder público nacional conforme con lo que dicta la Constitución.

Pueblo de Venezuela, pido perdón por todos mis errores. Seguir extendiéndome haría más difícil este momento. Desde el día, en lo más inmediato posible, en que el nuevo Consejo Nacional Electoral establezca el cronograma electoral para las elecciones presidenciales de 2018, estaré renunciando a la presidencia de la República, no sin antes nombrar un vicepresidente que sea del acuerdo de todos los factores en diálogo con apoyo de ex presidentes de la región y España, y con integración y colaboración de la Unión Europea, en el cual deseo que se vincule la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas para que certifique hasta qué punto mi gobierno pudo haberse excedido en este compás de situaciones complejas.

Espero que ustedes como pueblo, y la historia, puedan absolverme;

Nicolás Maduro Moros

Presidente de la República Bolivariana de Venezuela

¿Será que en efecto, en un instante de lucidez, el presidente de la República nos leyera y firmara esta carta? A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.


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