La indiferencia e indolencia del Estado venezolano ante la grave crisis humanitaria que atraviesa nuestro país es cada día más patética y muy controversial desde nuestra perspectiva, porque nos pone a pensar que, además de la gran incapacidad para ofrecer respuestas y soluciones ante esta dramática situación, estaría relacionada con una política de Estado cuyo objetivo es el control social de todos los ciudadanos que hacemos vida en esta Venezuela actualmente secuestrada por una ideología absurda y obsoleta, bajo el asesoramiento de influencias externas, las cuales ya conocemos.

Actualmente la integridad física y mental de todos los venezolanos está en riesgo permanente y cada día se hace público o es noticia. La cantidad de personas, tanto niños como adultos, que han tenido un desenlace fatal a causa de la enfermedad que padecen por la grave escasez de medicamentos e insumos, tanto por enfermedades crónicas como aquellas que aparecen de manera súbita o aguda que requieren de tratamiento de manera urgente y oportuna para evitar las complicaciones relacionadas, va en aumento. La necesidad imperiosa de la apertura del canal humanitario cada día es más evidente, sin embargo, han sido inútiles las peticiones ante el régimen sumadas al clamor desesperado de los mismos pacientes unidos a los diferentes gremios de la salud, instituciones y organizaciones no gubernamentales asociadas con este sector. La crisis actual abarca no solo lo relacionado con el colapso de los centros públicos de atención o la falta de medicamentos, hay que resaltar la alarmante crisis alimentaria, que está afectando peligrosamente a nuestros niños, sobre todo menores de 5 años; se ha informado el fallecimiento de niños en este rango de edad por desnutrición severa. ¿Y es que esto no es suficiente para considerar que la dramática y alarmante situación social por la que atraviesa Venezuela haya adquirido la connotación de crisis humanitaria? Es indudable que estamos ante una real emergencia humanitaria en salud y alimentación, que son las dos aristas de la crisis que recaen de manera importante y directa en el derecho a la vida de las personas.

Los organismos internacionales son conscientes y conocen con detalle las repercusiones que tiene actualmente en los venezolanos esta crisis social inédita en la historia de la República, ya que en gobiernos anteriores no se había llegado a estos extremos. La Organización Panamericana de la Salud ha manifestado, por declaraciones de su principal representante en Venezuela, el pasado mes de junio: “No estamos con los ojos vendados ante la carencia de medicamentos”. También expresó en esas declaraciones: “No se pronuncia por la crisis para no entrar en el terreno político”. La OPS, como está establecido por la misma: “Es la organización especializada en salud pública de las Américas”, y su objetivo primordial es trabajar con los países de la región para mejorar y proteger la salud de su población. No obstante, este objetivo no lo ha alcanzado en nuestro país, y no hay duda de que conoce muy bien y también es consciente de esta dramática crisis sanitaria en Venezuela. La percepción que se tiene es la de una actitud pasiva de este organismo ante la misma, además de mantener un sesgo muy diplomático para no entrar en contradicciones con el Ministerio de Salud. Ante todo debería exigirle al Min Salud la publicación, la cual debe ser obligatoria, del Boletín Epidemiológico Nacional, aunque recientemente la misma OPS publicó la confirmación de la aparición en nuestro país de una enfermedad reemergente, la cual estaba controlada, como el sarampión, con el número de casos confirmados y sospechosos.

La semana pasada acudió a la sede de la OPS una amplia representación del sector salud, en nombre de la organización recientemente instituida Alianza Venezolana por la Salud, la cual es el reflejo de la lucha y el esfuerzo que sigue realizando este sector para lograr la respuesta del Estado venezolano ante la grave crisis y exigir la asistencia humanitaria extremadamente necesaria en estos momentos, pero no hubo una respuesta concreta ante esto último. Lamentablemente, pareciera que la OPS no reconoce públicamente esta crisis, y mucho menos el “gobierno”.

Ante esto podríamos concluir que la apertura del canal humanitario sigue estando en un horizonte más lejano que cercano. Este régimen nunca aceptará una asistencia humanitaria, a pesar del clamor desesperado del pueblo venezolano, el gran perjudicado por la indolencia y la falta de humanidad del Estado venezolano y algunos aliados internacionales.


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